Con la proliferación de las cámaras sin espejo de objetivos intercambiables, se ha vuelto a poner de moda adquirir objetivos antiguos que se acoplan a ellas a través de adaptadores. Esta nueva tendencia ha reavivado un viejo mito que siempre ha acompañado a las lentes fabricadas entre 1940 y 1978: que contienen altos índices de radiactividad. Bueno, mito en realidad, no: porque es real.
¿Qué es la radiactividad?
La radiactividad es un fenómeno propio de elementos radiactivos como son el Uranio, el Polonio, el Plutonio, el Americio, el Torio, el Radio, etc. Básicamente, estos elementos son capaces de emitir energia de alta frecuencia desde el nucleo de sus átomos. En nuestra vida cotidiana estamos rodeados de objetos radiactivos, pero ojo, lo que es importante para nuestra salud es que esa emisión de radiactividad esté dentro de unos márgenes considerados tolerables para el ser humano.
En el caso de las lentes fotográficas, el mayor responsable de este exceso de radiactividad es el dióxido de torio. Este componente, era utilizado para crear cristales con bajas aberraciones cromáticas y menos curvatura. Hoy en día, este material ha sido sustituido por otros como la fluorita, así que no lo encontraréis en lentes modernas, pero sí en aquellas que fueron fabricadas durante las décadas de los 40, 50, 60 y 70.
¿Son radiactivas mis lentes?
Existen muchos listados de lentes junto con sus niveles de radiactividad. Nosotros os proponemos este estudio, publicado por la Universidad de Harvard, esta recopilación y este otro, basado en un estudio del fotógrafo Marco Cavina sobre sus propias lentes con un medidor de radiactividad.
En el vídeo que encabeza este artículo podréis apreciar la cantidad de radiación que tiene una de estas lentes, mucho mayor incluso que la de esos relojes antiguos cuyas manillas luminiscentes llevaban algo de radio. Hay cientos de videos semejantes por la red.
¿Es peligroso?
Con este artículo no pretendemos infundir miedo a utilizar objetivos antiguos. Según las estimaciones efectuadas por las Naciones Unidas, el promedio anual de la dosis equivalente efectiva debida a las fuentes naturales de radiación es de 2.4 mSv. Así que, lo importante es tener en cuenta más bien este valor que el valor absoluto de radiactividad que desprende un objetivo.
De este modo, no es lo mismo utilizarlo de forma ocasional que llevarlo continuamente colgado al pecho o metérselo en la boca (por poner un ejemplo tonto). Y en general, dados los valores de radiactividad que emiten, un uso normal del mismo no debería ser perjudicial para la salud.
Además, según las mediciones y listados que se pueden encontrar por la red, este problema no afecta a la totalidad de objetivos antiguos que existen, sino a un pequeño porcentaje. Lo importante es tener información, que cada uno la valore y saque sus propias conclusiones. Yo personalmente, tengo alguno de estos objetivos en casa, y no pienso deshacerme de él.
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