Si eres principiante y has cumplido ya con los consejos sobre qué hacer cuando desempaquetes tu nueva cámara, y tienes claras las cosas que no se suelen contar, llega el momento de empezar a hacer fotos y a poner en práctica lo más básico. Y para comenzar a dominar la técnica fotográfica hay una serie de primeros ejercicios recomendados para todo aquel que quiera adentrarse poco a poco en los secretos de este arte.
Se trata de algunas prácticas elementales que requieren del dominio de lo más esencial para cualquier aficionado. Tomas que obligan a practicar aspectos básicos que son “el ABC de la fotografía”, de modo que si aprendemos a hacer estas fotos con soltura (y no por fruto de la casualidad) tendremos una base sólida de habilidades para avanzar de forma segura y adecuada. ¿Empezamos?
1. Fondo desenfocado
Controlar la profundidad de campo es un ejercicio básico que tiene mucho de magia. Una de esas cuestiones que hacen que empecemos a aprender cómo variando un simple control (el diafragma) podemos lograr resultados muy distintos, y también que rápidamente nos hace darnos cuenta de cuán diferente es controlar nosotros la cámara a dejar que ella haga la foto en modo automático.
Por eso quizá la primera foto que como principiantes deberíamos hacer es una en la que desenfoquemos intencionadamente el fondo de una fotografía, por ejemplo en un retrato. Hace tiempo ya os contamos cómo conseguir un desenfoque con cualquier tipo de cámara así que os remitimos a ese artículo para aprender cómo hacerlo en detalle, aunque vamos a resumir lo básico: Abrir el diafragma lo máximo posible (esto es lo fundamental), elegir la distancia focal más larga que tengamos, acercarnos al sujeto del primer plano y procurar que éste esté alejado del fondo.
2. Todo perfectamente enfocado
El siguiente paso para aprender a controlar la profundidad de campo es hacer justo lo contrario que en el caso anterior. Es decir, realizar una toma en la que todo, absolutamente todo, desde el primer plano que aparezca en la imagen hasta el fondo, esté perfectamente enfocado y nítido.
Esto es algo bastante habitual en fotografía de paisaje y se consigue básicamente cerrando el diafragma al máximo (es decir, justo al contrario que en el anterior caso). Sin embargo, para obtener los mejores resultados hay que echar mano de la distancia hiperfocal, ya que ésta nos asegura la mayor profundidad de campo que puede ofrecer el conjunto de cámara y objetivo que estemos usando.
3. Congelar un movimiento
Uno de los detalles que siempre han distinguido a la fotografía es esa capacidad de detener un instante único e irrepetible, algo que está al alcance de quien empieza de una forma muy sencilla, aunque con matices. La clave está en que buena parte de fotografías se realizan en una milésima de segundo, un escaso plazo tiempo en el que la cámara recibe la luz y hace que los sujetos queden literalmente “congelados”.
Claro que si no practicamos con las distintas velocidades de obturación es difícil saber cómo se puede detener o reproducir el movimiento. Para lo primero, que es el caso de este epígrafe, en principio bastará con elegir un tiempo de exposición alto, a partir de 1/125 seg o así, aunque dependerá bastante del tipo y velocidad del movimiento y del ángulo de la cámara respecto al sujeto que se mueve.
4. Reproduciendo el movimiento
Como ocurría con las dos primeras tomas de este artículo, lo de detener el movimiento tiene justo su alter ego: reproducirlo. Es decir, crear una toma en la que haya lo que se conoce como desenfoque de movimiento, que no es otra cosa que transmitir la idea de movimiento, generalmente representada por estelas o partes borrosas provocadas por el cuerpo del elemento que se mueve al hacerlo.
Este tipo de fotografías se logra principalmente mediante el uso de una velocidad de obturación lenta en tomas donde haya algún tipo de movimiento. Por citar algún valor de velocidad diríamos que a partir de 1/60 ya se puede empezar a ver, aunque como antes es algo que depende mucho del movimiento en concreto y nuestra perspectiva.
Además, hay muchas formas de jugar con este tipo de movimiento hasta el punto de que podríamos dividir este apartado en varios. Pero para empezar bastaría con una foto como la anterior en la que el sujeto principal fuera el que tiene movimiento, otra en la que comenzáramos a practicar los barridos (donde se trata de que el movimiento se refleje en el fondo en vez de en el sujeto) y otra buscando el efecto seda (para conseguir que el agua en movimiento tenga un aspecto muy sugerente).
5. Fotos con ruido
Antes de la fotografía digital, el concepto de ruido estaba asociado al de grano de la película, visible como consecuencia del aumento del tamaño de los haluros de plata que captaban la luz en los carretes (más grandes cuanto mayor sensibilidad tenía la película). Pero más allá de poder hacer fotos con poca luz, este grano de la película química/ruido en su versión digital tiene su valor estético que sigue estando vigente para determinadas situaciones.
Por eso, aunque la equivalencia de grano de película a ruido digital no es para nada exacta, otra de las cosas que debemos practicar es cómo se comporta nuestra cámara realizando algunas tomas con ISO elevado. Además, la misión de este ejercicio será doble: por un lado se trata de conseguir que el ruido se convierta en un atractivo añadido de la toma; por otro empezar a conocer hasta qué niveles de sensibilidad podemos utilizar en nuestra cámara sin que el ruido sea un problema.
6. Captando siluetas
Este es otro ejercicio que deberíamos hacer al comenzar, como principiantes en fotografía. Se trata de una técnica que permite transmitir misterio y/o emoción en una fotografía pero es que además resulta muy útil para practicar con los valores de exposición y aprender a medir la luz de la escena.
Y es que la técnica para conseguir una foto de este tipo consiste en exponer según la luz predominante, normalmente en el fondo de la imagen, y hacer que el sujeto en primer término, el que queremos que aparezca como una silueta, quede totalmente subexpuesto. Si quieres más información sobre como hacerlo echa un vistazo a este artículo específico sobre cómo conseguir siluetas,
7. El mundo de las cosas pequeñas
Terminamos con un último tipo de fotografía que puede parecer más complicado pero no tiene porqué serlo. Se trata de realizar una toma de lo que comúnmente se conoce como fotografía macro o macrofotografía, lo cual puede abrirnos un nuevo mundo de posibilidades al alcance de nuestra cámara.
Para empezar no hace falta ningún equipo especial porque basta con acercarnos a las cosas y captarlas usando la distancia mínima de enfoque de nuestro objetivo. Luego si ya quedamos seducidos por esta disciplina sí que será momento de hacernos con un buen trípode, un objetivo de tipo macro y otra clase de accesorios especializados, pero como novatos sí que es muy interesante este primer acercamiento.
Y con esto hemos acabado aunque, como casi siempre, apelamos a vosotros para que completéis este artículo. ¿Pensáis que hay algún tipo de foto que habría que añadir a estas siete fotos que un principiante tendría que realizar al empezar en fotografía?
Foto de portada | Meghan Holmes
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