Las cámaras sin espejo han hecho desaparecer a todas las demás. No porque sean mejores, sino porque el mercado va por ese lado. Las réflex tienen todavía mucho que decir y algunas de sus soluciones siguen vigentes en los nuevos modelos, como por ejemplo el obturador mecánico. Hoy vamos a ver por qué en la era de la electrónica las máquinas siguen incorporando el complicado y preciso y por ahora insustituible obturador mecánico frente a las supuestas ventajas del obturador electrónico.
Todavía recuerdo como si fuera hoy una clase magistral de Valentín Sama en la que nos habló de las cámaras sin espejo y de los pocos años que le quedaban de vida a nuestras queridas réflex. Entre los múltiples motivos que presentaba -y que se han ido cumpliendo uno a uno- hablaba de la facilidad de construcción de una cámara sin espejo, sin partes mecánicas.
Porque no nos engañemos. Una cámara digital sin espejo es mucho más sencilla -y barata, pero la venden más cara- de construir que una réflex, que está llena de partes mecánicas de alta precisión que debe tener un ciclo de vida relativamente grande en unas condiciones cambiantes... y es difícil hacerlo bien. Casi todas las marcas han sacado modelos con diversos problemas que tuvieron que confesar y modificar...
Pero en la nueva era se mantiene imperturbable el obturador mecánico, fuerte contra el invasor. Sobre el papel, el obturador electrónico es más constante, más preciso y más duradero. Pero en la mayoría de las cámaras sin espejo se mantiene ese aparente dinosaurio conocido como obturador mecánico. ¿Por qué?
La batalla entre obturadores
Quizás es el último escollo para conseguir una máquina totalmente electrónica, con las mismas funciones o incluso superando las prestaciones de las mejores cámaras mecánicas del pasado, como la gama Canon EOS 1 o la famosa Nikon D5... porque superar las prestaciones y versatilidad de las mecánicas auténticas, como la Nikon FM2 es imposible (no tenía pilas).
Lo primero es definir que es un obturador. Se puede hacer de mil formas distintas. Pero voy a acudir a la definición de Ansel Adams, por aquello de acudir a los clásicos y ver si todavía está vigente su sabiduría:
Sirve para controlar el intervalo de tiempo durante el cual se permite el paso de la luz a través del objetivo para exponer el sensor.
Con alguna pequeña licencia, que espero permita el lector, la definición sigue siendo totalmente válida hoy en día. Solo que hoy en día el adelanto no son las láminas de las que habla en su libro, sino la pura electrónica. Ahora mismo en el mercado podemos encontrar hasta tres tipos distintos de obturador en las cámaras sin espejo (como bien dice Guillermo Luijk) (para este artículo no hablaremos de los obturadores de las cámaras de formato medio):
- Mecánico: el obturador de toda la vida para la mayoría de los lectores. Es un conjunto de láminas que se desplazan de arriba abajo por el sensor y en función del tiempo de exposición dejan una abertura horizontal más o menos grande. El sensor recibe información por partes.
- Electrónico no global: el obturador electrónico habitual hoy en día en todas las cámaras sin espejo. El sensor recibe la información línea por línea horizontal hasta completar todo el recorrido en función del tiempo de exposición. La información llega por partes al igual que el anterior obturador. Para entenderlo de forma sencilla, se enciende y se apaga hasta completar el recorrido.
- Electrónico global: el obturador del futuro. Recibe toda la información de golpe. Se enciende según el tiempo de obturación y se apaga posteriormente. Se conocen como global shutter y salvo en contadas excepciones, no ha llegado al mercado de consumo.
También encontramos modelos que tienen un obturador mecánico con cortinillas electrónicas, una especie de Frankenstein que incorporan cámaras tan populares como la Sony A7III (menú d5).
¿Y por qué los fabricantes mantienen los obturadores mecánicos en sus cámaras más punteras? ¿La electrónica no es infalible? Pues es fácil dar respuesta a estas preguntas pero es un poco larga, así que vamos a otro apartado.
Las virtudes de los distintos tipos de obturadores
Los obturadores mecánicos existen porque los electrónicos no son todavía perfectos. La perfección, lo que cambiará todo, lo que abaratará los costes (es un sueño) serán los obturadores global shutter. Pero todavía no han llegado, como hemos dicho más arriba.
Los obturadores mecánicos han estado entre nosotros prácticamente todo el siglo XX. Alcanzan velocidades de obturación muy altas, hasta 1/8000. Pero son mecanismos de precisión muy costosos de fabricar.
Prácticamente no tienen defectos. Si acaso pueden provocar, junto con el sistema de espejos, pequeñas vibraciones durante su funcionamiento que provocan pequeñas trepidaciones. También puede ser que por motivos físicos no se puedan utilizar con velocidades de obturación más altas que la indicada. ¿Pero quién necesita esos tiempos?
Sin embargo, los electrónicos:
- Permiten tiempos de obturación por encima de 1/8000, ya que pueden llegar a 1/32000, como la Sony A9.
- Asociado a la virtud anterior, logran alcanzar una cantidad ingente de fotografías por segundo. Es fácil que lleguen a 20 fps con el obturador electrónico y que se queden en 9 fps con el mecánico. ¿Cuánta gente necesita realmente esto?
- Y lo mejor de todo, el disparo con un obturador electrónico es totalmente silencioso. De hecho, para activarlo en muchas cámaras, hay que buscar la opción Disparo silencioso.
Parece que todo invita a apostar definitivamente por los electrónicos. ¿Qué fallo pueden tener? Pues uno que todavía no se ha solucionado y no lo hará hasta que se impongan los globales. Cuando trabajamos con luz artificial o con altas velocidades los problemas aparecen. Y son bastante importantes.
Los dos grandes problemas de los obturadores electrónicos
Descubrimos ya los motivos por lo que los obturadores mecánicos no desaparecen. El primer problema es que cuando disparamos en situaciones de luz artificial aparecen bandas en las fotografías. Bandas que delatan la frecuencia de las bombillas que iluminan la escena:
La frecuencia se mide en Hercios (Hz); es la inversa del periodo, y nos indica la cantidad de ciclos de un evento que se producen por segundo.
Solo tenéis que hacer una foto en vuestra cocina, o en cualquier sitio donde haya fluorescentes, y las veréis con una velocidad de 1/100 o superior. La explicación es sencilla. ¿Os acordáis de cómo funcionan? Se enciende y se apaga en función de la velocidad de obturación. Trabaja por líneas... y la frecuencia de las bombillas va cambiando, se enciende y se apaga. Por este motivo la iluminación cambia en el fotograma. Y esto afecta también a la velocidad de sincronización del flash, que baja considerablemente.
El segundo gran problema es el conocido rolling shutter. Cuando trabajamos con altos tiempos de obturación y el objeto se mueve rápidamente, es fácil que aparezca distorsionado o deformado.
Es algo que también ocurre con los obturadores mecánicos pero en menos ocasiones precisamente por su aparente lentitud. Todos recordamos la famosa fotografía de Lartigue del coche de carreras después de hacer un barrido. Esto de debe también a la particular forma de recoger la información. Pero estamos hablando de la paradoja de no poder trabajar adecuadamente a altas velocidades con objetos que se mueven rápidamente...
Personalmente, salvo que busque la discreción en exteriores, siempre disparo con el obturador mecánico para evitar cualquiera de los problemas que hemos señalado. Es verdad que en exteriores, en fotografía de paisaje por ejemplo, da igual. Pero prefiero no arriesgar.
Así que ya tenéis la explicación a este misterioso embrollo que a lo mejor ni os habíais planteado pero que os servirá para la próxima reunión de fotógrafos donde podréis explicar el porqué de la convivencia de ambos obturadores. Y si lo habéis sufrido, ya sabéis cómo solucionarlo. Todo cambiará dentro de poco, seguro. Y las cámaras bajaran de precio...
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