La nieve y el frío se han convertido en protagonistas de este invierno (aunque pueda parecer raro, no ha sido así los últimos inviernos) y también puede serlo de vuestras fotos, aprovechando que las nevadas han cubierto buena parte del país. Por eso, es posible que muchos os hayáis planteado salir a hacer fotos y estéis pensando si deberíais tomar algún tipo de precauciones previas. La respuesta es que sí, y las medidas a tomar os las contamos.
De cómo proteger nuestro equipo es algo de lo que hemos hablado largo y tendido, generalmente ofreciendo consejos sobre la forma de cuidar el material en distintas condiciones adversas y sobre qué no debe faltar en la mochila. Por supuesto también os hemos ofrecido consejos de tipo más creativo sobre cómo aprovechar una climatología desfavorable o cómo sacar partido de la climatología invernal para obtener buenas fotos de nieve y/o frío (como éstas o estas otras).
Pero en esta ocasión nos vamos a centrar en la protección de la cámara y demás equipo en condiciones de nieve y frío intenso, que son las que muchos de vosotros os podéis encontrar ahora mismo ahí fuera y donde, cómo no, podéis lograr estupendas fotos si seguís estas recomendaciones.
Lo primero, nosotros mismos
Esto es como las mascarillas de oxígeno de los aviones y los niños, antes de colocarle la suya al pequeño tenemos que ponernos la nuestra. Pues eso, antes de pensar en proteger nuestra cámara deberíamos pensar en protegernos nosotros mismos, para que el entusiasmo por hacer fotos no se traduzca en un enfriamiento de nuestro organismo que nos haga enfermar. Además, piensa que aunque sólo tengas previsto dar un breve paseo, las condiciones adversas podrían provocar (por diversas y variadas circunstancias) que tuvieras que permanecer fuera más tiempo de lo pensado.
Como puedes imaginar, el primer consejo es abrigarte bien (la estrategia de la cebolla ―osea, por capas― es muy recomendable), teniendo especial cuidado con las partes más vulnerables como el pecho y la cabeza (por la que se evapora buena parte del calor del cuerpo). Y por lo que toca a lo más estrictamente fotográfico, hay que tener especial cuidado con las manos, que por aquello de manejar la cámara puede que llevemos al descubierto haciendo que sufran los efectos de las bajas temperaturas.
Por eso es recomendable hacerse con guantes específicos para fotógrafos. Hace tiempo la conocida Lowepro incluía en su catálogo unos específicos pero desparecieron, seguramente al mismo tiempo que se hacían populares los guantes con capacidad táctil pensados para poder usar los smatphones. Así, hoy día no es difícil encontrar unos guantes de este tipo con precios para todos los bolsillos que permiten usar las pantallas táctiles y, por tanto, vienen bien para manejar mejor la cámara.
Gracias a ellos mantendremos calientes nuestras manos lo que ayudará a aguantar mejor la sesión y también evitará un eventual temblor de los dedos que, cómo no, puede perjudicar nuestras tomas. Por supuesto, por muy buenos que sean los guantes, el manejo no será como si no los lleváramos, así que habrá que acostumbrarse (para lo cual no vendrá mal algo de práctica previa antes de salir).
Y luego el equipo
Una vez tenemos cubierta nuestra propia protección, es hora de cuidar de la cámara y demás equipo fotografíco. Piensa que en estas condiciones tendremos que enfrentarnos a dos problemas fundamentales: las bajas temperaturas y la humedad provocada por la nieve y/o la niebla. Ante esta eventualidad, lo primero a tener en cuenta es si tenemos una cámara que esté sellada contra los elementos, algo que ya ofrecen muchos modelos.
Si es el caso ya llevaremos bastante ganado, aunque tendremos que cerciorarnos de las especificaciones que declara la cámara, porque no todas aguantan cualquier temperatura de funcionamiento ni conviene descuidarse aunque la cámara declare estar sellada. Por otro lado, es muy importante pensar que la cámara no va a actuar sola (hablamos de cámaras de objetivos intercambiables) sino, cuanto menos, con un objetivo. Y si éste no está igualmente sellado de poco servirá que la cámara sí lo esté.
Para estos casos y para las cámaras que no estén selladas (e incluso para las que sí lo están), la mejor recomendación es hacerse con una funda protectora impermeable (hace tiempo os enseñábamos ésta) o en su defecto fabricarse una de forma casera.
La idea, cómo no, es tratar de mantener nuestra cámara a salvo de la humedad lo máximo posible. Pensemos que, aunque no lo parezca, la nieve al final acaba convirtiéndose en agua de un modo u otro con lo que la humedad está más que garantizada. En cuanto al frío, el mejor consejo es mantener la cámara en la bolsa el máximo tiempo posible o protegerla con nuestra propia ropa, aunque el peligro de la condensación estará ahí presente.
La condensación, un enemigo
Incluso aunque nuestra cámara resista al frío y el agua, la brusca diferencia de temperatura puede provocar condensación. Y esto puede derivar, potencialmente, en humedad en el interior de la cámara o el objetivo que cause todo tipo de problemas. Para evitarlo, es muy útil recurrir a esas bolsitas de sílice que suelen venir en las cajas de cámaras, objetivos y otros aparatos electrónicos cuando los compramos y que se encargan de absorber la humedad. Nunca deberían faltar en nuestra mochila, menos si vamos a hacer fotos en ambientes como los que estamos contando.
De todos modos, antes de guardar la cámara es conveniente secarla bien con nuestra ropa o, mejor, con un paño seco y limpio. Si se ha mojado de forma evidente la dejaremos envuelta en un paño seco o la meteremos en una bolsa de plástico con cierre hermético junto a alguna bolsita de sílice o, en su defecto, con arroz (que también absorbe la humedad).
Por otro lado, una vez que hemos acabado la sesión y estamos a cubierto y calentitos no debemos descuidarnos. Si sacamos la cámara demasiado rápidamente puede que se produzca condensación producida por el calor del lugar, así que si no tienes prisa mejor deja el equipo que se aclimate a la nueva temperatura durante un buen rato antes de sacarla de la funda.
Ojo con las baterías
Por último, hay otro elemento del equipo que puede sufir especialmente las inclemencias invernales si no tenemos precacución. Y es este elemento pequeño pero crucial, ya que sin él no podremos hacer fotos. Hablamos, efectivamente de las baterías, un accesorio que suele funcionar mucho peor en temperaturas extremas, condiciones que hacen que su autonomía se acorte o, directamente, que se descarguen.
Por este motivo, además de contar con alguna unidad de repuesto, es recomendable guardar todas las que llevemos en algún lugar de la mochila o, mejor, en un bolsillo interior de la chaqueta donde permanezcan “calentitas”, y sólo sacarlas en el momento que haya que utilizarlas. De este modo lograremos que no se descarguen y funcionen el mayor tiempo posible.
Con esto hemos acabado esperando que nuestros consejos sean suficientes para animarte a afrontar las duras condiciones que imponen el frío y la nieve. Y, por supuesto que no sufras ningún percance como la congelación de tu equipo, para lo cual deberías llevar a cabo un cuidadoso proceso de descongelación que esperamos no tengas que hacer. En cualquier caso, te animamos a salir a hacer fotos invernales sin miedo. Y si eres de los que (como un servidor) lleva mal lo del frío, piensa que al menos te servirá para hacer buenas fotos.
Foto de portada | Thom Holmes
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