Seguro que alguna vez te ha pasado que tenías ante ti el momento perfecto para una foto y, sin embargo, al revisar el resultado te das cuenta de que la imagen no es lo nítida que esperabas. Las causas pueden ser varias, empezando por una trepidación producida por una velocidad de obturación incorrecta, pero también es muy común que la causa sea un mal enfoque porque hemos hecho una mala elección del modo AF de nuestra cámara.
Este problema es habitual en los más novatos pero también en los que estrenan una cámara nueva, quizá una de las de última hornada que incorporan sistemas AF híbridos con multitud de áreas de enfoque y logaritmos muy sofisticados que prometen una precisión y rapidez nunca vistos en fotografía. Sin embargo, en la práctica no siempre son lo que prometen o bien requieren de un periodo de aprendizaje, además de hacer necesario tener muy claros los conceptos sobre los diferentes modos de enfoque automático.
Como sabréis, básicamente existen dos modos, el AF-S (autofoco sencillo o simple, también conocido como One Shoot) y el AF-C (autofoco continuo, también conocido como AI Servo), más un tercero, el AF-A (autofoco automático) que aparece en las cámaras más modernas. De estos modos hemos hablado varias veces (incluyendo por supuesto en nuestro Curso de Fotografía), pero ahora vamos a repasarlos desde un punto de vista práctico. Esto es, fijándonos sobre todo en cuándo debemos utilizar uno u otro modo dependiendo de la escena en cuestión que queramos captar.
Eligiendo el área de enfoque
Pero antes hay que hablar de otra característica que resulta crucial para saber utilizar bien el AF, y que no es otra que la elección del área de enfoque a utilizar y, consecuentemente, del número de puntos de enfoque que van a entrar en juego.
Lo que debemos saber es que, aparte de los distintos modos AF, también se puede elegir entre diferentes formas de selección del área o punto de enfoque. En esto no nos vamos a meter en profundidad, ya que dependen mucho del tipo de cámara, pero sí conviene saber que podemos elegir (básicamente) entre que la cámara decida cuál es el punto o área de enfoque preferente en cada momento o que lo hagamos nosotros.
Evidentemente esta segunda opción es la que más recomendamos pero también tenemos que saber que podemos optar por varias opciones. Una sería la más clásica y consiste en decidir que la cámara enfoque sólo en el punto/área central, y reencuadrar si es necesario. La otra, más moderna (y disponible dependiendo del modelo), es la que posibilita ir eligiendo sobre la marcha el lugar (punto o área) en el que queremos que la cámara haga foco.
La primera opción, la de dejar que la cámara haga el trabajo por sí sola, la recomendamos menos porque es evidente que no siempre las cámaras se comportan de la forma esperada, sobre todo en situaciones con muchos elementos o cuando éstos se mueven rápido. En estos casos es donde se lucen las cámaras más avanzadas, las de tipo profesional, que suelen incorporar sistemas y algoritmos de enfoque muy sofisticados.
Para el resto, aunque los modelos cada vez son más avanzados y hasta son capaces de seguir los rostros de forma automática, es mejor recurrir a la selección manual del lugar en que queremos enfocar. Aunque todo es cuestión de conocer y probar a fondo tu cámara para saber hasta qué punto es fiable su sistema AF.
Si los sujetos no se mueven
Pasamos ya a los modos de enfoque propiamente dichos y, como comentábamos, lo hacemos teniendo en cuenta la situación. La primera sería la que describe perfectamente el título, cuando el elemento que queremos capturar no tiene movimiento, caso por ejemplo de un bodegón o un paisaje estático.
En este caso la elección es clara y el modo ideal es el autofoco sencillo, AF-S, que enfoca teniendo en cuenta la distancia a la que se encuentra el sujeto que esté en el punto área elegido. Así, el elemento permanecerá nítido (siempre que no se mueva) ya que la cámara bloqueará el enfoque en ese punto mientras mantengamos pulsado el disparador a la mitad de su recorrido (o bien el botón AF-On).
Gracias a este sistema podemos realizar fácilmente un cambio en la composición de la fotografía una vez que hemos enfocado. Por ejemplo porque lo hemos hecho con el punto central pero no queremos que el sujeto enfocado esté centrado. Para estos casos, por cierto, dejar la elección del punto de enfoque a la cámara no es lo más recomendable, de hecho incluso lo sería más enfocar de forma manual.
Si hay elementos móviles
El caso contrario, el de los temas en los que hay sujetos en movimiento, son en los que tenemos que decantarnos por el enfoque automático continuo, AF-C, que se encargará de mantener enfocado al elemento en cuestión a pesar de que se desplace (y siempre que mantengamos pulsado el botón adecuado). El mejor ejemplo es la fotografía de acción y deportes, donde el uso de este modo de enfoque está más que extendido y resulta muy necesario.
Para estos casos sí que podría ser recomendable dejar que la cámara elija el punto o área de enfoque, pero siempre ateniéndonos a lo que decíamos antes: A la solvencia de nuestra cámara para el enfoque en movimiento. Porque de nada servirá que estemos enfocando de forma continua si lo que tenemos seleccionado no es lo que queremos tener en foco. Por eso, últimamente estamos viendo modernos sistemas que permiten elegir el punto/área AF de forma muy rápida a través de la pantalla táctil o mediante un pequeño joystick.
Si el sujeto no se mueve pero puede hacerlo…
Sería una tercera opción asociada al modo de autofoco automático, AF-A, que, como ya habréis supuesto, es un híbrido entre AF único y continuo. Este sistema enfoca en principio como el modo estático, fijándose en un elemento inmóvil, pero puede variar el enfoque si este sujeto comienza a moverse, como sería el caso por ejemplo de los retratos fotográficos.
Es decir, es un modo que combina lo mejor de los otros dos, por lo que en principio es bastante recomendable elegirlo por defecto. Aunque de nuevo lo más importante es conocer las capacidades de nuestra cámara y saber cómo se comporta, para decidirse por un modo u otro a la hora de disparar.
Otras cosas a considerar
Terminamos con esas otras pequeñas cosas que debes saber, sobre todo si eres novato, para asegurarte de que no vas a tener una foto borrosa por culpa del sistema del enfoque. La primera por ejemplo es que tengas en cuenta la distancia mínima de enfoque del objetivo que estás usando, no vaya a ser que tu cámara no enfoque porque estás demasiado cerca (pasa más a menudo de lo que pueda parecer).
Otro motivo que puede hacer que el enfoque no sea correcto es que estés tratando de enfocar a un sujeto complicado, que tenga poco contraste, o en una situación de muy baja luminosidad que impida al sistema AF funcionar correctamente (ahí de nuevo todo depende de tu cámara en concreto). Y un tercer problema que puede afectar negativamente al enfoque de una imagen es que estemos trabajando con una profundidad de campo extremadamente baja que haga muy difícil acertar en el punto exacto.
Sea como fuere, la práctica y el conocimiento profundo de las capacidades de nuestra cámara, para elegir la configuración correcta en cada caso, son la mejor manera de asegurarnos de que el enfoque va a ser el adecuado. Como siempre, esperamos que el artículo os sea de ayuda y os agradecemos vuestra aportación vía comentarios.