Normalmente a la hora de hacer una foto no suele resultar difícil saber cuál es el punto en donde debemos establecer el enfoque. Sobre todo en determinados géneros como el retrato o la fauna, donde está muy claro cuál es el sujeto principal. Pero ¿qué pasa con la fotografía de paisaje donde muchas veces no hay un protagonista y se trata de capturar una escena muy amplia y con muchos elementos?
Hace un tiempo ya os contamos cómo elegir la abertura de diafragma correcta para este tipo de fotos, y ahora le toca el turno al enfoque. Porque, como decimos, no es algo que tenga una respuesta clara, tanto desde el punto de vista creativo como técnico (si lo que queremos es tener la mayor profundidad de campo posible). Así que vamos a daros una serie de trucos y consejos para aprender a establecer el enfoque en el lugar más adecuado para nuestras fotos paisajísticas.
Centrarnos en el tema
En variadas ocasiones hemos comentado la conveniencia de tener un elemento principal en la foto que centre la atención del espectador. Incluso os contamos que puede ser conveniente incluir personas en las fotos de paisaje. Si es el caso, y decides incluir en la imagen un elemento principal (que también puede ser natural, como por ejemplo un árbol ) o si te encuentras uno y decides aprovecharlo (como en la foto de abajo), es evidente que lo suyo es enfocar al punto donde se encuentra ese sujeto principal que se lleva el protagonismo.
Lógicamente, siendo protagonista de la imagen no se entendería que ese elemento no estuviera enfocado. Luego ya será el momento de decidir si queremos que se lleve el protagonismo absoluto desenfocando todo el resto de la imagen (en la medida de lo posible, claro), o si queremos que haya nitidez en toda la escena.
Ojo con el enfoque a infinito
Si no tenemos ese elemento principal, es muy posible además que lo que intentemos capturar se encuentre lejos de nosotros. Y, como sabréis, a partir de cierta distancia (entre ocho y diez metros) la mayoría de ópticas pasan de enfocar a un valor determinado a hacerlo a infinito. Es decir, todo lo que esté más allá de ese punto será infinito, así que es recurrente acabar enfocando a infinito.
Así que si estamos haciendo una foto donde la mayoría de elementos principales se encuentran más allá de diez metros puede parecer que deberíamos simplemente fijar el enfoque en infinito (ya sea de forma manual o haciendo que el sistema AF enfoque en un punto situado al fondo de la escena). Claro que esta pocas veces es una buena táctica porque, como sabréis, incluso para hacer una foto de la luna es mejor enfocar en un punto menos alejado.
Además, aunque la mayoría de elementos estén al fondo, seguro que hay muchas cosas situadas más cerca de nosotros que quizá también merecen atención. Así que, como norma general (y antes de ver otras posibilidades), siempre es mejor enfocar un poquito más cerca que el infinito teniendo en cuenta que la profundidad de campo siempre será mayor por detrás del punto enfocado que por delante.
Cuidado con lo cercano
Muchas fotografías pueden estropearse si el primer plano de la foto (lo que se encuentra más cerca, aunque físicamente puede estar relativamente lejos) no tiene nitidez. Por ello, antes de disparar deberíamos fijarnos si hay algún elemento que está relativamente cerca de la cámara, pensar si preferimos que esté o no enfocado y qué efecto tendría en cada caso.
De todos modos, como norma general en fotografía de paisaje (y salvo que queramos aportar cierto dramatismo) suele ser conveniente que haya la mayor profundidad de campo posible, y para ello tendremos que poner en práctica nuestros conocimientos sobre este tema.
Incluso si pretendemos tener zonas desenfocadas es esencial saber cómo funciona la profundidad de campo, porque gracias a ella podremos obtener los resultados esperados. Claro que si pretendemos que todo esté perfectamente enfocado, no bastará con cerrar el diafragma y usar un angular (que, como sabréis, son los parámetros más importantes) sino que habrá que recurrir a otras estrategias.
Utilizando la hiperfocal
La más conocida es ésta, de la que casi seguro has oído hablar al menos una vez. La distancia hiperfocal no es sino una distancia a la que podemos situar nuestro enfoque para obtener (teóricamente) la máxima profundidad de campo en una foto. Esta abarcará aproximadamente desde la mitad de la propia distancia de enfoque hasta el infinito y para calcularla hay que tener en cuenta una serie de variables: Distancia focal, apertura de diafragma y diámetro del círculo de confusión (que depende del tamaño del sensor).
Como es un concepto complejo (que además no está exento de problemas), os remitimos a este especial donde tratamos sobre ella extensamente, aunque sí os adelantamos que existe una fórmula para calcularla pero que, para facilitarnos el trabajo, hay aplicaciones que lo hacen automáticamente.
Otras técnicas para enfocar
Pero la hiperfocal no es la única manera de conseguir que en una imagen haya una gran profundidad de campo. Hay otros métodos, como por ejemplo el apilamiento de imágenes, que consiste en tomar múltiples imágenes de una misma escena utilizando diferentes puntos de enfoque y luego apilarlas (de ahí el nombre) en el posterior procesado.
Otra posibilidad es la denominada técnica de doble distancia, una opción mucho menos conocida que consiste en enfocar al doble de distancia del objeto que esté más cerca de la cámara.
Esperamos que alguna de estas posibilidades sean útiles para aplicarlas cuando estéis sobre el terreno. Por supuesto, no son reglas inmutables ni que sirvan para todas las situaciones, pero al menos sí que son unas pautas con las que guiarnos a la hora de hacer una foto de paisaje.
Foto de portada | Rob Bates