Si eres amante de la música y de la fotografía seguro que alguna vez has intentado hacer fotos en un evento musical. Pero si tus conocimientos no son muchos ni tu equipo muy bueno es posible que te hayas encontrado con unas imágenes muy por debajo de lo esperado. Por eso nos proponemos enseñarte a conseguir mejorar tus fotografías de conciertos.
Tomar imágenes en estas ocasiones es una de las situaciones más difíciles para cualquier fotógrafo. Suelen ser escenas con muy poca luz y, sobre todo, con unas condiciones que cambian constantemente. Para colmo, lo normal es que los sujetos se muevan rápidamente por el escenario lo que complica aún más lograr buenas fotos. Por eso, nos proponemos enumerar cuáles son los ajustes necesarios para este tipo de fotografía además de comentar cuál es el equipo más adecuado para lograr buenos resultados.
Como decimos, los siguientes párrafos están dedicados a todo aquel que se inicie en esta materia; sin embargo, es posible que también aquellos que ya tienen un cierto nivel de conocimientos puedan aprender alguna cosa útil (nunca se sabe). Así que, cómo no, te invitamos también a que sigas leyendo esperando que te sea útil o, al menos, entretenido.
Equipo y consejos iniciales
Cada vez es más habitual ver una multitud de móviles tomando fotos o haciendo vídeos en los conciertos, ya que los terminales más modernos son bastante capaces de hacer fotos en condiciones de baja luminosidad (un ejemplo es la foto de portada hecha con este smartphone que probamos hace unos meses). Sin embargo, no cabe duda de que contar con un buen equipo es importante para lograr mejores resultados.
Así, nuestro consejo sería utilizar una cámara réflex o sin espejo dotada con un sensor de formato completo, que son las que mejor relación señal-ruido ofrecen, además de un sistema AF lo más rápido y preciso que sea posible. El ideal por tanto, es una cámara de tipo profesional como las que suelen utilizar los fotógrafos de acción y deportes.
Además, es muy importante complementarla con un objetivo lo más luminoso posible. En principio puede parecer que nos hará falta un teleobjetivo pero lo cierto es que todo dependerá del lugar desde el que podamos hacer las fotos, ya que si estamos situados muy cerca del escenario quizá nos sea más útil un gran angular con el que captar una escena más abierta.
En cuanto a los ajustes, antes de nada hay que indicar que no hay unos ajustes perfectos para este género. Y es que, como ya hemos indicado, una de las características principales es que la luminosidad en este tipo de eventos suele ser muy variable. Por supuesto no es lo mismo un concierto de rock o música electrónica que uno de clásica, pero lo normal es que la configuración cambie constantemente, dependiendo de la situación, de lo variada y cambiante que sea la iluminación del evento y de lo dinámicos que sean sus protagonistas.
En cualquier caso conviene conocer unos ajustes básicos de los que partir para empezar y tener una comprensión básica de cómo funciona cada configuración, y a qué límites la podemos llevar en cada uno de los disparos. Gracias a ello estaremos en disposición de empezar a mejorar nuestros resultados.
Modo de disparo
No debería hacer falta indicar que la mejor configuración posible en este tipo de fotografía es el modo manual, que es el que permite mayor control sobre la exposición. Desde luego lo que no debemos es dejar que la cámara trabaje por su cuenta en modo automático porque, como venimos diciendo, la foto de conciertos suele ser complicada, y ya sabemos que las cámaras suelen trabajar bien “solas” en situaciones fáciles pero mo tanto cuando las cosas se complican.
El modo manual permite que tomemos el control de la luz que recoge la cámara de manera más precisa ante las cambiantes situaciones de este tipo de fotos. Así, empleándolo podemos variar rápidamente el triángulo de exposición para ajustarnos a las condiciones cambiantes.
Sin embargo también podemos recurrir a los modos semiautomáticos AV y TV (prioridad a la apertura y a la velocidad, respectivamente) para hacer la tarea un poco más fácil. No es lo mejor porque no conviene concentrarse sólo en uno de los tres elementos fundamentales en la exposición, pero en determinadas situaciones puede ser útil siempre y cuando no olvidemos de controlar el otro valor, ya sea apertura o velocidad, ni tampoco la siempre importante sensibilidad.
Velocidad de obturación
Cuando las condiciones de luz son pobres, suele ser habitual utilizar velocidades de obturación bajas para las fotos pero en este caso se trata de algo poco recomendable (como podéis ver aquí arriba). Lo mejor en estos casos es disparar a velocidades de 1/250 segundos o superior para asegurarnos de que los sujetos no aparezcan trepidados. Por supuesto esto no es algo estricto porque depende de cada situación.
De hecho en un concierto en el que los músicos estén sentados o en un plano muy general quizá podemos “permitirnos el lujo” de hacer las fotos a 1/60 sin que la imagen se resienta demasiado, pero lo recomendable desde luego es disparar a valores que nos aseguren congelar el movimiento. Es decir siempre por encima de 1/125 y sin olvidar esa regla que dice que al menos hay que igualar la cifra de la distancia focal que estemos utilizando (es decir, 1/50 si disparamos a 50 mm, 1/300 si lo hacemos con un 300 mm. etc).
Apertura de diafragma
Para obtener los mejores resultados, sin duda un elemento fundamental es contar con un objetivo “rápido" que te permita trabajar en aperturas entre ƒ2.8 y ƒ1.4 para compensar la baja iluminación. Como sabrás, se trata de dispositivos que suelen ser caros, pero siempre hay opciones para casi todos los públicos.
Claro que si utilizas uno de estos objetivos para tomar fotos en los conciertos es posible que al final acabes haciéndolas en el número ƒ más bajo que tu lente permita y esto también tiene su contrapartida. Por un lado, ten en cuenta que la máxima calidad de los objetivos se consigue a partir de dos diafragmas por encima de la abertura máxima, algo importante aunque no vital en estos casos. Por otro lado piensa que trabajar con estos valores implica hacerlo con la menor profundidad de campo posible.
Esto puede ser muy útil para lograr bonitos efectos, como que aparezca un personaje nítido y el fondo desenfocado, si es que logramos acercarnos lo suficiente. Pero también puede hacer que algunas fotos aparezcan fuera de foco al trabajar en un margen muy estrecho de profundidad de campo.
Sensibilidad ISO
El siempre importante aspecto de la sensibilidad ISO que permita tu cámara se hace crucial en este tipo de tomas. Y es que, en condiciones de baja iluminación, con la necesidad de disparar a velocidades de obturación relativamente altas y objetivos que, aunque luminosos, no siempre son suficientes, forzar la sensibilidad de la cámara puede ser el último recurso del que echar mano. Así, como norma general, podemos decir que para este tipo de fotos deberíamos utilizar la cámara entre 400 y 3200 ISO pero siempre dependerá de la escena en concreto y de la capacidad de nuestra cámara.
De hecho, aquí es importante saber cómo se comporta nuestro equipo en concreto y qué niveles de ruido ofrece el sensor. De esta manera, si sabemos que nuestra cámara rinde bien hasta determinada sensibilidad (por ejemplo 1200 ISO), podemos ajustarla por defecto y jugar con los otros dos valores de exposición en las tomas. Y, si no nos queda otro remedio y tenemos que subir el ISO a 6400, siempre será mejor una foto con grano que ninguna.
Balance de blancos
Lo cambiante de la luz de la escena en este tipo de situaciones y el hecho de que habitualmente se utilicen luces de muchos y diferentes colores hace que el balance de blancos de las fotos sea algo tremendamente variable. Una toma correctamente balanceada puede cambiar en apenas un segundo, por lo que se hace inviable estar cambiando constantemente el ajuste o elegir uno que sirva para todas las tomas.
Así, en este caso lo mejor es dejarlo en automático para que la cámara elija por su cuenta y capturar las fotos en formato RAW (como os contamos más adelante). De esta manera podremos corregir posteriormente el color, si es que resulta necesario, en el revelado para lograr ajustar la imagen convenientemente.
Modo de AF y velocidad de disparo
La velocidad de los hechos que suelen producirse en un concierto aconsejan claramente utilizar el enfoque continuo de la cámara y el disparo en ráfaga para asegurarnos de clavar el enfoque y obtener buenas instantáneas entre las que podamos elegir la mejor para reflejar la emoción del momento. Esto nos obligará a realizar un trabajo posterior de visionado y descarte de las tomas realizadas, pero desde luego nos ayudará a asegurarnos de conseguir “la foto”.
Aquí desde luego entra en juego la calidad del equipo que tengamos, y es uno de los apartados en donde más se notará si nuestro equipo es profesional (o casi), pero la práctica y la experiencia también nos puede ayudar a conseguir buenos resultados con cámaras y objetivos no tan buenos.
Modo de medición
Ajustar el modo en que la cámara mide la luz de la escena es también un punto importante en este tipo de fotografía. El modo matricial que las cámaras suelen llevar activado por defecto no es el más recomendable para este tipo de escenas. Y es que este modo evalúa todo el encuadre para realizar una exposición global, lo que no suele funcionar en los conciertos al existir muchas y muy distintas fuentes de iluminación.
Aquí lo mejor es utilizar el modo de medición puntual, que mide la iluminación en un punto determinado, normalmente el central o el mismo que el sistema AF utiliza para determinar el punto de enfoque. De esta manera nos aseguraremos de que captamos la luz del punto principal de la fotografía. La tercera opción, el modo de medición ponderada al centro, puede ser una elección de compromiso que funcione en algunas circunstancias, pero funciona peor porque el sujeto principal de la imagen no siempre va a estar situado en el centro del encuadre.
Formato de imagen
Disparar en formato RAW es algo que normalmente recomendamos para todo tipo de situaciones, pero es evidente que hay algunas en las que es más crucial, como en este caso. El formato en crudo ofrece evidentes beneficios que aquí pueden ser muy aprovechables, especialmente por lo que toca al balance de blancos y a la exposición.
Las variables condiciones que suele existir en la fotografía de conciertos lo hacen especialmente útil, ya que en una fracción de segundo la luz puede cambiar haciendo que el resultado sea totalmente diferente. Así, con la imagen en RAW se puede corregir la fotografía, tanto por lo que toca al balance de color como a la exposición global, con una flexibilidad que desde luego el JPEG no permite. Por eso, en este caso no deberías dudar y elegir este formato.
Resumiendo
Y con esto hemos acabado con los ajustes básicos para este tipo de fotos en el que nos hemos propuesto ayudarte a conocer las distintas posibilidades de configuración de la cámara y como combinarlas para lograr una imagen correctamente expuesta y suficientemente nítida. Como decíamos, serían sólo un punto de partida sobre el que trabajar y ajustar dependiendo de cada situación en concreto, pero esperamos que os sean útiles y para ello las recopilamos a continuación:
- Modo de cámara en manual
- Velocidad de obturación a partir de 1/250
- Apertura de diafragma entre ƒ2.8 y ƒ1.4
- Sensibilidad ISO entre 400 y 3200 ISO
- Balance de blancos automático
- Modo de AF continuo y disparo en ráfaga
- Modo de medición puntual
- Formato de imagen RAW
Por cierto que para empezar con la fotografía de conciertos es buena idea hacerlo en locales pequeños de tu barrio o pueblo. En este tipo de sitios suele ser más sencillo que el fotógrafo pueda acercarse a los músicos y es probable que te pongan menos pegas para moverte y hacer fotos libremente. A cambio es posible que las condiciones de iluminación sean peores, pero esto te servirá para practicar y aprender más rápido.
En cualquier caso, ahora que ha comenzado el buen tiempo y se van a multiplicar los conciertos por todas partes no te olvides de la cámara y practica.
Foto inicio | Wonderland, por Tuncay
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