Hace poco os contábamos cómo hacer fotos de estrellas (y ya mismo es la noche de las Perseidas) o de fuegos artificiales que son disciplinas nocturnas, pero seguro que también muchos os quedáis embobados con esas imágenes de playas y ríos con aguas sedosas y en total calma o de ciudades solitarias en las que sus habitantes apenas aparecen como estelas y que han sido tomadas en pleno día. Pues bien, te explicamos cómo iniciarte en este tipo de fotografías de forma sencilla.
La técnica para ello es, como muchos ya sabréis, realizar una larga exposición. El problema es que estamos hablando de fotos diurnas (aunque se hagan al amanecer o al atardecer) por lo que muchas veces ni siquiera cerrando a tope el diafragma y bajando el ISO al mínimo conseguiremos que el fotómetro de la cámara nos diga que no hay sobreexposición. Por ello, es muy probable que tengamos que echar mano de los filtros de densidad neutra, que será el primer elemento clave para realizar fotografías de larga exposición diurna.
¿Qué es lo que se necesita para este tipo de fotos?
Sobre estos filtros no nos vamos a alargar demasiado ya que en su momento ya os ofrecimos una completísima guía sobre los distintos tipos y cómo utilizarlos, pero sí que al menos debemos recordar qué sirven para disminuir la cantidad de luz que entra en el sensor (sin afectar al color).
Aunque los hay de distintos tipos, básicamente tenemos los normales, que serían un filtro gris neutro más o menos oscuro e igual en toda su circunferencia, los de densidad variable, que funcionan de forma similar a los polarizadores circulares (permitiendo variar el efecto al girarlos), y los graduados, que están divididos en dos mitades, siendo gris en un extremo y desapareciendo gradualmente hacia el centro este color hasta hacerse transparentes.
Estos últimos son muy útiles para controlar las diferencias de luz que suelen existir entre las zonas de la foto, básicamente entre el cielo y la tierra, y permiten corregir las limitaciones de rango dinámico que tiene cualquier cámara y que en largas exposiciones se suele ver muy comprometido.
Conociendo lo que son y qué tipos hay, lo demás que os interesa saber es que si tenéis intención de hacer fotos de este tipo de manera habitual deberéis incorporarlos a vuestro equipo fotográfico sin más demora. Si sólo los vais a usar de manera esporádica, quizá no necesitéis hacer el desembolso y podáis arreglaros sin ellos haciendo fotos cuando la luz empiece a caer o empleando sustitutos como pueda ser un filtro polarizador que, como sabéis, suele conllevar una pérdida de luz de al menos dos pasos.
Por lo demás, para este tipo de fotos los elementos necesarios son los que ya conocemos de la fotografía nocturna: Un trípode estable, o algún lugar donde colocar la cámara sin que se mueva lo más mínimo, y un disparador para lo mismo, ya sea de cable o inalámbrico (y con alternativas como usar el temporizador incluido en la cámara). Tampoco debemos olvidar unas baterías bien cargadas (así en plural, porque una sola nos puede dejar a media sesión) para resistir el alto consumo de batería que requiere este tipo de tomas.
La técnica básica para lograrlas
Si el equipo no varía mucho respecto a las tomas nocturnas, lo mismo ocurre con la técnica, que no difiere mucho de la que se utiliza para hacer, por ejemplo, fotos de fuegos artificiales. Aquí de lo que se trata es de realizar una larga exposición o, lo que es lo mismo, utilizar una velocidad de obturación muy lenta para que dé tiempo a que lo que sucede delante de la cámara se mueva. Algo que sonará extraño a un novato en esto de la fotografía pero que es una opción que abre muchas posibilidades y, no cabe duda, permite obtener imágenes de gran belleza.
Dependiendo de las condiciones lumínicas y de lo que queramos conseguir tendremos que usar velocidades que irían desde unos pocos segundos, por ejemplo para el caso de querer registrar la estela de las luces de los coches, hasta exposiciones de 30 segundos y más, necesarios para lograr el movimiento de unas nubes. En cualquier de ellos, el método a seguir debería ser similar:
- Colocar la cámara firmemente apoyada en el trípode (y recordad que hay que desactivar el estabilizador de cámara y/o objetivos), componer la escena y prepararlo todo para disparar sin que la cámara se mueva durante la exposición. Ajustar el ISO al mínimo (para asegurar la calidad y minimizar el ruido) y cerrar el diafragma al máximo.
- A partir de ahí tendremos que jugar con la velocidad que necesitamos. Si vemos que aún poniendo el ISO y el diafragma como os hemos indicado la velocidad mínima que podemos ajustar no es suficiente para una larga exposición, tendremos que echar mano de los filtros de densidad neutra ya comentados. Si por el contrario, la luz no es abundante podremos elegir la velocidad que nos convenga y jugar con el diafragma. Como en muchas ocasiones, la receta es tener paciencia, probar y practicar mucho hasta conseguir buenos resultados.
Sobre la exposición, es conveniente medir de forma puntual y exponer para las sombras, ya que siempre suele ser más fácil restaurar la información de estas zonas en el postprocesado, mientras que unas altas luces quemadas difícilmente se pueden recuperar. Tampoco está de más considerar la posibilidad de hacer varias tomas (exponiendo para las luces y para las sombras) que luego se fusionen al estilo de una fotografía en HDR.
Por lo demás, es conveniente evitar que algo de luz se pueda colar por el visor si usamos una réflex, motivo por el cual conviene taparlo durante las largas exposiciones.
- Por supuesto el formato elegido debería ser el RAW que nos permita obtener la máxima información de la toma con la que jugar posteriormente, algo que puede ser crucial si en la imagen hay bastantes diferencias en cuanto a niveles de luz.
Ideas para conseguir mejores fotos
El efecto que se consigue con este tipo de tomas, si están bien logradas, suele ser espectacular. El más típico es tratar de que el movimiento del agua se atenúe hasta lograr ese efecto seda tan atractivo ya sea en fotos a la orilla del mar o en caídas de agua.
Otro ejemplo típico son las luces de los coches que quedan registrados como estelas de luz de colores en las fotos pero sin que haya rastro del paso de los vehículos. Aquí se puede jugar desde exposiciones relativamente cortas, de apenas un par de segundos, hasta de minutos para que dé tiempo a que pasen muchos coches (aunque esto se más típico de fotos nocturnas).
Igualmente con la larga exposición diurna se puede conseguir que un paisaje quizá no demasiado atrayente gane mucho gracias a unas nubes con movimiento. Como es lógico, para este tipo de fotos hacen falta exposiciones muy largas ya que el desplazamiento de las nubes suele ser lento.
Una última posibilidad es la de hacer fotos de larga exposición diurna en entornos urbanos con lo que se consiguen efectos de todo tipo. La idea es hacer que la gente que pueda pasar delante de la cámara no deje huella en el sensor o apenas quede registrada como una simple estela (un truco que puede servir para lugares turísticos muy concurridos). Incluso, con una exposición lo suficientemente larga es posible llegar a hacer desaparecer a multitudes de personas en un entorno abarrotado, aunque para ello pueden hacer falta incluso horas de exposición.
Lo cierto es que se trata de una técnica muy atractiva que nos permitirá experimentar, desarrollar nuestros conocimientos y quizá entrar en un universo fotográfico que se convierta en nuestro leit motiv para un futuro profesional. ¿A qué esperáis para probarlo?
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Foto de portada | gwenole camus
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