La fotografía es una disciplina que mezcla dos aspectos que pueden verse como muy diferentes: arte y ciencia. El lado creativo es desde luego el más importante para lograr una buena fotografía, pero para esto también es importante controlar la parte técnica, ésa que nos ayuda a conseguir una imagen que tenga la mejor calidad posible. La unión de estos dos aspectos es la que puede llegar a lograr que te conviertas en un gran fotógrafo.
La faceta artística es algo que sólo puedes aprender tras un largo proceso en el que influirá tanto tu propia implicación como la práctica a lo largo de los años. La parte técnica sin embargo es algo más concreta, entendiendo que “sólo” hay que subir una serie de escalones para conseguir fotos de mejor calidad que las que lograrás siendo un simple aficionado sin conocimientos previos. Por supuesto no hay una receta mágica para ello, pero siguiendo los pasos que te proponemos seguro que estarás en el buen camino.
Lograr la máxima nitidez posible
Se trata de un concepto discutible, en el sentido de que una buena foto no tiene porqué ser 100% nítida. Sin embargo, antes de romper las reglas es necesario conocerlas y saber llevarlas a la práctica, así que es importante conocer cómo conseguir la mayor nitidez posible en nuestras fotografías. Por supuesto hablamos de hecerlo ya en el proceso de la toma, ya que es cierto que se puede conseguir un aumento en el postproceso pero si se busca la máxima nitidez hay que lograrla en la cámara y no en la pantalla del ordenador.
Y para conseguir la máxima nitidez hay que empezar recurriendo a lo más básico, la velocidad de obturación que, para quien aún no lo sepa, es el principal parámetro a considerar a la hora de lograr una fotografía nítida. Como sabréis (aunque nunca está de más repetir) la velocidad a la que disparemos debe ser lo suficientemente rápida como para compensar cualquier movimiento que podamos producir en la cámara cuando disparamos a pulso.
Para lograrlo seguro que conocéis esa regla que dice que la velocidad siempre debe ser una fracción de segundo igual o mayor que la distancia focal efectiva que se esté utilizando. Es decir, si usamos una óptica de 50 mm, la velocidad de disparo debe ser de al menos 1/50 de segundo y si es de 80 mm tiene que ser 1/80 o superior. Eso sí, ojo porque dependiendo del sensor que tenga tu cámara lo mismo tienes que aumentar la velocidad para que sea equivalente a la distancia focal real que, como deberías saber, se obtiene multiplicando por un factor de conversión que depende del tamaño del sensor (x1,5 o x1,6 en sensores APS-C y x2 en Micro Cuatro Tercios).
Esto por lo que toca al movimiento que se pueda producir por efecto de nuestro pulso o al apretar el disparador. Si hablamos del movimiento del sujeto que estemos fotografiando entramos ya en otro tema bastante más complejo, sobre todo porque depende mucho del tipo de movimiento que sea, si se produce de forma perpendicular a la cámara y otros parámetros. Sin embargo, básicamente podemos recomendar una velocidad de obturación de 1/250 hacia arriba para lograr que los sujetos aparezcan congelados y, por tanto, perfectamente nítidos.
Por supuesto, aparte de lo anterior, los otros dos parámetros básicos que conforman el triángulo de exposición (velocidad, diafragma e ISO), también determinan la nitidez final de una fotografía. Empezando por la primera, como deberías saber, utilizar una abertura de diafragma pequeña (que corresponde a un número ƒ más alto) en principio asegura que la escena parezca más nítida al añadir profundidad de campo.
Sin embargo, que haya mayor porcentaje de la imagen con gran nitidez no que tiene porqué ser un ideal, y de hecho una imagen con una profundidad de campo reducida (por ejemplo por usar un diafragma ƒ2.8) puede ser extraordinariamente nítida en la zona que tiene detalle. Por eso se trata de otro concepto discutible, aunque lo que no debe serlo es el hecho de que el sujeto principal de la fotografía tenga la nitidez necesaria.
Por lo que toca al ISO, es cierto que aumentar la sensibilidad cuando la luz no es ideal agregará ruido a la imagen y, consecuentemente, restará nitidez. Sin embargo, las cámaras modernas son capaces de tomar fotos hasta el entorno de los 3.200 – 6.400 ISO con muy poco ruido, de modo que siempre será preferible esto a que la imagen pierda nitidez porque hayamos tenido que disparar a una velocidad de obturación muy baja o porque hayamos tenido que abrir el diafragma a tope.
Realizar una exposición adecuada
Ciertamente trabajar en formato RAW es una opción que recomendamos siempre porque permite corregir la exposición (entre otras) en la posterior edición, pero del mismo modo que al disparar tenemos que intentar lograr la mayor nitidez también debemos procurar que la exposición sea lo más correcta para evitar posibles problemas posteriores.
Por eso, es importante conocer bien el funcionamiento del triángulo de exposición que mencionábamos antes, conocer los modos de medición de la luz y cómo usarlos, aprender a utilizar el histograma e incluso conocer técnicas como el derecheo.
Pero como todo esto lleva algún tiempo ahí va un primer consejo rápido relacionado con el fotómetro de las cámaras. Un elemento que está calibrado para medir la luz reflejada interpretando que los objetos son de un color gris neutro. Esto hace que si la foto que estemos realizando tiene una mayoría de zonas oscuras o muy claras, el resultado puede ser que la imagen quede sobreexpuesta o subexpuesta (respectivamente), cuando al ver la imagen por el visor (o la pantalla) podríamos pensar que iba a ser justo al contrario. Así, será el momento de compensar la exposición dejando pasar más luz (sobreexponiendo) en el caso de las escenas muy luminosas y lo contrario en situaciones de baja luminosidad.
Componer adecuadamente
Pocas cosas harán que tus fotos den un salto de calidad como una adecuada composición, sin duda una de las claves más importantes para lograr una buena imagen. Una buena composición no solo es necesaria para dar equilibrio a la imagen sino también para dirigir la mirada del espectador de la manera lógica y adecuada.
En este apartado es donde la parte técnica se junta más con la artística, ya que aprender a componer bien es crucial pero algo que se logra fundamentalmente con mucha práctica. Sin embargo, sí que hay que conocer algunas claves y principios fundamentales que se deben respetar para obtener una base sólida (que más tarde podremos romper si así lo estimamos oportuno), así como una serie de trucos útiles para mejorar nuestras imágenes y los errores más comunes que se suelen cometer.
Realizar un correcto procesado
Aunque tengamos una buena imagen de base, el paso de ésta por la post-producción puede dar lugar al traste con nuestros propósitos ya que es una fase en la que pueden producirse muchos errores. Realmente es fácil “cargarse” una foto, especialmente si abusamos del retoque con la nitidez, el contraste, las luces altas y las sombras o el color. Así, a menudo puede suceder que el resultado final se parece más a una pintura que a una fotografía.
Por eso, cuando nos proponemos realizar el primer procesado de una imagen hay que procurar hacerlo de manera correcta y adecuada (por ejemplo siguiendo este método), comenzando con la exposición y siguiendo con la temperatura del color, el contraste, las luces altas y finalmente las sombras. Si la imagen de partida era buena lo normal es que no haya que modificarla demasiado.
De hecho, lo ideal en este punto es actuar con mucha moderación y no “pasarse” con el retoque. El realismo es importante para que una fotografía sea buena y si exageramos algunos aspectos podemos caer en un terreno poco favorecedor. No es necesario que se aprecie cada pequeño detalles de las luces y las sombras, ni que los tonos sean uniformes o que no haya ningún tipo de imperfección en la imagen. Lo imperfecto hace que una foto revele que se trata de la instantánea de un momento real y único, y no una pintura idealizada.
Retocando el color y redimensionando
Cada vez que realices algún tipo de ajuste en la imagen el resultado afectará al color de ésta y hará que parezca menos real. Por eso, si tienes que hacer cambios importantes debes prestar mucha atención a cómo afectan al color. A veces reducir la intensidad (a través de los comandos Vibrance o Saturation) o ajustar la temperatura puede ayudar a mantener el realismo pero, una vez más, conviene no exagerar.
Si tienes intención de imprimir tus fotos es importante tener un monitor calibrado, para asegurarte de que la fotografía que muestres sea lo más parecida a lo que tú ves en tu pantalla, y por otro lado deberías utilizar el espacio de color más amplio que tengas disponible, normalmente ProPhoto RGB o Adobe RGB, para las fotos que quieras mandar a imprimir (mientras que sRGB es el recomendado para compartir en Internet).
Por otro lado, cambiar el tamaño de la imagen antes de compartirla o imprimirla es un paso que parece menor pero es importante y debe hacerse correctamente. Nunca deberías redimensionar una imagen dos veces, porque esto afecta a la calidad, y siempre deberías trabajar con la imagen original y proceder a cambiar el tamaño justo antes de imprimir. Para lograr una calidad correcta al reducir una imagen conviene hacerlo como explicamos en este artículo.
El toque final: enfocando la imagen
Cerramos el círculo volviendo a hablar de cómo lograr la máxima nitidez en la imagen, esta vez en el procesado posterior. De hecho, si queremos añadir foco a la fotografía deberíamos hacerlo como último paso, incluso después de cambiar el tamaño. Esto asegurará la mejor calidad para la impresión final, pero una vez más recomendamos no pasarse con la nitidez y decantarse por la sutileza. Si has seguido los pasos anteriores para llegar a este punto tu fotografía ya debería ser bastante nítida y no necesitar mucho más.
Hoy día es habitual ver muchas imágenes que se han enfocado hasta niveles extremos y el resultado casi siempre resulta falso. Así, es preferible un poco de desenfoque que una imagen irreal. Si tienes dudas sobre si enfocar una foto o no, prueba a hacerlo y a comparar el resultado con la imagen antes de enfocar. Si has hecho las cosas bien seguramente te darás cuenta de que el proceso no aporta mucho a la imagen y lo desecharás.
Con esto hemos terminado esperando que estos pasos os resulten útiles para mejorar vuestras fotografías. Y recordad, un fotógrafo siempre debe estar abierto a aprender cosas nuevas, a entrenar el ojo, a aprender de otros fotógrafos (viendo fotos en Internet, libros, galerías, exposiciones…) y a mejorar sus resultados a base de practicar y practicar.
En Xataka Foto | Fotografiando bajo la lluvia: Trucos y consejos para no dejar la cámara en casa
Foto de portada | Vijay Putra
Ver 1 comentarios