Sensores más grandes, con mayor resolución, sin filtro de paso bajo... Objetivos con 11 palas, lentes aesféricas de fluorita para evitar aberraciones... software con nuevos algoritmos de interpolación, modos de fusión avanzados... Muchas veces creemos que estas cosas van a ayudar que nuestras fotografías sean mejores ¿pero realmente es así? Aquí vamos a debatir sobre qué nos permite mejorar como fotógrafos.
Hoy he estado haciendo fotografías en un colegio. Lo primero que me ha dicho una de las profesoras es que con semejante cámara ya puedo hacer buenas fotos... que en un viaje su hija se llevó la grande que tiene y que las imágenes de aquel viaje son espectaculares**. El otro día un alumno me quería cambiar su A7 II por mi A7 III porque seguro que con ella se hacen las cosas mejor**... Y como estas anécdotas seguro que muchos de vosotros tenéis miles.
Siempre se ha pensado que tener lo último en el ámbito de la fotografía es garantía de calidad. Que un fotógrafo con un Mac es mejor que el que tiene un pc. Y no entiendo que algunos se crean mejores que otros por tener una Sony, un Nikon o una Olympus...
Siempre se ha pensado que tener lo último en el ámbito de la fotografía es garantía de calidad. Que un fotógrafo con un Mac es mejor que el que tiene un pc. Y no entiendo que algunos se crean mejores que otros por tener una Sony, un Nikon o una Olympus... para todos ellos hay un secreto que hay que compartir: Da absolutamente igual el equipo que tengas. El único que no cambias eres tú. Y seguirás haciendo las mismas fotos malas o las mismas joyas que antes (solo que con más tecnología).
El equipo da igual
Porque tener un equipo u otro no te hace mejor. Mucha gente se preocupa por tener lo último y justifica sus fallos por no tener el objetivo estabilizado o tal cámara... Lo único que nos hace buenos es el tiempo que practiquemos con el material que tengamos.
Hace poco tuve la inmensa suerte de probar un 600 mm con una Sony A9. Y las fotos que hice no fueron en absoluto maravillosas. Estaban bien pero fui incapaz de hacer un buen barrido, por ejemplo, con uno de los equipos punteros del momento. Y allí, a mi lado, estaba un fotógrafo deportivo que con el mismo material hacia maravillas. Y lo que es más increíble para algunos, con su equipo anterior también lo hacia.
Una de las respuestas más habituales que me dan en los últimos años es que por eso todos los profesionales tienen los equipos que tienen... que les gustaría vernos con una compacta o con un móvil (como si no pudieran ser considerados equipos profesionales). Y la respuesta es siempre la misma.
Si tenemos estos equipos es simplemente porque son más resistentes para aguantar el día a día. Y también porque desde un punto de vista técnico son mucho mejores, por supuesto. Pero eso no significa que hagamos mejores fotos gracias a estos monstruos de la tecnología, sino que simplemente nos permiten trabajar con seguridad en situaciones de poca luz o enfocar en situaciones en las que equipos de gama media no podría.
Pero estoy hablando de situaciones muy específicas. En la mayoría de los casos, en el mundo de la fotografía de viajes, los retratos y demás no hace falta tener lo último por motivos técnicos. De verdad. Nuestro equipo tiene que estar acorde con nuestras necesidades. Y sabiendo qué hay que hacer, cualquier cámara sirve. Si hasta he oído decir que una Olympus no sirve para fotografía nocturna... ¿la gente no sabe que un trípode y velocidades lentas de obturación hacen milagros?
Cuando vemos las fotografías colgadas en la pared de una galería, en una revista o donde sea os prometo que es imposible distinguir si están hechas con la C, la N o la S
Cuando vemos las fotografías colgadas en la pared de una galería, en una revista o donde sea os prometo que es imposible distinguir si están hechas con la C, la N o la S. Con las cámaras de formato medio se podía saber según las marcas pero hoy en día es imposible. Lo que distingue una fotografía de otra es el fotógrafo que está detrás.
¿Necesitamos una FF, objetivos luminosos...?
Todo depende de nuestra afición. De lo que queremos fotografiar. No por tener una Sony A9 para hacer fotos a nuestros hijos van a ser mejores. Hay que ser coherentes. Uno de los mejores fotógrafos de nuestro país, José Manuel Navia, ha utilizado para sus últimos trabajos una Nikon de gama media. Otro ejemplo más al que añadir a los clásicos que todos conocemos.
Y es que confundimos la formación del fotógrafo con la calidad del equipo. Este es el problema que se ha acuciado en el mundo digital. Muchos prefieren escuchar la última técnica de Photoshop que ver el trabajo de August Sander. Discutir si Sony es mejor que Canon o Nikon que leer el último libro de Joel Meyerowitz. Copiar las fotos del último gurú a buscar un estilo propio.
Puede que todo sea culpa del tiempo que hay que invertir. Ser fotógrafo es cuestión de esfuerzo, de horas con la cámara al hombro y gastar mucha suela. Y este es el camino. Pero han hecho creer que la fotografía es solo dar un botón y que si tenemos uno con inteligencia artificial todo está hecho.
El mejor consejo que podemos dar es hacer fotos durante las próximas vacaciones de verano. Pillar la cámara que tengamos y disparar, al menos una al día. Además leer unos cuántos libros, tener experiencias dignas de contar a los amigos y a la familia, ver exposiciones y hacer incluso algún curso. Así gastaremos más tiempo, de acuerdo; pero ahorraremos dinero si hacemos esto en vez de comprarnos una cámara más rápida o más sensible. Y lo mejor de todo, haremos mejores fotos.
Por supuesto depende de cada uno. Si quieres comprarte el último grito eres totalmente libre. Pero no confundas la técnica con la calidad. El buen fotógrafo hace maravillas con cualquier herramienta. Los demás estamos condenados a creer que la culpa es solo de nuestro equipo. Solo nos queda elegir en qué lado de la barrera queremos estar.
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