A la hora de revelar nuestras fotografías hay mucha confusión. Hay gente que opta por seguir los consejos de los libros de un autor reconocido. Otros miran cientos de videos de internet y mezclan o intercalan las técnicas en función de la imagen... Pero vamos a hablar sobre un secreto a voces, una de las funciones esenciales del revelado. Vamos a reconocer la importancia de dirigir la mirada del espectador.
Todo los fotógrafos queremos conocer las técnicas secretas de Adobe Photoshop, Capture One o cualquier programa que tenemos ahora en el mercado. Parece que lo importante es conocer la función de todos y cada uno de los parámetros, la función de todas las herramientas y los pasos que hay que dar para conseguir uno u otro efecto que vemos en las redes.
Y la técnica es importantísima. Sin ella no podremos hacer bien nuestro trabajo. Igual que con las máquinas. Una buena cámara ayuda, todavía más un buen objetivo. Pero no todo depende de las herramientas. Son un paso más en el camino de un fotógrafo. Hay que saber elegir con cuidado. No tiene mucho sentido llevar las mejores botas de montaña para caminar por la orilla del mar en verano. Igual solo basta con unas buenas sandalias o incluso ir descalzo...
La fotografía en bruto
Pero no todo depende de las herramientas. Son un paso más en el camino de un fotógrafo. Hay que saber elegir con cuidado.
Pero de lo que no nos libra nadie es de saber mirar e interpretar la escena que se despliega ante nuestros ojos. Es el concepto de la visualización. Y de él depende el éxito o el fracaso de nuestro trabajo. La misión del fotógrafo, la misión más importante es conseguir trasmitir lo que vio. Y para conseguirlo tiene que dominar el revelado o saber explicar qué es lo que quiere a sus trabajadores.
Dirigir la mirada del espectador
Cuando nos sentamos frente al monitor del ordenador y abrimos nuestro archivo, aquel al que vamos a dedicar el tiempo que nos queda, tenemos que mirarle directamente a su interior y rememorar o averiguar qué es lo más importante para nosotros o para el proyecto fotográfico que tengamos entre manos.
De este simple primer paso depende todo lo demás. Da igual que tengamos la mejor cámara, el objetivo más nítido o el programa más avanzado. Si no sabemos lo que queremos enseñar, todo será inútil. De verdad, Hasta el hecho de disparar en Manual o conocer la vida y obra de Cartier Bresson.
Nuestra función es hacer un buena fotografía y saber contarla. Es una sola cosa. Es más fácil si lo tenemos decidido en el momento de apretar el obturador. Pero lo podemos decidir en el momento de abrirla en cualquier programa. No nacemos con la lección aprendida.
La opción elegida (ejemplo exagerado)
Hacemos una foto de una escena porque algo nos ha llamado poderosamente la atención. Un objeto destaca sobre los demás. Y con el revelado debemos potenciarlo. Es, sobre el papel, así de sencillo. Pero a muchos de los fotógrafos que empiezan les cuesta mucho y ajustan los diversos valores dando la misma importancia a todo el conjunto.
En la fotografía del artículo, en los tejados de la catedral de Milán vemos tres objetos importantes. Una de las esculturas y dos de los horribles edificios que la rodean. En principio los tres tienen la misma importancia. Y en función del revelado que hagamos uno de los tres tendrá más peso en el espectador.
El revelado ayuda a dirigir la mirada del espectador
No está de más recordar los consejos de Jay Dickman que recordamos en un antiguo artículo y que siempre consideramos tenerlos en cuenta ante de lanzarse al revelado:
- El ojo prioriza las zonas más claras y de mayor contraste
- Siempre buscamos formas reconocibles y luego todo aquello que desconocemos
- Nos fijamos en el detalle
- Preferimos los colores cálidos a los fríos
Con estas sencillas reglas podemos conseguir nuestro objetivo. Pero es importante tener claro cuál es. En la fotografía de ejemplo veo dos posibilidades:
- Dar mayor presencia a la escultura de la catedral.
- Destacar el papel negativo de los dos rascacielos en la línea del cielo de la ciudad italiana.
Ambas interpretaciones, ambas lecturas, son válidas desde mi punto de vista. Puede que una sea mejor que la otra. Cada uno puede leer o entender las fotografías de forma distinta. Aquí no estamos hablando de cuál es mejor, sino de la que más nos gusta. El espectador es el que dará el ultimátum. Y sobre gustos no hay nada escrito. Incluso es probable que la fotografía no le guste a mucha gente...
La opción número 2 (ejemplo exagerado)
En este caso yo he apostado siempre por dar más relevancia a la escultura. Así que a la hora de revelar decidí tres cosas:
- Oscurecer el fondo con una selección y una capa de ajuste de Curvas para bajar todos los valores. Luego se da un Desenfoque gaussiano en la máscara de capa para difuminar el borde.
- Contrastar la escultura y darle un poco de luz. Igualmente con una selección a mano alzada con la herramienta Lazo (L) y una capa de ajuste de Niveles.
- Darle más acutancia que al resto de la imagen. Con un doble revelado del objeto inteligente y subiendo Textura. Luego, con la ayuda de una máscara de capa y la herramienta Pincel, descubrimos la zona de la escultura.
Todo para conseguir que destaque más, sin que el espectador novel lo note. Porque el buen revelado es aquel que no se ve, que no se percibe. ¿Vosotros con cuál versión os quedáis? ¿La primera, la segunda o consideráis que la imagen no merece la pena?
Ver 1 comentarios