Cómo usar accesorios para hacer nuestros retratos más interesantes

En muchas ocasiones hemos hablado de cómo lograr buenos retratos, una disciplina muy popular entre todo tipo de fotógrafos y en la que hay que tener muchas cosas en cuenta. Una, por ejemplo, bien puede ser la posibilidad de echar mano de distintos objetos y/o accesorios para conseguir imágenes más interesantes.

Por supuesto también tenemos que tener en cuenta muchos otros aspectos clave en un retrato, como el tipo de óptica a usar, la elección de los ajustes, la importancia del fondo o, sencillamente, tratar de evitar errores comunes, pero el uso de accesorios puede ayudarnos a que el/la modelo se relaje y tenga mayor confianza al ser fotografiado, y también puede servirnos para caracterizar al sujeto.

En definitiva, puede ser una buena ayuda para obtener retratos más interesantes, y además puede hacerlo de distintas formas. Pero, antes de seguir, vamos a definir qué entenderíamos entonces por accesorio. Por supuesto no nos referimos a flashes, trípodes, bolsas, correas, etc, etc, sino a esas cosas que podemos utilizar introduciéndolas en la escena junto a la persona (o personas) retratadas.

Serían, por tanto, objetos que agregamos a una fotografía y que aportan interés o significado adicional al sujeto y a la imagen que estamos creando. Los elementos que se pueden usar son prácticamente infinitos y el límite sólo depende de nuestra imaginación; lo cual no significa que convenga recargar una foto de accesorios (más bien al contrario), sino que los accesorios pueden ser casi cualquier cosa, desde una silla donde se siente el modelo, hasta un bocadillo que pueda estar comiéndose.

¿Qué aportan?

El uso de accesorios en los retratos puede agregar humor, misterio, ternura, sensualidad... Pueden ser muy útiles para evitar el nerviosismo de un modelo novato, pueden servir para retratar el carácter de casi cualquier persona, pueden ayudarnos a contextualizar la escena y a estimular la imaginación del espectador.

Cuanta más información visual (que es la más efectiva) podamos incluir, más interesantes serán nuestros retratos. Un simple accesorio introducido en uno puede hacer que adquiera un significado completamente nuevo, ya que nos permite añadir información sobre la persona: a qué se dedica, cuáles son sus aficiones, cómo es su carácter y, si así lo queremos, la ubicación.

Por ejemplo, un retrato de una persona en medio de la calle de una gran ciudad puede estar bien pero no decir gran cosa; sin embargo, si el sujeto lleva una mochila a la espalda ese sencillo accesorio nos estará diciendo que se trata de un viajero y, por tanto, darle un interés nuevo a la imagen ya que, posiblemente, entenderemos esa foto como parte de un relato.

En estudio o sobre el terreno

Por supuesto todo esto que estamos contando se aplica a todo tipo de retratos, tanto los más casuales y/o improvisados que podríamos hacer en exteriores, como los retratos de estudio. Por supuesto en este segundo caso todo debe estar más pensado y planificado, pero el efecto que se consigue en principio es el mismo.

Eso sí, en el caso de los retratos de estudio cobra especial interés el tema de la confianza del modelo, muy importante en el caso de novatos o determinados sujetos como los bebés. Así, permitirles tener algo en sus manos e interactuar con algún tipo de objeto puede ayudar a que el retratado se distraiga, se relaje o pierda el miedo a la cámara y ofrezca una expresión mucho más favorecedora.

Por supuesto en el otro lado, el del fotógrafo, esta estrategia puede ayudar a que la foto cobre interés y a caracterizar al sujeto, algo que no suele resultar fácil en un retrato (sobre todo para los menos iniciados). Además, si queremos realizar más de una toma de una misma persona, introducir algún tipo de accesorios nos ayudará a que los resultados sean mucho más variados.

¿Qué utilizar?

Ya decimos que la variedad es enorme y que no prácticamente no hay límites, por eso más que hablar de qué podemos utilizar (una piruleta, un libro, unas gafas, un instrumento musical, una joya, una flor, un cigarrillo, una bebida, un peluche, incluso una mascota o, por qué no, un arma…) es interesante pensar de dónde debe venir el objeto en cuestión.

Es decir, hay que tener en cuenta que podemos utilizar lo que tengamos a mano (o sea, improvisar), planificar algo en concreto para una determinada toma, tener en el estudio una serie de accesorios que usemos de forma recurrente o pedir al sujeto que use/ traiga los elementos que considere (como los juguetes preferidos de un niño).

Todo sirve para añadir interés al retrato, pero es evidente que introduciendo un elemento que tenga un significado especial para la persona el resultado será más genuino, ayudará más a que se sienta relajado y, muy probablemente, a caracterizarle más profundamente.

Claro que esto se puede entender de una forma bastante abierta porque, puede que al hacer un retrato no tengamos a mano nada especial de una persona, pero si resulta que le encanta el helado y le fotografíamos comiéndose uno, seguro que el resultado ganará enteros.

Si hablamos de retratos de estudio, es habitual que los fotógrafos que se dedican a ello tengan en el lugar una serie de accesorios que utilizan repetidamente en sus trabajos. Una recomendable práctica que será mejor cuanto más variada sea la selección de accesorios para que todos los retratados puedan encontrar algún objeto que les guste y/o inspire.

De cualquier modo, un simple libro puede ser un accesorio que permita que una persona que puede verse menos intimidada por la cámara y las luces, de manera que se sienta mas a gusto y nos brinde una sonrisa de forma más sencilla. Y, con ello, seguro que lograremos un mejor retrato.

Foto de portada | Vinicius Amano