Retocar nuestras fotografías puede suponer un quebradero de cabeza importante si no tenemos claros nuestros objetivos ni somos escrupulosamente organizados a la hora de abrir Photoshop y tocar valores. Hoy os propondremos una serie de consejos importantísimos para retocar rápidamente y sin complicarnos la vida.
Retocar imágenes es algo más que crear capas a lo loco. Es trabajar de forma profunda en una imagen para conseguir un resultado perfecto. Las implicaciones éticas son otro asunto, y no nos pararemos en ellas, pero hoy por hoy la corriente de retoque nos lleva a respetar mucho más que antes la piel y las facciones de la modelo.
1. La tableta gráfica, imprescindible
En primer lugar y lo más importante es disponer de una tableta gráfica. Puede parecer una tontería e incluso yo mismo llegué a pensar que con el ratón no se retocaba tan mal y que es posible conseguir cosas interesantes tardando un poquito más. Craso error.
La tableta gráfica es uno de los accesorios más útiles y prácticos que vas a comprarte a lo largo de tu carrera como fotógrafo, al nivel de ese reflector 5 en 1 que siempre te salva el culo en todas las sesiones. Con un par de atajos de teclado, seremos capaces de cambiar entre todas las herramientas de Photoshop y trabajar con las máscaras a una velocidad infinitamente más rápida que con el ratón.
2. ¿Cómo revelar en Lightroom?
Los reveladores en lote como Lightroom o Capture One apenas ofrecen control sobre la imagen y la editan de forma tosca y general, sin ajustar por zonas. No está mal si queremos un resultado general para unas fotos casuales, pero un trabajo serio debe tener muy poquito revelado en el primer paso y mucho más trabajo en Photoshop, que es donde podemos jugar con las máscaras y las capas de ajuste de forma detallada.
Mi consejo es revelar lo más plano posible, sin contrastar demasiado ni realizar ajustes demasiado bastos. Tan sólo debemos ajustar la exposición, alguna dominante muy fuerte y de inmediato pasamos a Photoshop para realizar los ajustes de contraste, color y detalles finales.
3. El workflow
"Un sitio para cada cosa, y cada cosa en su sitio". Tenemos que establecer cómo vamos a ir trabajando la imagen. No podemos empezar a crear capas de ajuste a lo loco e ir tocando sliders hasta encontrar algo que nos guste.
Lo normal es comenzar con la limpieza de la fotografía con la Corrección puntual o con la Separación de frecuencias. Después podemos seguir con el Dodge and Burn para pasar a la corrección de color y los ajustes finales. Siempre debemos respetar una serie de pasos para trabajar con un orden y unas directrices porque sino podriamos tirarnos cuatro horas para retocar una imagen.
4. ¿Capas de ajuste? Sólo dos
¿Para qué crear miles de capas de ajuste con diferentes sliders para conseguir lo mismo? Las curvas y el tono/saturación son las únicas dos capas que necesitamos. Son las más potentes y con las que podemos ajustar tanto el color como la exposición de nuestra fotografía. Todas las demás capas de ajuste, debéis saber que son interfaces gráficas de curvas en diferentes modos de fusión y a las que se les aplican ciertos ajustes.
Para el color sí que uso alguna otra como la corrección selectiva para tocar algunos tonos concretos pero todas las capas de ajuste de Photoshop son resultado de un cálculo sobre las curvas.
5. Exportando el JPG
Cuando terminamos de trabajar con una fotografía, a veces se nos olvidan algunos ajustes menores, como podría ser la incrustación del perfil ICC, la calidad o el tamaño. Lo suyo es que guardemos tanto el PSD (o PSB) como el JPG a máxima calidad o si tenemos la seguridad de guardarlo en algún tamaño concreto, tal vez sería más práctico crear una acción para guardarlo en ese tamaño específico siempre que queramos.
Si trabajamos en Adobe RGB, lo normal es también incrustar el ICC del Adobe RGB pero como en muchos servidores esa información se elimina, lo más práctico es convertir y guardar simplemente en sRGB.
6. ¿Antes y después? No, gracias
La regla de oro cuando retoques profunsamente tus fotografías es que nunca enseñes el antes/después. Como profesional, es el resultado final el que cuenta, no desde el que partes. Si el retoque es natural y sin estridencias, estará bien hecho aunque partas de una fotografía de Gollum. Las polémicas innecesarias te harán perder tiempo y por consiguiente dinero, por lo que no merece la pena ni un minuto de tu tiempo en intentar justificar un retoque.
Fotografía de portada | Daniel M Viero
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