La niebla y/o neblina es uno de esos fenómenos que en principio pueden verse como un mal momento para practicar fotografía, pero que si se saben utilizar bien pueden ser un recurso muy valioso. Eso sí, ya sea la típica neblina que se forma a veces por las mañanas o una intensa niebla típica de ciertas zonas, hay que saber cómo captarla para conseguir buenos resultados.
Justo lo que nos proponemos con este artículo de consejos y recomendaciones para captar unos elementos que tienen mucho de enigmático, y que pueden ayudarnos a agregar drama, misterio o un estado de ánimo melancólico a cualquier paisaje, ya sea urbano, rural o, incluso, marítimo.
Cómo elegir el momento
A la hora de hablar de hacer fotos con niebla y/o neblina lo primero que hay que tener en cuenta es que hay que encontrar estas condiciones para poder tomar las imágenes. Y, claro, ciertamente que haya niebla o neblina no es algo que se pueda planificar fácilmente. Pero antes de seguir vamos a definir claramente qué es una cosa y qué la otra. La niebla se produce por la presencia de nubes densas a nivel de suelo, mientras que la neblina es “niebla poco espesa y baja” (según la RAE), y suele producirse por diferencias de temperatura que hacen que las gotas de agua se mantengan en el aire.
Sea como fuere, y aunque sea difícil pronosticar su presencia, sin duda todos sabemos que es más probable que ambos fenómenos se formen por la noche y, sobre todo, por la mañana temprano. De modo que, como pasa en muchas otras ocasiones, la mejor receta para el fotógrafo es… ¡Madrugar!
Así que toca poner el despertador temprano aunque, por supuesto, para determinar si es probable que un día concreto vaya a haber neblina o niebla es más que recomendable estar pendientes de las previsiones meteorológicas, ya sea a través de alguna de las muchas apps para el móvil que existen o cualquier otro medio.
De cualquier manera, hay que tener en cuenta que los mecanismos de formación de la niebla dependen mucho de la región geográfica y de las condiciones ambientales. Así, hay ciertos lugares donde puede producirse con mayor frecuencia como los valles de las montañas, los lagos y el mar, sobre todo en épocas de clima cambiante como el otoño y la primavera. En estas circunstancias, por cierto, hay que recordar la importancia de cuidar tanto nuestro equipo como a nosotros mismos en este tipo de ambientes húmedos o bien donde pueda haber frío intenso.
¿Cómo enfocar y exponer?
A nivel técnico, hay dos cuestiones clave a tener en cuenta para hacer fotografías con niebla o neblina. El primero referido a la forma de enfocar en estas situaciones en las que suele haber un contraste muy bajo; El segundo sobre cómo exponer en estas condiciones que suelen ser muy desfavorables ya que engañan al exposímetro de la cámara. Esto hace que sea bastante fácil volver a casa con unos resultados decepcionantes, con fotos desenfocadas y/o subexpuestas.
Por lo que toca al enfoque, lo habitual es que las cámaras trabajen buscando elementos donde haya diferencias de contraste para conseguir el enfoque; El problema, precisamente, es que con niebla y/o neblina hay poco o ningún contraste. Si encima pensamos que a menudo los niveles de luz son bajos tendremos las condiciones ideales para que nuestra cámara se vuelva loca.
Por supuesto dependerá del tipo de cámara que estemos usando, y de si utiliza enfoque por contraste o por diferencia de fase (en este segundo caso el resultado será mejor), pero aún así estamos ante uno de esos casos en los que lo más recomendable es pasar a enfoque manual.
Incluso así no será una tarea fácil, porque necesitaremos encontrar algún tipo de elemento lo suficientemente definido como para enfocar. Sin embargo, siempre podremos recurrir a enfocar teniendo en cuenta la distancia a la que nos encontremos del tema principal y jugar con la profundidad de campo para asegurarnos la nitidez necesaria.
El otro problema técnico que debemos resolver en estas situaciones es el referido a la exposición, ya que hablamos de un escenario en el que los sistemas de medición de la cámara suelen verse engañados con facilidad, tal y como ocurre cuando se hacen fotos en la nieve o en una playa de arena blanca. Así, si dejamos la tarea a la cámara es fácil que el resultado sean fotos subexpuestas.
El porqué ya lo explicamos en artículos como éste pero os lo resumimos: Los exposímetros están calibrados para medir la luz reflejada que les llega como un porcentaje del 18% correspondiente a un gris medio. Cuando se encuentran en situaciones donde la luz reflejada es mucho mayor (como el que estamos hablando) o menor, tiende a interpretarlo mal. En el caso de la niebla y neblina, al reflejar mucha luz, la cámara interpreta que hay más iluminación de la que realmente hay y lo compensa subexponiendo.
La solución, claro está, es forzar a la cámara a que aumente la exposición, ya sea utilizando el modo manual o empleando la compensación de exposición si usamos los modos de disparo automáticos o semiautomáticos.
La cantidad a sobrexponer dependerá mucho de las condiciones concretas de la toma, pero como guía podemos recomendar subir una parada de luz y comprobar el resultado. Aunque también es un buen momento para echar mano del histograma y tratar de derechear la exposición.
Aspectos creativos
Teniendo dominada la parte técnica, llega el momento de centrarse en la parte creativa y aprovechar que la niebla y/o neblina pueden ayudarnos a conseguir unas imágenes increíblemente evocadoras. Sin embargo, si no atinamos con la composición no es difícil que lo que consigamos sean unas fotografías de aspecto insípido. Por eso, conviene tener en cuenta algunas cuestiones.
Lo fundamental es que con estas condiciones meteorológicas, además de disminuir el contraste (como ya hemos comentado de sobra), también se aplana la perspectiva. Por ello, es posible que una escena que a simple vista percibimos como muy atractiva se plasme en una foto muy diferente. Por ello, es importante agregar profundidad a la imagen con algún tipo de recurso.
Muchos de ellos son los mismos que estos otros para dirigir la mirada del espectador: Utilizar líneas que nos dirijan hacia el interior de la imagen (como el punto de fuga), buscar elementos para encuadrar el elemento principal, o simplemente echar mano de las reglas de composición, como la famosa Regla de los tercios, para conseguir una composición interesante que aporte tridimensionalidad.
Por supuesto las posibilidades son muchas, incluyendo introducir una figura humana que aporte interés a la foto. En este sentido también es interesante no olvidarnos de las siluetas, que en estas condiciones pueden ser muy atractivas y aportar mucho misterio a las fotografías.
Otra técnica que funciona muy bien en estos ambientes es la yuxtaposición de elementos, particularmente cuando la niebla es ligera y se entremezcla en el terreno. Si eso lo unimos con la luz dorada del amanecer, el resultado puede ser muy atractivo y dar una gran sensación de profundidad. Y es que, como en tantas ocasiones, durante el amanecer (y el atardecer, si hubiera niebla) los rayos del sol pueden proyectar hermosas sombras entre la niebla y/o la neblina creando una excelente textura para nuestras fotos.
Así que ya sabéis, lejos de ser un problema, la niebla y la neblina son elementos estupendos para hacer fotos porque pueden ayudarnos a obtener imágenes únicas, con ambientes misteriosos y etéreos. ¿Y vosotros qué opináis? ¿Os gusta la niebla y/o neblina para hacer fotos? ¿Tenéis algún consejo que compartir al respecto?
Foto de portada | Mujibur Rohman