La limpieza y el mantenimiento de nuestra cámara réflex es importantísimo. Con el calor nos apetece más sacar nuestra réflex a pasear para capturar los mejores momentos de nuestras vacaciones y puede que más de uno se encuentre con manchas en el sensor o el espejo que hay que subsanar para disfrutar de la fotografía.
Hoy, os traemos cuatro consejos de limpieza para que demos un repaso por las partes más importantes de nuestra cámara para aprender a limpiar partes tan delicadas como el sensor o el espejo.
El cuerpo, los diales y los botones
Limpiar el cuerpo de cualquier suciedad visible es fácil. La cosa se complica cuando intentamos acceder a los pequeños huecos que dejan los diales, los botones y el visor óptico, que parecen imantar la suciedad.
La solución para limpiar estas zonas difícil es usar un palillo y un paño de algodón como una camiseta vieja o un pañito microfibra humedecido en alcohol. Desestimaría el uso de bastoncillos de los oídos porque además de que pueden ser demasiado gruesos para estas zonas, pueden ser contraproducentes debido a la celulosa que desprenden cuando limpiamos con ellos.
Personalmente haría especial incidencia en la limpieza del visor óptico por ser una zona importante pero difícil de acceder. Para limpiar la pantalla LCD recomendaría llevar siempre encima un pañito de microfibra para retirar el sebo facial que pueda quedar adherido cuando hagamos uso de la galería o el Live View.
La cristalería, reluciente
Otra de las zonas críticas de limpieza es el objetivo. Hay muchos fotógrafos que a pesar de limpiar el elemento frontal del objetivo, lo hacen mal. Por ejemplo, hay quien dá una pasada con la camiseta que lleve puesta, que es casi peor que no limpiarlo.
Para limpiezas normales, lo más normal es emplear un pañito de microfibra para retirar las pequeñas manchas, pudiendo humedecerlo en agua si hablamos de manchas un poquito más rebeldes. No nos olvidemos que el objetivo tiene dos elementos a la vista, y que muchas veces limpiamos el frontal olvidándonos del trasero. De vez en cuando es recomendable sacar el objetivo y darle una pasada al elemento trasero y los contactos, revisando de paso los siguientes elementos de nuestra lista: el espejo y el sensor.
Las tripas: espejo y sensor
Los fotógrafos somos gente meticulosa. Nos gusta que todo esté en perfectas condiciones y por eso conocer cómo limpiar el sensor es vital para que nuestras imágenes luzcan perfectas.
Cuando quitamos el objetivo, lo primero que vemos es el espejo, esa pieza que redirige la luz hacia el pentraprisma óptico. Que el espejo tenga una mota de polvo hará que se vea a través del visor de forma inmediata, pero no hay de qué preocuparse ya que esa mota no saldrá en la fotografía final.
Para limpiar el espejo, tan sólo debemos retirar el objetivo y con una ligera declinación, podemos pasar un pincel de cerdas muy finas y suaves para que las motas se despeguen y caigan fuera de la cámara. Si tan sólo movemos el polvo y no lo sacamos de la cámara, no sirve de nada.
Cuando hablamos del sensor ya hablamos de palabras mayores. Personalmente, recomendaría encargar la limpieza de un elemento tan especial a un servicio técnico profesional. Si nos decidimos a aventurarnos nosotros mismos, la mejor opción probablemente serán los bastoncillos tipo escobilla.
Tras humedecer con alcohol isopropílico o similar una de las partes y realizar una pasada, secamos y comprobamos la eficacia fotografiando una superficie uniforme y bien iluminada con el diafragma cerrado al máximo. Si todo ha salido bien, no deberíamos ver ningún tipo de mancha en la fotografía. Si aún observamos defectos en la imagen, podemos probar a realizar una segunda pasada con alcohol para afianzar la limpieza.
Jamás debemos introducir aire a presión o con una pera al sensor, puesto que corremos el riesgo de dañar el sensor o introducir más porquería en las tripas de la cámara, algo que sólo agravará el problema.
Agua y cámaras, mala combinación
Con el veranito nos apetece acercarnos a la playa con nuestra cámara y... ¡salpicadura!. A no ser que dispongamos de un traje hermético para proteger nuestro equipo, no recomendaría ni acercarnos al agua con una cámara en la mano. De hecho, ni siquiera recomendaría ir a la playa porque el viento puede colar pequeños granitos de arena dentro del cuerpo.
En cualquier caso, lo principal ante una salpicadura pasa por apagar la cámara inmediatamente o no encenderla y extraer partes como la batería, la tarjeta de memoria y el objetivo. Es importante airearla a la sombra, ya que el sol directo puede dañar el cuerpo e incluso provocar daños en el circuito. Es posible usar el secador de pelo a una distancia muy prudencial y con calor bajo, vigilando que el equipo no se caliente, con el único propósito de ventilar y retirar la humedad.
En caso de encenderla tras un tiempo prudencial y no se encienda, desgraciadamente nuestra solución pasa por el servicio técnico.
Fotografía de portada | Dan Taylor
En XatakaFoto | Limpieza de sensor1
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