La blogosfera se ha inundado estos días de ingenio y creatividad al servicio de la fotografía y si hace unos días os mostrábamos cómo transferir fotografías a planchas de madera ahora son los chicos de Photojojo quienes nos sorprenden con otra estupenda idea: añadir olor a nuestras fotografías. La próxima vez que digas que una fotografía huele a algo será porque es así realmente y no un mero recurso literario.
Vais a permitirme que omita la primera de las tres opciones que nos ofrece el tutorial original porque esa es la que te envía a una tienda especializada a que lo hagan por ti y aunque, seguramente, el resultado sea perfecto corta de raíz con el encanto de hacerlo nosotros mismos y eso es lo que pretendemos.
¿Habéis revelado fotografías en cuarto oscuro alguna vez? Si lo habéis hecho imaginad ahora que en el proceso de revelado y fijado introducimos una última bandeja en la que daríamos el olor al papel. La idea es usar una bandeja suficientemente grande para el tamaño de nuestra fotografía y crear en ella una especie de infusión o té con agua y, obviamente, hojas de té.
¿Cuánto té hacemos? El suficiente para que podamos sumergir la fotografía en él porque el papel ha de pasar una noche “absorbiendo” el aroma del mismo. El resultado será una fotografía que no solo huele a las hierbas elegidas sino que se habrá manchado con su color otorgándole un tono sepia que puede resultar muy evocador si elegimos bien la fotografía y el perfume.
En este punto me surgen dudas sobre si se podría hacer de alguna manera que no afecte al tono de la imagen, protegiendo de alguna manera la fotografía durante el baño o quizá usando una capa tan fina de té que solo afecte a la parte trasera de la copia impresa. Sería cuestión de hacer un par de pruebas para ver si puede funcionar o no.
La segunda de las opciones es menos intrusiva para la imagen pero requiere de paciencia. Si antes bastaba con una noche ahora necesitaremos entre 2 y 3 semanas. El proceso es más sencillo también pues solo tendríamos que introducir la fotografía en una bolsa o recipiente que pueda cerrarse herméticamente junto con unos algodones impregnados previamente con varias gotas de algún aroma o perfume.
La ventaja de esta segunda opción con respecto a la primera es que en principio, y salvo que hagamos algo mal, la fotografía no debería mancharse y que la diversidad de aromas y perfumes que podemos usar es abrumadora.
Para ambos casos en el tutorial original se especifica que las fotografías deben imprimirse en papel mate. Desconozco si es un requisito o un formalismo. Lo mejor es preguntar en el estudio donde imprimamos nuestras fotografías que tipo de acabado resiste mejor esta suerte de lavado aromático. ¡Afinad vuestro olfato fotográfico!
Foto | Dennis Wong y Keoni Cabral
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