El realismo en fotografía es algo natural, básicamente porque este arte nos permite capturar cualquier escena que tengamos ante nosotros con un realismo que puede llegar a ser sorprendente. Sin embargo, captar la realidad tal y como es no siempre es la mejor manera de expresarnos. A veces, reducirla a formas abstractas puede ser una excelente manera de desarrollar nuestra creatividad de una forma mucho más libre.
Hablamos de la fotografía abstracta, una disciplina quizá no de las más populares pero que desde luego tiene gran atractivo y que, además, es más accesible que nunca en estos tiempos digitales. Sea como fuere, podemos decir que una fotografía abstracta es aquella que huye del realismo, que busca ofrecer al espectador una “sugerencia de realidad” en lugar de una reproducción fiel, para lo cual se puede recurrir a distintas técnicas y recursos.
Las fotos abstractas no son difíciles de identificar precisamente por lo contrario: Porque es complicado saber con precisión qué es lo que estamos viendo. Es decir, al huir del realismo, las imágenes abstractas ofrecen un aspecto alejado (en mayor o menor medida) de lo convencional con lo que, en principio, el espectador tenderá a preguntarse qué es lo que representa la imagen.
Porque la fotografía abstracta es, de alguna manera, interpretar la realidad de otra manera o buscar elementos en ella que resulten especialmente sugerentes. La razón principal para hacer este tipo de fotos es la que ya hemos adelantado, estimular nuestra creatividad, pero es que además practicarla puede ayudarnos mucho a comprender más sobre las relaciones entre la luz y la sombra, las combinaciones de colores o cómo interactúan las formas entre sí.
Elementos básicos en fotografía abstracta
Hay algunos elementos fundamentales en los que centrarse a la hora de tratar de buscar la abstracción: Forma, color, textura, luz y sombra. Todos ellos forman parte de los elementos esenciales de semántica visual y, por tanto, son recursos básicos con los que contamos los fotógrafos para transmitir a través de nuestras imágenes.
El primero, la forma, es un elemento primordial de una imagen abstracta. Ya sean los detalles de una superficie o la simetría de una serie de elementos arquitectónicos, jugar con las formas es quizá la mejor manera de conseguir la abstracción. Y cuando decimos “jugar” lo hacemos, evidentemente, en el más amplio sentido de la palabra porque, como hemos dicho, se trata de conseguir resultados no realistas (es decir, no identificables fácilmente). Así, la forma ni siquiera tiene que tener una presencia física, ya que perfectamente pueden ser ondas de luz reflejadas o humo que se evapora inmediatamente.
Otro elemento básico para conseguir la abstracción es el color, un ingrediente que sirve para delimitar formas, agregar contraste a la imagen y conducir el ojo del espectador (entre otras muchas posibilidades). Además, usándolo adecuadamente podemos dar a nuestra imagen una serie de cualidades que, como sabéis, suelen venir asociadas a los distintos tonos de color.
Por su parte, la textura es un elemento que por sí solo puede convertirse en protagonista de una imagen abstracta. Al acercarnos lo suficiente a los objetos podemos descubrir texturas desconocidas que se pueden interpretar como abstractas al no ser capaces de identificar fácilmente su procedencia. Además, la textura nos permite agregar definición a las formas y dar contraste a los colores de nuestra composición abstracta.
Por último, no hay que olvidar que todos ellos son elementos estrechamente ligados a la luz y la sombra, ya que a través de ellas podemos manipular el aspecto de una textura, delimitar las formas o resaltar un determinado color.
Donde y cómo buscar la abstracción
La belleza de lo abstracto puede estar en cualquier parte. En las cosas cotidianas que nos rodean, en lugares desconocidos, en interiores o exteriores... Cualquier escenario es válido porque, en casos como éste, está claro que lo más importante es la experimentación. Por eso ya en este artículo de hace unos años decíamos que al no hablar de algo concreto o definible, sino más bien de conceptos, era difícil establecer consejos sencillos para dar a quien quiera practicar este tipo de fotografía.
Por su propia idiosincracia no existen normas ni técnicas específicas, pero sí que es cierto que podemos citar algunos “procedimientos” que se pueden usar para lograr imágenes abstractas. Empezando por la práctica de acercarnos a las cosas para captar detalles que formen parte de un objeto mayor pero que, aislados, tengan un sentido abstracto. Lo cual, llevado al extremo, nos conduce a la macrofotografía.
Lo cierto es que aislar detalles de un todo es una de las formas más sencillas pero también efectivas de iniciarse en fotografía abstracta. Algo que nos exige ser exhaustivos y observadores, y que nos permitirá fijarnos más en detalles como las texturas de los objetos y los patrones de luz. Además, si lo hacemos habitualmente pronto lo asimilaremos y nos daremos cuenta de que, a la hora de hacer fotos, pensamos de una manera distinta y más creativa.
Otra técnica muy apropiada para conseguir la abstracción se basa en jugar con el movimiento. En este caso, como ya imagináis, en reproducir el dinamismo de algo a través del desenfoque de movimiento (motion blur en inglés), una técnica muy atractiva (basada en utilizar exposiciones largas) a la par que imprevisible.
Un buen ejemplo son las estelas de luz que alguna vez todos hemos practicado. Y es que ¿quién no ha obtenido alguna vez una fotografía movida que, sin embargo, tenía gran atractivo por sus formas anárquicas y, cómo no, abstractas? Sin duda es una manera sencilla de conseguir abstracción aunque, como decimos, tiene la particularidad de ser totalmente imprevisible.
Una tercera vía podríamos encontrarla en el desenfoque, pero esta vez no de movimiento sino desenfoque propiamente dicho. Porque una imagen desenfocada puede tener una belleza diferente y especial, sobre todo si se combina con ciertos elementos. Es el caso por ejemplo de esas fotos de lugares con muchos focos luz que se convierten en puntos de colores cuando están totalmente fuera de foco.
También se pueden conseguir interesantes fotografías abstractas jugando con elementos muy concretos como el agua, el fuego y el humo, que producen formas también únicas e imprevisibles. Por último, hay otras técnicas o disciplinas que pueden ofrecer un mayor o menor grado de abstracción como las siluetas, el lightpainting, la niebla o neblina… Todas ellas pueden permitirnos obtener resultados muy atractivos, sin olvidar además que siempre se pueden combinar distintas técnicas para conseguir imágenes aún más abstractas.
Foto de portada | Ricardo Gomez Angel