Es posible que la palabra os suene a chino, y de hecho nuestro diccionario de la Real Academia no recoge el término (sí que lo hace la Wikipedia), pero seguro que rápidamente entiendes qué es la pareidolia. Ni más ni menos que ese fenómeno por el que reconocemos algo familiar, como una cara, en un objeto inanimado. Osea cuando, por ejemplo, vemos en una pared o en el frontal de un coche elementos que nos hacen parecer que hay un rostro que nos mira.
Seguro que lo has visto cientos de veces, porque puede darse con toda clase de objetos y en muchas situaciones como nubes de formas caprichosas, o rocas erosionadas que identificamos con formas conocidas. Se trata de algo psicológico, cosas de nuestro cerebro que tiende a asociar elementos que encuentra desestructurados (líneas, formas, colores, superficies…) con otros reconocibles por nosotros, almacenados en nuestra memoria a través de la experiencia.
Tal y como nos cuentan los compañeros de Xataka Ciencia, no tiene una clara explicación pero se cree que está relacionado con la evolución del hombre, como una ventaja adquirida para asegurar nuestra propia supervivencia. Para entenderlo debemos retrotraernos a miles de años atrás, cuando el hombre de las cavernas se movía en un entorno lleno de animales salvajes que amenazaban con comérselo a la mínima, por lo que fueron desarrollando la capacidad de reconocer éstas y otras amenazas acechando entre la maleza (por ejemplo).
En cualquier caso, cómo no, este fenómeno tan curioso puede ser utilizado en el ámbito de la fotografía para conseguir imágenes que a veces se quedan en lo curioso pero pueden ir más allá si sabemos aprovecharlo adecuadamente. De hecho, los fotógrafos por esa particular forma de fijarnos en cosas que otros no miran seguro que podemos encontrar más fenómenos de este tipo.
Cómo sacarle partido
Seguro que más de una vez has estado observando las nubes u algún otro objeto tratando de reconocer unas formas. Sin duda puede ser una buena manera de relajarte, pero además también puede ser un reflejo del funcionamiento interno de tu creatividad que siempre está a la caza y captura de inspiración.
Porque, como fotógrafos, lo normal es que siempre estamos “ojo avizor” buscando la belleza en temas que no se suelen ser perceptibles para los no iniciados. Así que para capturar este tipo de situaciones sólo debemos estar muy atentos, abrir nuestra mente e ir “con los ojos bien abiertos”.
Gracias a ello no será raro que encontremos la pareidolia en muchas ocasiones, lo que nos brindará la oportunidad de lograr fotografías cuanto menos diferentes. Podemos encontrarlo en muchos de los ejemplos que ya hemos citado (coches, paredes, nubes y rocas) pero también en objetos domésticos, en plantas y árboles, en las sinuosas formas que surgen del humo o el fuego, en las señales de tráfico y demás carteles urbanos, o incluso en los cráteres de la luna.
Pero ojo porque si nos quedamos simplemente en la similitud puede que la imagen no pase de la curiosidad, y evidentemente nuestra intención es ir algo más allá. Por ello, tenemos que ser capaces de utilizarlo con mucho tino, buscando traspasar la mera coincidencia de formas con una imagen que diga algo más.
Para ello podemos aprovechar algunas de las cualidades de este tipo de imágenes, sobre todo la capacidad de evocar que produce en el espectador. Porque cuando alguien reconoce rasgos “familiares” en algún objeto inanimado, sin duda éste gana mucho interés. Y es que, ciertamente, el hecho de encontrar una pareidolia en cualquier elemento cotidiano supone que un objeto que en teoría no tiene especial atractivo se convierte en algo con personalidad propia.
Por otro lado, este tipo de fotografías tiene la particularidad de que suele ser interpretado de diferentes formas según la persona que la ve. Es decir, la percepción que tiene alguien de una pareidolia puede ser muy diferente a ojos de distintos espectadores, que pueden ver cosas distintas en una misma imagen. Por supuesto esto ocurre más comúnmente cuanto más abstracto sea el fenómeno, por ejemplo en el caso de las nubes que ofrecen formas que son más abiertamente interpretables.
Así que ya sabes, ten los ojos muy abiertos y busca pareidolias por todas partes, ya sea en objetos pequeños o en cosas grandes como las fachadas de los edificios. Y cuidado, porque nunca se sabe quién te puede estar mirando.
En Xataka Foto | Esas "cosas raras" que sólo hacemos los fotógrafos...
Foto de portada | Wikimedia Commons