Ya hemos tratado en varias ocasiones consejos para proteger nuestra cámara de peligros como la lluvia, salpicaduras, altas y bajas temperaturas. Y es que en determinadas circunstancias hay que extremar el cuidado si no queremos que nuestra apreciada cámara acabe pasando por el servicio técnico, o peor aún, dejando de funcionar.
Lo ideal es disponer de una cámara sellada, resistente y despreocuparnos, pero incluso en el caso de disponer de una de ellas no está de más conocer esos peligros que mejor podemos evitar. Nos podemos librar de más de un susto si evitamos algunos de estos peligros para nuestras cámaras.
1. Polvo y arena
No solo se trata de la abundante arena de la playa, que con un poco de brisa puede hacer que las partículas de polvo acaben posándose no solo en el sensor sino en resto del interior de la cámara con nefastas consecuencias. Como no resulta fácil (ni barato) una limpieza, más nos vale asegurar nuestra cámara en espacios abiertos con viento y en los que el polvo, aunque no siempre es demasiado visible, nos fastidie.
Para ello, siempre es recomendable transportar nuestra cámara en una bolsa apropiada, bien cerrada y ni por asomo cambiar de objetivo (si es una réflex o CSC), la batería o la tarjeta de memoria en una zona expuesta al viento. Con todo, si somos asiduos a exteriores con riesgo de polvo, arena y similar, no está de más llevar nuestra cámara a un servicio profesional de limpieza. Un buen mantenimiento nos alargará la vida de la misma.
2. Agua, salpicaduras o ambientes húmedos
Es el peligro más obvio y no siempre el peligro consiste en que nuestra cámara caiga al agua, en una fuente, una piscina, en el mar… Una salpicadura accidental es suficiente para que el líquido penetre en la cámara y como llegue a los circuitos internos tendremos un problema. Tampoco nos olvidemos de proteger adecuadamente nuestra cámara en ambientes y lugares muy húmedos, la condensación puede ser fatal. Las cámaras digitales no se llevan nada bien con la humedad.
Una forma de evitar la condensación (por ejemplo en una zona con nieve) o posible acumulación de humedad es que en la bolsa donde la guardemos o transportemos llevemos esas bolsitas de gel de sílice que son absorbentes. Si por accidente acaba salpicada nuestra cámara, secarla rápidamente y envolverla con un paño seco y un buen puñado de arroz puede ayudarnos, como solución de emergencia. De nuevo, si sospechamos que tras un accidente con líquido ha podido dañar nuestra cámara, mejor que la revisen en un servicio técnico.
Y no nos olvidemos de buscar un lugar seguro (y con una humedad no excesiva) en casa donde guardar nuestro material fotográfico. Así también evitaremos que puedan aparecer hongos.
3. Sal y salitre
Si el agua es dañina para una cámara digital, no lo es menos la sal. Si la salpicadura es de agua salada el daño puede ser aún peor (nos puede dar la cara con el tiempo, si ha sufrido corrosión algún componente interno). No ya digamos si cae en agua de mar. Lo mejor es extremar el cuidado si tenemos que fotografiar próximos al agua salada o en el mar, manteniendo a salvo y bien guardada nuestra cámara cuando no la estemos usando y evitando el cambio constante de objetivos, baterías…
4. Cremas y otros líquidos espesos
Algo tan simple como un líquido repelente de mosquitos, el bronceador o protector solar son cremas que igualmente pueden dañar nuestra cámara. Cuidado cuando manejemos nuestra cámara si tenemos crema en el cuerpo o en las manos. No es nada fácil quitarla y el daño también puede ser grave. Así que mejor nos limpiamos bien las manos. También tengamos cuidado en lugares donde hay productos químicos. Siempre la precaución nos puede evitar más de un susto.
5. Caídas, golpes y sacudidas
Otro peligro muy obvio que se puede evitar fácilmente. Usando una correa, ya sea para colgar en nuestro cuello o de muñeca pero siempre con la cámara bien sujeta, sobre todo si usamos un equipo pesado, voluminoso (y muy caro) evitará que la gravedad de forma accidental ejerza su atracción hacia el suelo y se nos encoja el corazón. También es importante que cuando no estemos usando nuestra cámara la mantengamos guardada y a salvo, un golpe o resbalón y la cámara en décimas de segundo acaba estrellándose. Tengamos también precaución cuando vayamos en un vehículo con mucho movimiento, o en cualquier transporte. Asegurémonos siempre de que cámara y accesorios van bien protegidos en su espacio correspondiente de nuestra bolsa o mochila, bien sujetos.
Como vemos, son muy obvios todos estos peligros, pero seguro que la experiencia de algún susto nos ha hecho ser más precavidos, así que solo prestando un poco de cuidado evitaremos sustos. Hay otros peligros que no he incluido aquí como los niños (auténticos expertos en dispararnos la adrenalina cuando se acercan a nuestra cámara) y los “amigos de lo ajeno”, pero la cualidad de ser cauto siempre ayuda a evitarlo.
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