Fotografiar en color no es fácil. De hecho, es más difícil que fotografiar en blanco y negro. Tenemos que estar pendientes de más cosas. Una de las claves es escuchar a los grandes maestros. Vamos a ver qué podemos aprender al contemplar sus trabajos en el mundo del color.
En los últimos tiempos estamos obsesionados con la fotografía más espectacular posible. Con los colores irreales por la excesiva saturación. A veces incluso inventados o mejorados por filtros como los Nik Collection. Es como una vuelta imposible al pictorialismo, donde lo único que llama la atención es la técnica perfecta y que el efecto sea lo más llamativo posible en las redes.
La fotografía en color de William Eggleston, por ejemplo, debería ser uno de los espejos en los que nos deberíamos mirar si queremos mejorar. Es un fotógrafo que no llama la atención al espectador medio. Seguro que muchos hemos visto en algún momento de nuestras vidas su obra y no la hemos entendido o directamente la hemos rechazado.
Pero si miramos cualquiera de sus libros con calma, con paciencia, empezaremos a descubrir los secretos que parecen poco accesibles al principio. No hace falta ser un especialista, solo tener la sensibilidad suficiente para valorar cada uno de sus disparos.
Como muchos fotógrafos, quiere romper con la dictadura del instante decisivo impuesta por los seguidores de Cartier Bresson. La fotografía no tiene que captar solo momentos mágicos y estelares. También puede quedarse con la realidad cotidiana, con el día a día. No hace falta irse al fin del mundo. En tu entorno está todo. Y el color nos puede ayudar.
Lo que podemos aprender de William Eggleston a la hora de fotografiar en color
William Eggleston era de familia acomodada. Nunca sintió la necesidad de terminar lo que empezaba. Realmente no lo necesitaba. Pero era un rebelde con causa. Y tenía la necesidad de ir contracorriente en Memphis, la ciudad en la que vivía. Por ese motivo, a pesar de la influyente esencia cartierbressoniana de la época, decidió centrarse en lo más sencillo y banal. Y fotografiar en color, en puro color con su amada Leica (aunque empezó con Canon).
Todo es importante
No podemos pensar que en el salón de nuestra casa o de nuestra abuela no pasa nada. Todo puede estar ahí. También podemos encontrar nuestra inspiración en un viaje por Nueva York. El secreto está en darse cuenta de que todo tiene interés si sabemos mirar.
Fotografía tu entorno
La fotografía en color no sale sola. El mejor lugar para practicar es tu barrio, tu comunidad. La ciudad que mejor conoces. Da igual que sea Madrid, Murcia o Alicante. Todas tienen un color particular que tenemos la misión de descubrir.
Valora todo lo que te rodea
A la hora de disparar en color todo es interesante. Cosas que no te dicen nada en blanco y negro resaltan en color si en el encuadre sabemos elegir los tonos necesarios. Imaginaos una lata roja en un entorno azul... o al revés. Tenemos la misión de entender la fuerza del color. Y en cualquier lugar puede estar la clave. Incluso debajo de la pila de nuestra cocina, donde guardamos todos los productos de limpieza con colores brillantes.
El color está poco valorado
No hay que desanimarse porque a la gente no le guste lo que haces. Muchos piensan que solo te puedes inspirar fotográficamente en blanco y negro. Y que el color es lo que hacen los turistas y los fotógrafos de paisaje. Tu misión, si quieres hacer color, es hacer entender que lo que haces no está en la superficie, sino que el mensaje está en el fondo, en el conjunto de tu trabajo. Sabes mirar en color como si fuera blanco y negro. Tienes un punto más de atención.
Importa el presente
En el color no nos podemos dejar llevar por la nostalgia. El blanco y negro parece que nos lleva al pasado, a tiempos mejores. Cuando fotografiamos en color estamos contando lo que pasa en ese momento, en ese lugar. Hay que vivir el momento. Y el color nos ayudará reflejar esa realidad que queremos ver.
No te olvides de la calidad
Es raro ver fotografías más grandes que lo que nos pueden dar 1920 px. En ese tamaño cualquier disparo puede ser bueno, nítido, perfecto. Pero el color se olvida. Muchos disparamos con grandes cámaras y nos limitamos a contemplarlas en la pantalla del móvil sin calibrar. Así es difícil ver el color. Lo mejor es volver al libro, a la impresión perfecta. Ahí es donde el color siempre se verá bien.
Para ilustrar el artículo he decidido optar por mis propias fotografías intentando ver como lo hace Eggleston. Y más que nada para demostrar que no es fácil hacerlo como él, aunque parezca sencillo. El color exige mucho más que el blanco y negro. Y dominarlo es toda una carrera.
En Xataka Foto| 'Los secretos del color en la fotografía', de Bryan Peterson, un manual para dominar el uso del color