Terminamos nuestro especial sobre fotografía nupcial con las últimas fases de un enlace cualquiera. Después de afrontar lo que seguramente sea la parte más delicada para el fotógrafo de bodas, la ceremonia, entramos ahora en una fase muy amplia y bastante más relajada (aunque no exenta de dificultades) que abarcaría desde el tradicional banquete de bodas hasta la sesión postboda, si es que los novios así lo han dedicido.
Para ponernos en contexto, conviene recordar que nuestra guía comenzó con un artículo sobre los preparativos necesarios y recomendaciones previas, después nos dedicamos a hablar de la preboda y la preceremonia, y más tarde desgranamos quizá la parte más importante de todas, la ceremonia nupcial. Igualmente, una vez más os recordamos que esta serie de artículos está dirigida especialmente a quien vaya a enfrentarse a su primer reportaje fotográfico de boda. Así que vamos ya a entrar en materia.
La celebración
Los novios ya están casados, se han prometido amor eterno y lo más formal ha acabado, incluyendo los retratos de grupo más convencionales. Y ahora toca celebrarlo por todo lo alto, en una fiesta que puede tener muchas formas pero en la que también suele haber una serie de momentos que el fotógrafo debe inmortalizar.
Eso suponiendo que el trabajo no haya acabado, porque a veces el fotógrafo ya no está presente en esta parte de la boda, por la razón que sea. Por supuesto, nosotros hemos supuesto que no es así, y que la labor del profesional de la imagen va a llegar hasta el final del día, incluso va a ir más allá incluyendo una sesión de postboda que redondee ya del todo el reportaje fotográfico.
Pero no adelantemos acontecimientos y vamos con la celebración. Normalmente esta parte comienza cuando los novios llegan al lugar donde se va a producir el banquete, recepción, convite, fiesta o cualquiera de las formas en que se presente (o se denomine). Y normalmente esto ocurre tras la sesión de fotos realizada en exclusiva con ellos (para realizar sus primeros retratos de casados en algún lugar interesante) con la que acabamos el anterior artículo.
Por eso, mientras esto ocurre es muy probable que los invitados a la boda ya lleven un rato esperándoles en el lugar de la celebración y, consecuentemente, puede haber dado lugar ya a muchas otras fotos en las que esta vez los novios no son los protagonistas. Como es evidente que el fotógrafo no puede desdoblarse, aquí puede tener un papel importante la figura del segundo fotógrafo si es que existe en esta boda.
Recuerda que, tal y como contábamos al principio de la serie, la segunda unidad no tiene porque ser un ayudante profesional (aunque sea lo más conveniente) sino que bien podría encomendarse a “ese amigo de la familia que entiende de fotografía y tiene una buena cámara”. Una figura que es posible que tú mismo representaras hace nada (y que probablemente te sirvió para coger experiencia en bodas antes de enfrentarte al reto en el que te ves inmerso ahora) y que puede serte de gran ayuda.
En cualquier caso, llegados a este punto, si contamos con alguien de apoyo podremos haber empezado a retratar a todos los invitados a la fiesta, incluyendo algunos que puede que no hayan acudido a la ceremonia (por lo motivos que sean). Estas fotos quizá no sean las más importante para el reportaje pero sin duda quedarán como un muy buen recuerdo para los novios y los invitados.
Como decíamos en la anterior entrega estas fotografías se pueden abordar desde dos vertientes: una más convencional pidiendo a la gente que pose para la foto, o una documental tratando de captar lo que ocurre en el lugar pero sin intervenir en ello, con la espontaneidad como principal leit motiv. Eso sí, aquí no hay problema por mezclar ambos enfoques, además que lo habitual es que, a medida que avance la fiesta, la parte más espontánea se vaya imponiendo casi con toda seguridad y el fotógrafo se dedique a reflejar el ambiente, la diversión y la alegría del momento.
Photocall y/o Photobooth
Otra posibilidad, que por supuesto tiene que estar consensuada con los novios, es la de montar un photocall o photobooth con el propósito de retratar a los invitados según van llegando al lugar de la celebración o a medida que se desarrolla la fiesta. Se trata de dos términos que fácilmente se confunden por lo que, lo primero es explicar sus diferencias.
Como os contamos, el photocall es, tradicionalmente, un lugar habilitado en la entrada (normalmente con algún tipo de fondo detrás) donde se va a producir un eventos al que asisten personalidades con el fin de que los fotógrafos puedan inmortalizar su llegada. El más famoso quizá sea el photocall de la entrega de los Oscars, donde los looks de las celebridades de Hollywood son fotografiados y suscitan todo tipo de comentarios, pero en cualquier evento publicitario que se precie suele haber uno.
Y por supuesto en una boda también puede haberlo, y de hecho es algo que se ha puesto muy de moda en los últimos años como una forma de ir inmortalizando a los invitados al llegar al lugar del convite. El photobooth, por contra, es un concepto diferente. De hecho, pensad que esta palabra sí tiene su equivalente en castellano y es, ni más ni menos que, fotomatón. Es decir, sería una adaptación de esa tradicional cabina que permite obtener fotografías de forma instantánea (y que generalmente se ha utilizado para hacerse las fotos del carné de identidad).
Se trata por tanto de habilitar un espacio en el lugar de la celebración que funciona como escenario para que los invitados puedan retratarse a lo largo de la fiesta, generalmente utilizando una serie de accesorios divertidos. Gafas, bigotes, sombreros… (las ideas son infinitas) pueden ayudar a lograr divertidas instantáneas que serán más jocosas cuanto más avance la celebración. La moda del photobooth proviene, cómo no, del mundo anglosajón y en principio la idea consiste en utilizar una cámara instantánea para obtener las fotos en el momento, pero como todo esto es algo que puede adaptarse al gusto del consumidor.
De hecho, lo habitual es que ambos conceptos se mezclen en una boda, por ejemplo es muy común que ya en el photocall se usen accesorios. Por lo que atañe al fotógrafo de bodas, el photocall entendido en sentido estricto (es decir la toma de fotografías a la llegada) sí sería un trabajo que podría hacer específicamente. De hecho sería susceptible que se preparara con algún tipo de fondo de estudio además de iluminación específica.
Por su parte, el fotomatón es algo mucho más flexible que bien podría quedar en manos de los propios invitados con una cámara habilitada para ello (ya sea instantánea o no) teniendo en cuenta que estas fotos serán mucho menos serias. Aún así, seguro que un fotógrafo profesional lo va a hacer mucho mejor así que, si se quiere que estas fotos formen parte del reportaje con la misma calidad que el resto, el fotógrafo debería encargarse de ello. Todo depende, como ya hemos comentado en varias ocasiones, de lo que se decida con los novios.
El convite de bodas
Pasamos ya a la celebración en sí que suele tener como elemento principal una comida o cena en la que casi con seguridad habrá una serie de momentos clave que tendremos que inmortalizar. Lo habitual en bodas más o menos convencionales es que estos momentos sean la entrada de los novios al lugar, el primer brindis, el corte de la tarta nupcial y el primer baile de los recién casados.
Como siempre, es importante saber cuáles van a ser estos instantes para no perderse ninguna imagen y estar muy pendiente. Aunque dado que ya estamos en una fase más relajada, además de captar el momento cuando se produzca siempre se puede pedir a los novios que repitan algunas acciones para el fotógrafo, con la finalidad de conseguir, por ejemplo, una instantánea en la que se les vea cortando la tarta o brindando al mismo tiempo que sonríen a la cámara.
Luego hay una serie de instantes que suelen producirse de forma más o menos espontánea, como los besos entre los recién casados solicitados por los invitados o el corte de la liga de la novia si es el caso… La tarea del fotógrafo ha de ser inmortalizar todos estos momentos al tiempo que capta el ambiente del lugar y retrata a los asistentes (sin olvidar los momentos de complicidad entre los recién casados).
También es bastante habitual que el profesional se dedique a recorrer las mesas fotografiando a los invitados. No es que sean unas fotos especialmente vistosas, pero normalmente hay que hacerlas. Eso sí, para este tipo de imágenes mejor retratar pequeños grupos (tres o cuatro personas) que intentar sacar a toda la mesa completa.
En cualquier caso, la idea es plasmar la alegría del momento y la espontaneidad de la gente en estos instantes de diversión y celebración. Por eso el fotógrafo ya puede relajarse un poco y buscar enfoques más creativos para alegrar el reportaje, reflejando instantes divertidos tanto entre los novios como en sus invitados, sin olvidar a los más pequeños que a veces, por su propia idiosincrasia, pueden dar lugar a tomas muy divertidas y originales.
Concluido el banquete seguramente la celebración continuará con un baile en el que la cosa aún se irá relajando más. Aunque el primer baile de los novios será aún un momento bastante formal, llegados a este punto la gente normalmente ya está mucho más desinhibida y es proclive a hacer gestos más extravagantes y a “despendolarse”.
En este momento posiblemente los novios también estén mucho más relajados y podamos fotografiarles en poses espontáneas, algo que seguramente sucederá con varios de los invitados al evento que provocarán situaciones divertidas. Todas estas imágenes ayudarán a nutrir el reportaje y le darán cuerpo para que sea el relato de una historia, la de una experiencia inolvidable para los novios.
En el apartado técnico, seguramente es el mejor momento de echar mano del teleobjetivo y de mezclarse con la gente para captar momentos cómicos sin que sea necesario estar encima de los invitados. Por cierto que las condiciones lumínicas pueden ser muy cambiantes, sobre todo cuando la fiesta llega al baile y la sala se convierte, si es el caso, en una discoteca. En este momento puedes echar mano del flash, pero también podrías permitirte experimentar (ahora sí) con velocidades de obturación relativamente bajas. Piensa que una imagen ligeramente trepidada pero que refleje movimiento puede ser una buena foto si inmortaliza un momento memorable o refleja el amor de unos recién casados.
Lista de fotos imprescindibles
- Plano general de la entrada al lugar del convite y de la sala donde se va a celebrar
- Detalles del lugar (decoración floral, menús, carteles…)
- Foto de la mesa de regalos (si es el caso) y, una vez más, de los anillos
- La tarta (o similar) antes de ser cortada
- Fotos de la llegada de los novios al lugar
- Primer baile de los novios
- Primeros bailes de los novios con los padrinos
- Primer brindis
- Los besos improvisados durante la celebración
- Fotos varias de los invitados
- Corte de la tarta
- Plano general de la fiesta ya de noche (si es el caso)
- Salida de los novios
La postboda
Como contamos en su momento, es una sesión “especial” posterior a la boda que no todos los novios realizan pero que a nosotros nos parece muy interesante. Se trataría de un reportaje que se hace posteriormente a la boda (unos días después de la ceremonia o cuando vuelvan de la luna de miel) y que en el entorno anglosajón se le suele denominar Trash the dress (literalmente “destroza el vestido”) porque se realiza con los trajes nupciales ya utilizados y, por tanto, ya sin miedo a dañarlos.
De hecho, la idea originaria es que la pareja manche y destroce el vestido de la boda una vez que ésta ha acabado y que, muy posiblemente, nunca vaya a utilizarlo de nuevo. Así, se aprovecha para hacer cosas que desde luego no se les hubiera ocurrido hacer antes, como meterse en el mar con el traje nupcial. Se trata, como podéis entender, de una sesión mucho más informal en la que la espontaneidad y la imaginación deben imponerse por encima de todo.
Puede desarrollarse a la orilla del mar, como decíamos, en la ciudad, en la montaña o en un lugar abandonado… Cualquier sitio es bueno en este caso ya que lo que se busca es la originalidad. También puede ser un buen momento para hacer esa foto de los novios en un lugar especialmente conocido de su ciudad, como un monumento famoso, que el día de la boda era materialmente imposible de conseguir.
Como fotógrafo es el momento de ser creativo, y para los novios quizá es el de dejarse llevar por la imaginación y hacer locuras (como la de meterse en el mar con el traje). Hay que aprovechar que estas fotos se pueden hacer sin prisas, con la pareja y el fotógrafo mucho más relajados y la mente abierta.
Aún así, por supuesto, no es cuestión de presentarse sin ninguna idea sobre lo que se va a hacer, sino que hay que planificarlo. Eso no significa que luego, in situ, ambas partes se dejen llevar en el tema de las poses y al final las fotos sean diferentes a lo inicialmente planeado. Al fin y al cabo debería ser la sesión menos encorsetada de todas y, por tanto, divertida tanto para la pareja como para el fotógrafo. Si ambas partes se divierten seguro que el resultado serán unas imágenes mucho más frescas y originales.
Terminando el trabajo
Por fin hemos acabado nuestro gran reto, el primer reportaje de bodas… ¿O no? Pues no porque ahora, probablemente mientras los novios disfrutan de su luna de miel, al fotógrafo aún le queda una dura tarea: El procesado de las fotos, desde la clasificación y descarte de las tomas no válidas hasta el retocado de las que sí van a formar parte del reportaje y, si es el caso, la creación de un álbum de fotos o similar.
Esto es algo en lo que ya no nos vamos a detener, aunque sí hay que apuntar algunas cosas al respecto. Sobre todo por lo referido al tiempo de entrega del reportaje, que no debería alargarse demasiado. Tampoco hace falta que te presentes al día siguiente en casa de los novios con el trabajo ya hecho (como en algún caso que me contaron), pero sí que deberías terminarlo en un plazo razonable. Lo que sí es interesante es que de forma rápida envíes a los novios alguna foto ya seleccionada y retocada para que tengan algo que enseñar y puedan revivir el momento hasta que puedan ver el trabajo completo.
Para esto, un fotógrafo profesional con mucho trabajo puede que necesite un mes o más (y también que no lo cumpla), pero como no es el caso tú no deberías tardar tanto. Una vez más, lo mejor es acordarlo con los novios y ajustarse a lo pactado, y lo ideal sería que a la vuelta de su luna de miel se encontraran con el trabajo hecho, aunque por supuesto depende de lo que tengas que hacer y de lo que vaya a durar el viaje.
Eso sí, piensa que la calidad es lo más importante, y que si tienes idea de dedicarte a este trabajo las fotos de esta boda pueden convertirse en tu mejor tarjeta de visita.
Y con esto hemos acabado nuestro especial sobre la fotografía nupcial. Esperamos que sea útil para todo aquel que se enfrente por primera vez a la siempre estresante tarea de realizar un reportaje de bodas, y para el resto, que su lectura os haya sido interesante al menos. Por supuesto, estaremos encantados de aceptar vuestros comentarios al respecto, incluyendo posibles recomendaciones de vuestro propio cuño que alimenten este artículo.
En Xataka Foto | Guía completa para iniciarse en la fotografía de bodas (I): Preparativos y consejos previos, (II): La preboda y la preceremonia y (III): La ceremonia nupcial.
Foto de portada | tompumford
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