Todos tenemos claro que el objetivo de un trípode es el de sostener la cámara de forma estable, para poder fotografiar sin trepidaciones, independientemente de lo largos que sean los tiempos de exposición. Pero pocos fotógrafos profundizan en la manera correcta de utilizarlo. Puede parecer una cuestión muy obvia, pero como toda obviedad, a veces no recibe la atención que se merece.
Si además vamos a sacarle partido en exteriores, o en la naturaleza, la cosa se complica, porque hay que aprender a protegerlo de los agentes externos y utilizarlo con sentido común para no sufrir accidentes en nuestro equipo. El viento, el agua, el barro, el salitre, los desniveles producidos por un suelo irregular, son elementos que condicionan mucho la forma de utilizar el trípode.
Regla de la inversa de la focal
Antes de nada, responderemos a la pregunta: ¿cuando utilizar el trípode?. En realidad la respuesta sería: siempre que sea posible. El trípode siempre añade estabilidad y por tanto nitidez a la fotografía. Pero si no puede ser, al menos es importante tener en cuenta aquellas situaciones en las que será totalmente imprescindible si no queremos perder mucha calidad en nuestras fotos.
La regla de la inversa de la focal nos proporciona qué tiempo mínimo de exposición nos hará imprescindible el uso de un trípode. Y lo que viene a decir es algo tan sencillo como que no debe dispararse a mano a tiempos de exposición iguales o más largos que la inversa de la focal, porque de lo contrario correríamos el riesgo de sufrir trepidaciones.
Por ejemplo: con una focal de 50mm, no habría que disparar a mano a menos de 1/60. Y con una focal de 200mm, a menos de 1/250.
Por supuesto esta regla no tiene en cuenta el sistema de estabilización del objetivo. Con estabilizador, podríamos ganar un par de pasos, pero esto dependerá de nuestro equipo.
Colocando el trípode
Lo primero que hay que hacer es elegir dónde queremos colocar el trípode. Esto no es cuestión baladí: hay gente que primero coloca la cámara y después selecciona el encuadre. Siempre es recomendable hacerlo al revés: primero encuadramos, y entonces sabremos con seguridad la altura y orientación del trípode.
Después debemos extender las patas hasta lograr la longitud deseada. En este punto es importante empezar a hacerlo con la parte de arriba, ya que la parte de abajo es más fina y por tanto menos estable. Por otra parte, cuanto mayor sea el ángulo de abertura de las patas, menor será la altura, ya que se reducirán las vibraciones. Por supuesto, el uso de la columna central sólo en caso de extrema necesidad, porque subir esta barra nos hace perder mucha estabilidad.
En algunos casos, el trípode permite desplazar la columna central. Esto es útil, por ejemplo, en fotografía macro. Cuando se utiliza esta función, hay que tener muy en cuenta el efecto palanca que produce el peso de la cámara sobre el trípode. Si las patas las hemos colocado con una longitud demasiado corta, el trípode no será muy estable. Y si las hemos colocado largas, producirá más vibraciones.
Este efecto es amplificado exponencialmente cuando desplazamos el centro de masa moviendo la columna central. En otras palabras: hay que ser muy cauto a la hora de desplazar esta columna.
Otra consideración a tener en cuenta es que una de las patas del trípode siempre debe apuntar hacia delante. La razón es obvia: las otras dos patas nos molestarán menos y no tropezaremos con ellas. Además, debemos ajustar las mordazas para que la barra central quede totalmente vertical.
Una típica forma de ganar algo de estabilidad es colgar una mochila o algo de peso sobre la barra central del trípode. Pero ojo, esto sólo funcionará cuando hayáis colocado el trípode siguiendo la metodología descrita y el peso no se tambalee. Hay ocasiones en las que el viento produce el efecto contrario que se pretende sobre una mochila colgada del trípode.
Colocando la cámara
Partiendo de la base de que el trípode que hemos elegido está homologado para trabajar con el peso del equipo que ponemos sobre él, hay algunas consideraciones a tener en cuenta. En cualquier caso, la mejor garantía de que un trípode es bueno es que sea pesado. Mucha gente da prioridad a justo lo contrario: buscan trípodes muy ligeros para que sean fáciles de llevar, pero esto es un error. Los trípodes ligeros son mucho menos estables.
Antes de colocar la cámara, asegúrate de que todas las mordazas están perfectamente fijadas, pues ocurren muchos accidentes en estos casos, y nuestra cámara puede acabar en el suelo sin que podamos evitarlo.
Hay elementos en la cámara que también pueden causar pequeñas trepidaciones a pesar de estar sobre un buen trípode. Las dos principales son: el golpe del espejo en el momento de disparar, y la vibración que se produce al pulsar el disparador.
Ambas las solucionaremos utilizando un disparador remoto, y configurando la cámara para que bloquee el espejo a la hora de disparar.
En cuanto a la cámara, es importante desactivar el sistema de estabilización, que sobre un trípode no tiene ningún sentido e incluso si está funcionando puede hacer justo lo contrario de aquello para lo que está destinado.
El mantenimiento
El trípode, cuando se utiliza en exteriores, estará en contacto con elementos que lo desgastarán con el uso, como el barro o el agua. Además los cambios bruscos de temperatura malean el metal del que está construido. Esto perjudicará a los cierres y los materiales. Si no mantenéis vuestro trípode en perfecto estado perderá versatilidad.
Por eso, después de cada sesión no está demás adquirir el hábito de limpiarlo bien y guardarlo en su funda. Sobre todo si ha estado en contacto con humedad, barro o salitre. Cuando usáis el trípode en una zona de playa, es buena práctica "endulzarlo" para quitar todas esas partículas que luego se irán acumulando con el tiempo.
Cada cierto tiempo, es recomendable desmontarlo y limpiarlo pieza por pieza, pero ¡ojo! nunca echéis aceite o grasa directamente en los tubos, porque el estropicio puede ser espectacular. Si lo véis imprescindible, echadlo sólo sobre la rótula, visagras, pestillos, etc, pero siempre con mucha moderación. Y elegid bien el lubricante, porque algunos son corrosivos. Yo siempre he utilizado grasa de litio, disponible en ferreterías.
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