Una de las preocupaciones sobre la inteligencia artificial que surge en los fotógrafos gira alrededor del mérito final de la fotografía. Este cuestionamiento viene alrededor de la pregunta de qué tanto puedo manipular la imagen antes de que el mérito sea de la máquina y no nuestro. Acá algunas opiniones.
Deja a la máquina decidir
Hace poco vi en twitter una imagen que llamaba mucho la atención. El mensaje mostraba “Mi ciudad, más hermosa que nunca”. La imagen era una foto de la ciudad capturada desde un edificio alto como en horas de la tarde; sin embargo, el cielo había sido cambiado en Luminar AI con uno de una galaxia predeterminada.
Para muchos, era claro el montaje, pues el efecto se veía muy artificial y la escena era físicamente imposible (la contaminación lumínica es demasiada y ese ángulo del espacio no se puede ver desde la ciudad). El fotógrafo incluso respondió a algunas personas que la imagen había sido editada con Luminar. Pero, esto generó una gran discusión en su publicación.
Algunos defendían la idea de que no importaba el montaje porque se veía linda la ciudad. Otros argumentaban que era un engaño, que mejor aprendiera a fotografiar antes de estar subiendo montajes y que no era digno de poner ‘Nombre-Photography’ en su perfil (por poner todas las críticas en un lenguaje bonito). Los ataques a su cuenta fueron tantos que eventualmente la dejó en privada.
El uso que se le dio al sistema de cambio de cielos de Luminar tal vez no fue el apropiado. Puede que sea alguien que debe practicar más o que toma la fotografía desde algo más casual. Su intención era ver más linda su ciudad, crear una imagen de orgullo; y esa herramienta le pareció la indicada.
Si bien fue la máquina la que realizó la mayoría del proceso (ya que el reemplazo de cielos ajusta el tono y el contraste), la idea narrativa fue la del joven que quería ver la ciudad con un cielo estrellado. Lastimosamente la imagen final no contaba con una calidad visual que una comunidad profesional pudiera aceptar como aceptable.
Y tal vez acá es donde el mérito fotográfico queda en la máquina y es una limitante en la fotografía. El fotógrafo tiene una idea, pero deja que la IA se encargue de cómo llegar a ella. Pero, el principal problema es que la inteligencia artificial aún no maneja el concepto de estilo y tan solo busca optimizar la imagen según parámetros preestablecidos.
El resultado, muchas de estas imágenes terminan cayendo en la misma tendencia, con los mismos estilos, los mismos cielos, los mismos ajustes de textura. En ese sentido, tenemos una máquina cuyo mérito es crear contenido en masa. Esto funciona principalmente para personas que recién entran al mundo fotográfico o quienes solo quieren que la imagen se vea más bonita de como la tomaron.
El humano controla la máquina
Sin embargo, ese mal uso de la inteligencia artificial y ese mérito de la máquina se dan cuando no se piensa en cómo usar la herramienta. Podemos tener un brazo robótico que da brochazos, pero para crear la pintura debemos darle las coordenadas de trazo.
¿Qué nos permite tener méritos sobre nuestro trabajo?
Las decisiones en la ejecución y los por qué del uso.
El reemplazo de cielo no es algo nuevo, aún recuerdo a mi profesor enseñándonos a hacer el recorte de cartón para tapar la exposición de la ampliadora en el papel y que pudiéramos fusionar otro cielo en la composición. Técnicas que de alguna manera migramos al revelado y la edición digital. Procesos que sirven para ciertos tipos de fotografía.
En imagen de arquitectura publicitaria y de bienes raíces, el cielo debe ser perfecto y cuadrar con el estilo de la casa para que sea más llamativa. Así que, si no se dieron las condiciones perfectas cuando se hizo la toma, la opción de reemplazar el cielo es casi que obligatoria para que el cliente pague.
Es muy probable que en fotografía de evento social haya muchas veces en las que el fotógrafo debe corregir pieles. Si ahora la IA hace un trabajo que limpia de manera que se siente natural, es trabajo adicional que se le quita al fotógrafo.
Y hay muchas herramientas que sirven en situaciones y contextos similares. Dependiendo del género o del estilo, el uso de inteligencia artificial ayuda a ahorrar tiempo y ejecutar los ajustes necesarios de manera más fácil. Sin embargo, la principal diferencia es que en estos casos es el fotógrafo quien es consciente de la cantidad y el cómo aplicar procesos de IA en sus fotografías.
Esa consciencia sobre la imagen permite que mantengamos ese mérito personal y no artificial de la imagen. Seguimos siendo nosotros quienes controlamos cada aspecto y, así la herramienta aplique los ajustes, los aplica según lo que sabemos que funciona para nuestra imagen.
Vosotros, ¿qué opináis sobre el uso de herramientas basadas en IA?
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