Hasta hace unos años no era habitual, pero hoy día las marcas se vanaglorian de tener sistemas de protección antipolvo para el sensor con los que nos prometen que nuestras fotos quedarán libres de las indeseadas manchas que provocan las pequeñas partículas que se cuelan por la bayoneta al cambiar de objetivo. Pues bien, de todos es sabido que algunos sistemas funcionan mejor, y otros peor, pero prácticamente ninguno es infalible.
Aunque pueda parecer que vuestros sensores están impolutos, hay un método infalible para comprobar la cantidad “de mierda” hablando mal y pronto, que tenéis en el sensor.
Veamos como hacerlo, aunque advierto que es un método no apto para aquellos que lo paseis mal con estas cosas. Si no notais nada raro, casi mejor que no leais este post. Si os gusta la aventura, adelante:
Las motas de polvo o la porquería que tengáis en el sensor puede comprobarse de forma muy fácil, para ello usaremos el diafragma más cerrado que nos permita nuestro objetivo. Es decir, ponemos la cámara en prioridad a la apertura y cerramos el diafragma al máximo. En mi caso un F22.
Pues bien, ahora vamos a buscar hacer una foto uniforme con fondo claro, un cielo azul sin nubes, por ejemplo, es ideal, pero nos puede valer el techo de nuestro cuarto o cualquier otro fondo claro. Cómo nos va costar que la cámara enfoque (al no existir contraste ninguno) ponemos la cámara en enfoque manual y enfocamos a mano (al infinito para el cielo, por ejemplo).
Y ya tenemos nuestra primera prueba:
A este tamaño y con la compresión que aplica el blog cuesta verlas, pero a tamaño real podemos comprobar que tenemos alguna mancha por ahí, aunque no está demasiado mal.
Pero si de verdad queremos que no se nos pase ninguna pequeña manchita podemos acentuar mucho más el efecto. Para ello abriremos Photoshop, o cualquier otro programa de retoque de imágenes y nos iremos a ajuste de niveles, y realizamos un ajuste automático de niveles.
¿Esto da más miedo no?
Aquí si que podemos comprobar todas las pequeñas manchas que tenemos en el sensor. Y a partir de aquí tenemos cuatro soluciones:
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Si nuestra cámara está en garantía, probablemente el fabricante nos ofrezca este servicio de forma gratuita, sin duda la mejor opción y la más barata.
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Si no lo está o bien lo limpiamos nosotros con un kit de limpieza, cosa que no recomiendo.
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O bien lo llevamos a un laboratorio que ofrezca este servicio, que aunque nos costará más caro, seguramente quede perfecto.
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Olvidarse de todo esto y ponerse a hacer fotos. Probablemente la opción más sensata.
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