'Ven y mira' es probablemente la película más salvaje que he visto nunca. Nunca podré olvidar cada uno de los planos de los 136 minutos que dura. Desde el principio te hunde en el terror de la guerra. Es la película antibelicista por excelencia. Pero no todo el mundo podrá aguantar los primeros planos de un niño que quiere entrar en combate y sufre lo indecible. La fotografía cobra protagonismo en dos momentos puntuales de la película y simbolizan el comportamiento humano, el amor y la muerte.
La película ha vuelto a la palestra por la nueva edición remasterizada de la copia original. Se estrenó en los cines y ahora la podemos ver, si podemos, en la plataforma Filmin, el lugar perfecto para los cinéfilos.
No es una película sencilla ni en su narración ni en su planteamiento. Al principio es un viaje a la locura. Todos los personajes están desquiciados y sientes el miedo a flor de piel. Pero en el segundo y tercer acto encuentras la explicación. Y es la forma más realista de entender por qué la guerra nunca es la solución.
El origen de la película es conmemorar el 40 aniversario de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial. El gobierno soviético encargó al director Elem Klimov una película propagandística. Pero filmó una historia contra el horror de la guerra. No es un canto a la victoria sino un golpe en el estómago a la cruel humanidad.
Y aunque parezca mentira la fotografía está presente en la película. El director de fotografía Aleksey Rodionov siguió la estela de Andrei Tarkovski, por la búsqueda de la luz natural en todo momento y algunos planos que recuerdan al cine ruso de los años 20. Pero hay dos momentos en los que sale una cámara, en los que la gente quiere posar para detener el tiempo y pasar a la posteridad.
La primera fotografía en 'Ven y mira'
El nombre de la película viene de uno de los versos más repetidos del Apocalipsis de San Juan, uno de los libros más crípticos de la Biblia:
Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira.
Se refiere en concreto a la llegada de uno de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis dispuestos a acabar con la vida en la tierra. El primer sello introduce al anticristo; el segundo causa una gran guerra. El tercero provoca la hambruna y el cuarto sello trae las plagas, hambre y guerra... Y todavía quedan tres.
Estamos contemplando el fin del mundo. Y el director de la película nos lo deja bien claro desde el primer plano. Rostros sacados de las películas de Fellini, voces demoníacas, comportamientos tiránicos y una atmósfera que no nos dejará respirar ni un instante. La sinopsis nos puede dar una idea de lo que vamos a ver:
Tras encontrar un viejo rifle, un joven bielorruso se une a las fuerzas de la resistencia soviética, que lucha por expulsar a las fuerzas nazis del frente oriental. Allí, será testigo de algunos los mayores horrores cometidos en la Segunda Guerra Mundial.
La primera fotografía
La primera aparición de la fotografía en la película aparece cuando el ejército partisano soviético en el que se enrola el protagonista decide posar ante una cámara. La próxima batalla todavía no ha llegado y todos posan como soldados valerosos contra el invasor. Entran todos, desde las abuelas del pueblo, hasta el protagonista con su rifle convencido de la aventura épica que piensa que va a vivir.
Mira como un niño, tumbado en el suelo, dirigido por el soldado fotógrafo que fija su pequeña cámara de fuelle en el trípode en medio del bosque. Es la imagen de una reunión, donde todos están orgullosos de estar ahí, como en una boda. Da igual el frío, la suciedad y el ambiente. Todos tienen esperanza dentro del horror que saben que van a vivir.
La fotografía final no se ve, pero la imaginamos dentro de un álbum, pequeña y en blanco y negro. Es la imagen de la épica y la camaradería de un grupo de personas que quiere retener un tiempo feliz a pesar de todo. Pero es gente que va a matar.
La segunda fotografía
La película cuenta uno de los episodios más desconocidos de la Segunda Guerra Mundial. El ejército nazi, al atravesar la actual Bielorrusia, asesinó a la población de más de 600 aldeas quemando a todos sus habitantes dentro de las edificaciones más grandes de cada pueblo: un granero, una iglesia...
El niño vive el asalto de una de estas aldeas. Y consigue salir pero en su huida cae en las manos de un soldado que le empuja y arrastra para posar en la fotografía que está preparando con sus compañeros. El fotógrafo, a mano alzada, enfoca de rodillas con su cámara de fuelle, al grupo de cinco personas que quieren pasar a la historia.
Segunda fotografía
Uno de ellos decide que quedará bien apuntar en la sien a un niño asustado que está seguro de que va a morir. Se muestran felices y satisfechos por el trabajo recién hecho. Son los vencedores y quieren recordarlo para siempre. Les da igual que un niño esté de rodillas con la pistola en la cabeza.
Es la misma sensación que tiene el otro ejército al principio de la película. Quieren un recuerdo de su paso por el mundo, algo que merezca la pena colgar en la pared o poner en un álbum para las generaciones futuras. Al final todo el mundo se hace fotos para recordar. El problema es que unos se la hacen antes de matar y otros después de hacerlo.
Son fotografías enfermas, que nos hacen dudar de la humanidad. Nuestra generación no ha vivido una guerra. No quiero estar en un bando ni en otro. Solo hacemos fotos en los buenos momentos de nuestra vida. Los demás hacemos lo posible por olvidarlos. Pero la guerra aflora la maldad de la humanidad y 'Ven y mira' nos lo recordará siempre.