La construcción de las cámaras fotográficas ha mejorado de una forma bastante notable durante los últimos años. Muchos modelos profesionales y para entusiastas utilizan cuerpos de aleación de magnesio, un material que les da una gran resistencia y rigidez, y, a la vez, mantiene bajo control el peso de la cámara. Además, algunos modelos están sellados herméticamente para soportar sin problemas el polvo, la humedad y las salpicaduras.
Aun así, todos sabemos que nuestras cámaras están diseñadas para trabajar en unas condiciones ambientales con una rigurosidad moderada. Tomemos como ejemplo dos cámaras que están de plena actualidad. La X-T1 de Fujifilm, que está sellada, puede operar entre -10 y 40 grados centígrados, y soporta una humedad máxima del 80%. Y la D810 de Nikon, también sellada, puede trabajar a temperaturas de 0 a 40 grados centígrados, y con una humedad máxima del 85%. Como veis, no está nada mal, pero, aun así, son relativamente sensibles a la temperatura ambiental.
Cuidado con la congelación
Como acabamos de ver, las cámaras actuales que tienen un cuerpo sellado herméticamente soportan entornos con una humedad máxima que suele oscilar entre el 80 y el 85%. Sin embargo, por debajo de los 0 grados centígrados comienzan a sufrir, y más allá de los -10 grados centígrados lo más probable es que empiecen a aparecer los problemas. Lo ideal, desde luego, es que no expongamos nuestra cámara a estas temperaturas tan bajas directamente. Si podemos cubrirlas y evitamos que entren en contacto directo con el aire ambiental, mucho mejor.
Pero los accidentes existen. Si, por la razón que sea, nuestra cámara es expuesta directamente a temperaturas muy bajas hasta el punto de llegar a congelarse, correrá un riesgo muy serio y es probable que resulte dañada. Afortunadamente, podemos evitarlo llevando a cabo un procedimiento de descongelación muy cuidadoso. Obviamente, no podemos estar seguros de que volverá a funcionar correctamente, pero esta técnica es la que suele ofrecer los mejores resultados. Estos son los pasos que os proponemos (es necesario respetar este orden):
Si el procedimiento que os acabamos de explicar no consigue que la cámara vuelva a funcionar correctamente, no os quedará más remedio que recurrir al servicio técnico. En este caso es probable que alguno de los componentes electrónicos de la cámara haya sido dañado por la humedad.
Un último apunte. No os perdáis el vídeo que han preparado en SLR Lounge detallando cómo debe afrontarse el proceso de descongelación. No tiene desperdicio. Os lo dejo debajo de estas líneas.
Vía | SLR Lounge
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