La aberración cromática es uno de los defectos ópticos más molestos con los que podemos toparnos cuando hacemos fotografías. Suele aparecer de una forma bastante evidente cuando disparamos con un fuerte contraluz, y es relativamente frecuente en las compactas de entrada, en las ópticas más económicas y en los smartphones. Sin embargo, ni siquiera los objetivos profesionales se libran de adolecer de este defecto en determinadas condiciones de exposición, aunque de una forma mucho más controlada y menos acusada que en las ópticas básicas.
Para minimizar la aparición de este defecto los fabricantes de objetivos suelen recurrir a varias estrategias. En sus propuestas profesionales algunos optan por las lentes de fluorita, un mineral del grupo de los halogenuros compuesto por calcio y flúor capaz de minimizar con eficacia las aberraciones cromáticas. Pero cuando es necesario mantener bajo control el precio del objetivo es preferible optar por varias lentes de muy baja dispersión, aunque esta decisión complica la arquitectura óptica. Veamos con detalle qué es la aberración cromática y qué podemos hacer para evitarla.
Así se manifiesta la aberración cromática
Como he mencionado al principio del post, esta forma de aberración es un defecto óptico provocado por el objetivo de nuestra cámara, y suele manifestarse bajo la forma de unas irregularidades del color bastante marcadas que suelen aparecer, sobre todo, en las zonas de transición de la imagen en las que se produce un contraste fuerte. Por supuesto, este defecto del color no se corresponde con los objetos que podemos ver en el mundo real, y en algunos casos está tan marcado que puede arruinar una fotografía, por acertadas que sean su composición y su técnica.
En la instantánea que he utilizado para abrir el post podéis observar una aberración cromática bastante acusada justo en la parte superior del lomo del caballo, en esa zona en la que se produce un contraste muy fuerte entre la grupa y el cuello, este último mucho menos iluminado. Esta aberración se manifiesta como una línea roja que recorre el contorno del lomo, y que, obviamente, no debería estar ahí. Como la imagen de apertura del post es relativamente pequeña y no nos permite ver este defecto óptico con claridad, os dejo justo debajo de este párrafo esa misma zona ampliada para que veáis de qué estamos hablando sin forzar vuestros ojos.
Para entender con claridad por qué se produce la aberración cromática tenemos que recordar algunas de las características físicas de la auténtica materia prima de nuestras fotografías: la luz. Como seguramente muchos sabréis, la luz blanca que recibimos del sol es el resultado de la combinación de varias luces diferentes, cada una de ellas con un color y una longitud de onda distintos. Si nos ceñimos al espectro de la luz que podemos ver con nuestros propios ojos, sin utilizar dispositivos adicionales, los colores que nos importan son el rojo, el naranja, el amarillo, el verde, el azul celeste, el azul y el violeta. Las ondas cuya longitud está por encima de los 665 nm del color rojo constituyen la radiación infrarroja, y las que están por debajo de los 400 nm del color violeta forman parte del espectro de la radiación ultravioleta. Nuestros ojos no son capaces de percibir ni unas ni las otras; solo aquellas comprendidas entre el rojo y el violeta.
Lo interesante de todo esto es que, tal y como describe la Ley de Snell, cuando la luz blanca pasa del aire a otro medio transparente, como el vidrio de un prisma, disminuye su velocidad de propagación y se desvía de su trayectoria original. Sin embargo, lo curioso es que la trayectoria que va a seguir la luz depende de su longitud de onda y frecuencia. Como hemos visto, cada uno de los colores que componen el espectro visible de la luz blanca tiene una longitud de onda diferente, lo que provoca que la luz de cada uno de ellos siga una trayectoria distinta, separándose. Este interesante efecto podemos verlo no solo cuando la luz blanca es descompuesta por un prisma dispersivo, sino también en nuestra vida cotidiana cuando la luz del sol atraviesa las diminutas gotas de agua suspendidas en la atmósfera durante o después de la lluvia, y provoca la aparición del arco iris.
Si tenemos presente todo lo que hemos contado hasta este momento podemos entender con bastante precisión qué sucede cuando la luz blanca atraviesa las lentes del objetivo de nuestra cámara: que se descompone en los colores que la constituyen. No obstante, la dispersión de la luz no es igual en todas las lentes, de ahí que existan algunas con muy baja dispersión, y que, por tanto, minimizan este efecto. Lo que nos importa es que la aberración cromática aparece cuando la luz de alguna de las componentes converge en un punto del plano focal (la superficie del sensor) distinto al de las demás, provocando la aparición de esa molesta tinción de la que os he hablado antes.
Cuatro consejos sencillos, pero eficaces
Afortunadamente, los objetivos de buena calidad suelen mantener la aberración cromática bajo control, minimizando la probabilidad de que aparezca. Y, además, nosotros también podemos poner de nuestra parte para evitar que mande al garete nuestras fotografías. Aquí tenéis cuatro consejos simples, pero valiosos, que pueden ayudaros a combatirla:
Corrigiendo esta aberración en Photoshop
Como os he adelantado unos párrafos más arriba, es relativamente fácil corregir la aberración cromática utilizando Photoshop o cualquier otro editor avanzado. Para hacerlo podemos recurrir a los ajustes de corrección de lente y a las máscaras de capa. En cualquier caso, tenéis perfectamente explicados todos los pasos que podéis seguir para salir airosos de este proceso en este otro post práctico que publicamos hace tiempo. Que lo disfrutéis.
Imagen | Garry Knight | Marcellus Wallace
En Xataka Foto | Corrige la aberración cromática con Adobe Photoshop
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