Cuando arrancamos a estudiar y meternos en el mundo fotográfico es muy común que el profesor o la tendencia nos lleve a ir hacia un software de tradición como los de la suite de Adobe, Capture One, On1 y demás. Desde un principio se presenta el software pago como ‘la mejor vía’ para desarrollar nuestras habilidades, lo que deja en nuestras mentes que debemos entrar a un sistema de suscripción o a hacer una gran inversión para poder realizar nuestros procesos de postproducción.
¿Por qué alejarnos del software pago? ¿Qué ventajas podemos encontrar en el software libre? Acá os damos nuestra visión al respecto:
Una historia de alternativas
Hay un mercado muy grande de alternativas en edición fotográfica desde el mundo móvil, a las alternativas para ordenadores y las opciones que se encuentran en línea. Cada una de estas categorías tendrá su ventaja frente a otras. Pero, en esta ocasión, nos centraremos especialmente en el mundo de alternativas para ordenadores.
En el pasado hemos hablado de algunos de estos reveladores y editores de fotografía que son gratuitos. En estas entradas tocamos los límites y ventajas que hay con los editores integrados de nuestro sistema operativo, los reveladores propios de las marcas e incluso de reveladores libres. Así mismo, tenemos tutoriales para el uso completo de algunos de ellos como DarkTable.
¿Qué es lo que nos aleja de usarlos?
Que no son tan completos o tan amigables como los software pagos. Está claro que, al ser gratuitos, esos software libres no tienen el mismo desarrollo en compatibilidad, rendimiento e interfaz de usuario que las versiones pagas. Muchas de las herramientas esenciales se encuentran justo ahí, pero la falta de un equipo de desarrollo constante y los recursos para dedicarse a mejorar cada uno de sus aspectos del todo hacen que estos proyectos sean mucho más crudos.
Sin embargo, tras unos cuantos videos de YouTube o de tutoriales en línea, podremos notar que no son tan complejos y aterradores como parecen. Con un poco de práctica nos podremos acostumbrar rápidamente a las herramientas y trabajar nuestras imágenes. Y ahí es donde arranca nuestro camino en estas plataformas.
Un reto de aprendizaje
La primera y gran ventaja del software libre contra el pago es claramente el precio. En países Europeos, los precios de un software pueden parecer una inversión relativamente baja de precio. La suscripción de un mes del plan de fotografía de Adobe equivale a unas cañas con los amigos. En Latinoamérica, esa suscripción mensual puede ser el equivalente a una semana de alimento.
Estos precios, aunque bajos, nos ponen en perspectiva las prioridades. Y, cuando el único flujo de trabajo que el fotógrafo conoce es el de un software pago, en el momento que necesite de ese software para su trabajo y no tenga acceso a él, solo le queda recurrir a la piratería o a simplemente no poder hacer el trabajo.
La segunda ventaja del uso del software libre es entender las herramientas. Usualmente, el software libre está desarrollado por personas que se enfocan en lo técnico. Las interfaces son muy cuadradas y planas, las herramientas son muy técnicas y poco visuales, casi todo tiene la opción de elegir procesos de cómputo desarrollados por distintos ingenieros de la imagen. Cuando vemos esto en un software pago, usualmente entramos a un software con ruedas de entrenamiento donde todo está organizado para sentirnos cómodos y profesionales desde que empezamos a mover la primera rueda de color y el primer slider de exposición.
Ese ambiente tan técnico nos obliga de alguna forma a tratar de entender todo lo que estamos moviendo. De alguna manera, manejar tanto tiempo en modo manual nos permite que el coche automático sea mucho más sencillo de manipular.
Si bien en un software libre no tenemos herramientas de reemplazo de cielo o mejorador de pieles automático, lo que sí tenemos es un entrenamiento importante en la gestión del flujo de trabajo. La misma complejidad de los software nos enseñan a que debemos gestionar cómo vamos a manejar nuestros archivos.
Si la depuración y la edición son procesos largos en un software como Capture One, en un software libre esto se hace más extenso. La tercera gran ventaja es que un fotógrafo que aprenda de estos largos procesos es un fotógrafo que se acostumbra a una organización más estructurada y un flujo de trabajo más optimizado para ahorrar tiempo en su trabajo. Crea un flujo de trabajo eficiente y efectivo.
Finalmente, aprender a trabajar en software libre y en software alternativo a la costumbre nos permite adaptarnos fácilmente y a salir de apuros en distintas situaciones donde no tenemos acceso a lo que estamos acostumbrados. Ser versátiles y saber solucionar problemas viene de experimentar y de retarnos a manipular sin miedo cualquier herramienta que nos presenten.
Esta adaptación se logra al integrar la experiencia y el conocimiento. Y esto es lo que más ofrecen los software libres.
Vosotros, ¿tenéis algún software libre en el que os guste trabajar?
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