Hemos visto en anteriores entradas la importancia de conocer el lugar en el que vamos a exponer, y de la planificación previa del proyecto de exposición.
Ahora que tenemos la idea de nuestra muestra razonablemente trabajada, vamos a empezar a “construir” físicamente la exposición, empezando por imprimir las fotos que ya hemos seleccionado.
La impresión
Imprimir las fotos es el paso más delicado, fotográficamente hablando, de todos los preparativos de la exposición. La impresión es todo un mundo, y podrían escribirse varias entradas sobre los distintos procesos de impresión, formatos, papeles… pero para la primera vez que exponemos lo más práctico suele ser el método de “pregunta y prueba”. En toda ciudad suele haber uno o unos pocos sitios de referencia a los que suelen ir los fotógrafos profesionales a encargar sus ampliaciones en papel. Consulta a fotógrafos conocidos o en agrupaciones fotográficas, pregunta en Flickr o en foros de Internet, busca en Google… Seguro que a poco que preguntes habrán unos pocos nombres que empezarán a repetirse.
Antes de empezar a imprimir es buena idea acercarse a estos laboratorios y consultarles directamente. Diles que estás preparando una exposición y pídeles consejo.
Al acercarte a varios laboratorios y preguntarles directamente podrás conocer las distintas posibilidades que te ofrece cada uno, que soportes y papeles trabajan, cuanto cobran, y dos detalles muy importantes: uno, cómo debes entregarles el material, y dos: que impresión te causan. Esto último es muy subjetivo y puede llevar a engaño, y realmente solo lo podrás evaluar a la larga, pero la manera en que te tratan dice mucho de como van a tratar tus fotos, y esa puede ser la diferencia entre una impresión cuidada y algo que no se diferencia mucho de lo que sale de tu impresora casera.
Sobre como entregarles el material, pregunta en cada sitio. Lo más probable es que te pidan ficheros JPG, a 300ppp de resolución, en un espacio de color sRGB, y ya escalados al tamaño en que quieras imprimirlos. Ten en cuenta que dependiendo del método de enmarcado que vayas a usar, puede ser recomendable que las fotos tengan un ligero sangrado (borde) a su alrededor. Dependiendo del tamaño de la foto y del papel, este borde se lo tendrás que añadir tú al fichero antes de enviarlo a imprimir, o puede añadirse en el mismo momento de la impresión. Al contrario, si por el método de enmarcado necesitas que las fotos vayan “a sangre” (sin borde), pero por el tamaño del papel quedan bordes sin imprimir, pide en el laboratorio que te guillotinen las copias.
Lleva los ficheros ya procesados, con todos los ajustes de color y contraste. Para evitar sorpresas lo mejor es que hayas editado tus fotos en un monitor calibrado. Un calibrador normalito puede costar entre 90 y 120 euros, pero si vas a imprimir a menudo, es una buena inversión. Si piensas dedicarte seriamente a imprimir tus trabajos, un monitor profesional con calibrado por hardware es una opción a considerar, aunque sus precios son elevados. Por seguridad, guarda varias copias de los ficheros de las fotos ya tratadas y listas para imprimir.
En los lugares serios revisarán cada fichero, y si lo consideran necesario y desean ganarse un cliente, te sugerirán algún ajuste de colores o contraste. Ojo: si retocan tus ficheros sin decirte nada, malo.
En cualquier caso, antes de encargar la impresión de toda la exposición, haz pruebas. Selecciona varios laboratorios, los que te hayan causado mejor impresión (valga la redundancia). Selecciona tres o cuatro fotos, las más complicadas de imprimir: con negros muy negros, detalles en las sombras, colores muy saturados, degradados suaves, o contrastes muy fuertes. Encarga en cada laboratorio seleccionado copias de esas fotos, al mismo tamaño en que serán expuestas. Cuando las tengas, ponlas todas juntas con muy buena luz, y no te costará mucho elegir el laboratorio definitivo teniendo en cuenta la combinación de calidad, precio y trato.
Cuando tengas las fotos impresas, trátalas con cuidado: las esquinas tienen una molesta tendencia a golpearse con su entorno y estropearse, y según el tipo de impresión y acabado, una huella dactilar puede arruinar una buena imagen. Una carpeta rígida es muy útil para el transporte, y unos guantes de algodón no vendrán mal para el manipulado.
Si no estás acostumbrado a imprimir tus fotos, el momento en que ves impresas a calidad y en buen tamaño esas fotografías que has seleccionado tan cuidadosamente es toda una experiencia. Disfrútala.
El enmarcado
Posiblemente el paso más caro de todo el montaje, el tipo de enmarcado vendrá determinado por las especificaciones de la sala, las opciones del laboratorio en el que realicemos la impresión, y el presupuesto de que dispongamos. Las posibilidades son muchísimas, desde un sencillo pegado sobre una cartulina (negra o blanca, por lo general), hasta una impresión en lienzo montada en bastidor, pasando por impresión directa sobre soportes como foam o forex, aunque lo más habitual y con una muy buena relación precio-acabado es montar la foto en un passepartout y enmarcar en aluminio, por lo que nos detendremos un poco más en esta opción.
El passepartout es una cartulina ligera con un bisel interior que se monta encima de la foto (es decir, la foto se pega en la parte trasera del passepartout, con una cinta muy parecida a la de pintor, aunque algo más robusta), y al enmarcarla esta cartulina sirve para realzar la imagen y evitar el contacto directo con el cristal del marco. Una forma muy habitual de ver las fotos con esta preparación es en un marco de aluminio, que son muy ligeros y desmontables, en el que se sitúan una superficie rígida (madera o cartón resistente) que sirve de base, la foto ya montada en el passepartout, y un vidrio o metacrilato (este último más barato, pero de mucha menor calidad).
Algunos detalles a tener en cuenta al montar con passepartout:
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aunque hay disponible una amplia gama de colores, lo habitual es usar blanco o negro. Cuando estés preparando las fotos para la impresión haz pruebas incluyendo en la imagen un borde blanco o negro, a ver cual te parece más satisfactorio. Ten en cuenta también si la pared sobre la que se va a exponer es de tonos muy claros o muy oscuros.
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hay diversas opciones a la hora de realizar un passepartout: comprarlos ya hechos, lo que te limita un poco a la hora de decidir tamaños, tanto de la impresión como del marco; hacerlos tu mismo, comprando la cartulina y una hojilla especial para hacer los cortes biselados, opción solo recomendable si tienes mucho pulso, maquinaria adecuada y bastante tiempo libre; o encargarlos a medida en algún establecimiento de enmarcados. Personalmente recomiendo esta última opción, que aunque es la más cara es la que suele ofrecer mejores acabados.
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la cartulina añade un margen a la foto enmarcada, cuyo tamaño lo decides tú si realizas los passepartout de manera artesana, o bien lo escoges entre las posibilidades que te ofrezcan al comprarlos ya hechos. Ten en cuenta que si tienes una foto de 30×40 y la enmarcas con un passepartout de, por ejemplo, 5 centímetros de ancho en todas sus caras, el marco tendrá que tener un tamaño de 40×50.
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al ir la foto pegada sobre la parte trasera del passepartout, éste se “come” un pequeño borde de la imagen que al quedar tras la cartulina no queda visible. Ten presente al imprimir las fotos si puedes sacrificar esos milímetros por cada lado, o si es mejor imprimir un pequeño margen alrededor de la imagen.
La promoción
Otro aspecto que no debe descuidarse es la promoción de nuestra exposición. A los amigos y familiares ya los tenemos seguro, pero no está de más llegar a más gente, aunque sea simplemente por la ilusión que hace ver a personas que no conocemos paseando entre nuestras obras.
Hay muchísimas formas de dar a conocer nuestra muestra. Algunas nos llevarán algo más de tiempo, otras supondrán un cierto desembolso… En cualquiera de ellas asegúrate de que no falta la información importante: el lugar exacto, las fechas de comienzo y final, el horario si no es muy habitual, tu nombre y el título de la exposición, y algunas fotos de muestra. Aquí van algunas posibilidades:
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crea un evento en Facebook. Hoy en día, la forma más sencilla, económica y rápida de dar a conocer una actividad cultural. Invita a todos tus contactos y anímales a que inviten a más gente.
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diseña un cartel que puedas colgar en varios sitios: tiendas de fotografía, centros culturales o de ocio, carteleras sociales… Tampoco hace falta que sean muchos, con unos pocos estratégicamente situados bastará. Consejo: las impresiones en A4 en imprentas digitales no son caras y quedan mucho mejor que una impresión casera.
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aprovecha el diseño del cartel para editar postales o flyers. Empresas tipo Postal Free son un buena opción por un módico precio, aunque siempre tienes la opción de imprimirlas en un papel tipo cartulina y distribuirlas personalmente entre conocidos y establecimientos que consideres interesantes.
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envía notas de prensa. Muchos medios la agradecen y aunque no te la publiquen entera, siempre está la posibilidad de conseguir una mención en los apartados de agenda cultural. Escribir una nota de prensa tiene algo de arte, pero básicamente: sé breve y conciso, da toda la información importante lo antes posible (si no hay espacio, el periodista empezará a recortar los últimos párrafos), e incluye fotos de muestra a buena calidad, pero sin exagerar (menos de dos megas de peso irá bien para cualquier medio impreso, y de sobra para los digitales).
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envía la nota de prensa tanto a medios “analógicos”: periódicos locales y regionales (en prensa, mejor si es directamente a la sección de Cultura), radios, guías de ocio y cultura…; como a medios digitales: blogs de ocio, cultura o fotografia, guias locales o de ocio en Internet… Muchos no la publicarán y la mayoría ni te contestará, pero cuantas más puertas toques, más se abrirán.
Y ya con las fotos listas y la fecha acercándose, llega el momento del montaje… en un próximo post.
En Xataka Foto | Montando tu propia exposición
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