Un viaje siempre representa la oportunidad de vivir experiencias irrepetibles. Y, por supuesto, también de toparnos con lugares y personas únicos. Afortunadamente, nuestra cámara es nuestra aliada más valiosa si queremos que lo que hemos aprendido, vivido y descubierto durante un viaje perdure más allá de la capacidad de fijar los recuerdos que tiene nuestra memoria. Estoy seguro de que todos los que adoramos la fotografía estamos de acuerdo en esto.
Sin embargo, viajar con equipamiento fotográfico entraña algunos riesgos que no nos queda más remedio que asumir, pero que, con un poco de experiencia, ingenio y prudencia, podemos minimizar. En este post os ofrecemos trece consejos que pueden ayudaros a regresar a casa con todo vuestro equipo fotográfico impoluto, incluso después de un viaje «difícil». Algunos de ellos son bastante obvios, y los demás de una lógica aplastante, pero nos viene bien tenerlos muy presentes para evitar descuidos que podrían salirnos muy caros si con ellos ponemos en apuros la integridad de nuestra cámara u objetivos. Vamos allá.
Sé prudente y todo irá bien
Como vais a ver, los trece consejos que os proponemos recogen los frentes más conflictivos en los que se puede ver sumido nuestro equipo fotográfico durante un viaje. Por esta razón «atacan» la seguridad frente a los cacos, la integridad del equipo si lo introducimos en entornos con una climatología agresiva, y, por supuesto, también qué debemos hacer para preservar nuestras fotografías y evitar que resulten dañadas, o, sencillamente, eliminadas por error o causas ajenas a nosotros, pero que podemos evitar. Entremos en materia.
1. Si tienes un equipo caro, bien porque eres un profesional de la fotografía, bien porque eres un usuario avanzado, protégelo con un seguro. Eso sí, antes de decidirte por uno en particular revisa bien todas las cláusulas y cerciórate de que te ofrece el nivel de protección que necesitas.
2. Utiliza maletas rígidas y lleva tu equipo como equipaje de mano. Como es lógico, las maletas rígidas protegen mejor nuestro equipo que las blandas, sobre todo si su interior está revestido con poliestireno (a mí me gustan especialmente las de Pelican). Por otra parte, si es posible no lo factures y llévalo como equipaje de mano cuando necesites volar para tenerlo siempre bajo control y evitar que le den golpes cuando no estás presente.
3. Esto es de Perogrullo, pero no está de más recordarlo: es importante que no perdamos de vista en ningún momento nuestro equipaje en general, y la maleta en la que llevamos nuestro equipo en particular. Unos pocos segundos de distracción pueden ser suficientes para que un ladrón habilidoso se haga con una de nuestras maletas, y, de paso, con nuestro equipo fotográfico.
4. A nuestras tarjetas de memoria no les afectan los rayos X de las máquinas utilizadas en los controles de seguridad, pero sí pueden dañarlas los campos magnéticos generados por los imanes de las cintas transportadoras. Es poco probable que suceda, pero es preferible saber que puede ocurrir e intentar alejarlas de estas cintas tanto como sea posible.
5. Si llevas contigo una cámara de película asegúrate de que colocas tus rollos fotográficos dentro de una pequeña bolsa transparente. Cuando llegues al puesto de control de seguridad del aeropuerto extráela, explica a los agentes que te van a atender que se trata de película fotográfica, y pídeles que no la sometan a los rayos X de la máquina de control del equipaje de mano. Si lo hacen es posible que tus rollos resulten dañados. Bajo ningún concepto los factures junto al resto de tu equipaje porque las máquinas de rayos X que se utilizan para inspeccionarlo manejan más energía que las utilizadas con el equipaje de mano, por lo que la radiación los dañará casi con total seguridad.
6. Si viajas a un país muy caluroso y te vas a desplazar en coche o autocar, lleva tu equipo fotográfico contigo, en el interior, y no lo dejes en el maletero. De esta forma estará sometido a una temperatura más baja, al igual que tú, gracias al aire acondicionado. Evita, en la medida de lo posible, los cambios bruscos de temperatura para reducir la probabilidad de condensación, sobre todo al pasar de espacios cálidos a entornos más fríos.
7. No dejes nunca tu equipo en el interior de un vehículo, sea del tipo que sea, si no estás tú dentro. En los países turísticos hay cacos que saben perfectamente que los viajeros llevan equipos fotográficos valiosos, y no dudarán en hacerse con el tuyo a la menor oportunidad, aunque eso implique romper una ventanilla o forzar una puerta para acceder al interior del vehículo.
8. Cuando camines por la calle no lleves la cámara colgada a modo de bandolera. Es relativamente fácil para un caco cortar la correa en un instante, pegar un tirón y llevarse corriendo tu cámara. Es más seguro que rodees tu muñeca varias veces con la correa y lleves la cámara agarrada directamente con tu mano.
9. Si no puedes o no quieres cargar con un ordenador portátil, llévate suficientes tarjetas de memoria. Es posible que en tu destino puedas comprar alguna más si te hace falta, pero si sales de casa bien provisto, mucho mejor.
10. En algunos destinos es posible que no puedas cargar la batería de tu cámara con la frecuencia que esperas, sobre todo si no viajas de hotel y vas a recurrir a alojamientos rurales. Por esta razón, lleva contigo al menos dos baterías completamente cargadas, o, si tu cámara usa pilas, suficientes unidades de repuesto.
11. Evita, en la medida de lo posible, las temperaturas extremas, aunque, en la práctica, las cámaras suelen soportar entornos más exigentes que los anticipados por los fabricantes. Lógicamente, las cámaras y los objetivos sellados soportan mejor estas condiciones.
12. Si viajas a un desierto o a un círculo polar, por ejemplo, haz lo posible para evitar los cambios bruscos de temperatura. En espacios muy fríos mantén tu cámara cerca de tu cuerpo para reducir el riesgo de condensación, y, si se produce, extrae la batería y la tarjeta de memoria, y deja las tapas abiertas. No enciendas la cámara hasta que estés seguro de que la condensación ha desaparecido.
13. Las cámaras y los objetivos más voluminosos suelen llamar la atención de los malhechores porque saben que los equipos profesionales suelen ser grandes y caros. Por esta razón puede ser una buena idea llevar a determinados países cámaras que sean lo más compactas y discretas posible. Afortunadamente, tenemos a nuestra disposición compactas de calidad profesional, como la RX1 de Sony, entre otras, que pueden cumplir perfectamente en estas circunstancias y que ante los ojos de un «profano» pueden ser confundidas con una compacta del montón.
Apela al sentido común
Como acabáis de ver, la mayor parte de estos consejos son de sentido común, y todos los conocemos. Sin embargo, nuestros auténticos enemigos son las distracciones y los excesos de confianza, así que no está de más repasar este decálogo antes de embarcarnos en un nuevo viaje, sobre todo si no viajamos con frecuencia. No tenemos nada que perder, y sí mucho que ganar.
Imágenes | Paul Nelhams | Japan Camera Hunter
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