Esta semana ha aparecido un artículo de José Latova sobre la supuesta manipulación de una de las fotografías que hizo Robert Capa durante la guerra civil española. Esos niños no estaban ahí, los llevó él para hacer un montaje. No es la primera vez ni la última que pasa algo semejante. ¿Pierde valor la fotografía por no reproducir una escena real?
Robert Capa está en entredicho desde hace mucho tiempo. Dicen que no es tan importante como parece ni tan buen fotógrafo como nos quieren hacer creer. Cada vez más autores, como el propio José Latova, cuestionan la integridad del fotoperiodista que terminó formando parte del equipo original de la agencia Magnum.
En este caso se analiza otra de las fotografías icónicas del autor. Cuatro niños entre las ruinas de una casa destrozada por la artillería. Después de analizar los contactos de la famosa maleta mexicana, se puede observar que esos niños aparecen una y otra vez en distintos lugares de la ciudad asediada. Robert Capa, personaje americano inventado por Endre Friedmann y Gerda Taro, buscaba la forma de ganar dinero rápido con sus fotografías. Y si comunicaban el dolor y el asedio que sufría la sociedad civil, mejor que mejor.
Sus más que probables mentiras sirvieron para llevar a portada la primera guerra totalmente documentada y el sufrimiento de toda una sociedad. El poder de los medios para hacer y deshacer historias y conflictos según los intereses de los gobiernos. Lo mismo pasa con su famosa y manida fotografía del miliciano muerto. Se da por cierto que es mentira, que ni mucho menos es el último suspiro de vida de un soldado. Pero se ha convertido en un símbolo a la misma altura que el Guernica de Picasso.
El problema de la fotografía
Y es que la fotografía no puede ser verdad o mentira. En un artículo que escribí hace tiempo en mi blog, un lector hizo una observación muy inteligente:
Es un tema recurrente que creo que se aborda desde una perspectiva equivocada. La fotografía no es verdad ni es mentira, son propiedades no aplicables al concepto de imagen (o cuadro, o escultura). La fotografía, como la pintura o la escultura construye modelos de la realidad, es decir, captan solo una parte de la misma. El hecho de que no incluyan la totalidad, algo imposible, no las hace falsas, solo parciales. Igual que nuestra vista, por ejemplo, que es ciega a la mayor parte de la longitudes de onda del espectro electromagnético. El hecho fotográfico o pictórico es que esa parte que se recoge transmita sensaciones a quien la observa. La verdad o la mentira no tienen nada que ver con ese proceso.
Los fotógrafos solo enseñamos una parte de la realidad. Encima está tamizada por la técnica que empleemos. Y luego todo depende del acabado final. Algo que está más cuestionado que nunca hoy en día por el uso de los programas de edición. Siempre se ha dicho que la fotografía es verdad y que lo que vemos entre cuatro márgenes es una copia, un calco perfecto de lo que ha pasado. Desgraciadamente mucha gente piensa que las cosas son blancas o negras. Sin matices. Un error en el que no se puede caer.
Partiendo de esta observación nos podemos plantear muchas cosas. Y podemos ver el fotoperiodismo desde muchas ópticas distintas. Queremos que lo que saca el fotógrafo sea exacto, que no haya manipulación alguna. Pedimos pura objetividad a algo que no puede serlo. Si somos de un partido pensamos que un periódico de otro ve las cosas bajo su prisma. Y no nos parece bien. No creo que la fotografía pueda tener una ideología, pero es evidente que puede ser dirigida por un titular o una edición adecuada. Pero me estoy metiendo en camisa de once varas...
La mentira en la historia de la fotografía
Pero la historia de la fotografía ha vivido muchos casos similares. No solo Robert Capa nos hizo creer algo que no pasó realmente como muestran las imágenes. Ojo, no estoy hablando del revelado posterior, sino de la escenificación del momento para crear una impresión en el espectador.
Los fotógrafos decidimos disparar en un momento u otro. Puede que tardemos cinco segundos en hacer la foto. O dejemos pasar a la gente durante mucho tiempo hasta que la composición sea perfecta. A lo mejor podemos hasta esperar que la luz sea inmejorable. O directamente hacemos clic sin pensar en nada, con el único objetivo de ser fieles a la realidad que vemos. La realidad cambiará en cada momento en función de nuestra forma de mirar o necesidades.
Podría ilustrar la manipulación con varios ejemplos más conocidos pero voy a quedarme con el padre del fotoensayo y con el clásico indiscutible de la fotografía de calle: Eugene Smith y Robert Doisneau.
Eugene Smith en Deleitosa
En un viaje de 19 días contó la historia de todo un año de un pueblo. No soy bueno en matemáticas, pero no me salen las cuentas. No entiendo cómo consiguió sacar el arado y la siembra, el trillado y el aventado del grano en tan poco tiempo. Es un ejemplo de todo lo que hizo para contar su historia y lograr su objetivo: Evitar que el gobierno americano ayudara económicamente a la dictadura.
No dudó en manipular la realidad para crear un discurso coherente con su idea principal. Es verdad que todo estaba muy mal, pero aún en la miseria que se vivía entonces, una familia extremeña jamás hubiera celebrado una comunión con sus hijos sucios y descalzos. Todo lo que estamos viendo en su famoso reportaje Spanish village es una pura escenificación.
¿Pierde valor su trabajo? Es verdad que en este caso no consiguió su objetivo, pero hizo plantearse muchas cosas. Y sobre todo está considerado el padre del ensayo fotográfico, todavía hoy vigente y premiado.
Robert Doisneau y la realidad francesa
Todos conocemos el famoso juicio que llevó a Robert Doisneau a odiar una de sus fotografías más icónicas. No fue famosa en su momento, pero la reproducción en cientos de carteles llevó a muchos a decir que eran los protagonistas del beso en el ayuntamiento de París. Doisneau tuvo que confesar que eran actores pagados. Lo que vemos en esa foto no es real. Es una escenificación.
Profundizando un poco más en el tema, podemos leer uno de los mejores libros que he encontrado sobre su figura: Robert Doisneau. Pescador de imágenes de Quentin Barjac de la editorial Blume. Y en este libro descubrimos que uno de los mejores fotógrafos de calle, inspirador para muchos fotógrafos por el fiel reflejo de la sociedad francesa, más que encontrar imágenes en la calle después de horas de zapato lo que hacía era forzar situaciones.
Me explico. Algunas veces pescaba la imagen. Pero no dudaba en pedir repetir una situación que había visto porque no le había dado tiempo a fotografiarla. O simplemente forzar a que algo pasara. Es muy famosa la serie en la que colgó un cuadro de un desnudo en un escaparate y plasmó las expresiones de la gente que se detenía a mirar. O la serie completa de los besos por París. O aquel momento en el que puso a un pintor a hacer un desnudo en la calle y fotografió a un señor curioso con un perrito...
Conclusión
Parece que la entendida pureza de la fotografía es algo que preocupa más en la actualidad. O que realmente nunca ha importado mientras el disparo, la fotografía, sea capaz de comunicar una idea en concreto, la que más interese al que publique la foto. En el mundo del fotoperiodismo no debería permitirse alteración alguna, pero como bien recuerda esta exposición que podemos ver en Nueva York hasta el dos de agosto, siempre ha habido pequeños apoyos para que el mensaje penetrara con más facilidad en la mente del espectador.
Es un debate complicado. Si somos estrictos muchas fotos históricas están manipuladas como la foto de la bandera de la batalla de Iwo Jima por Joe Rosenthal, que todavía alberga dudas sobre el momento original; o la famosa foto de la niña envuelta en napalm de Nick Ut, que está recortada para que no se vieran los demás fotógrafos... Pero estos ejemplos no dejan de ser fotografías icónicas que han cambiado las cosas.
Sinceramente no sé qué pensar. Quiero creer en la ética de todos los fotógrafos. Pero a lo largo de la historia vemos que ha importado más el mensaje final que la pura objetividad que se le exige a la fotografía por defecto. Y esto es algo que sabemos que no es verdad ¿Qué pensáis vosotros?
En Xataka Foto | Fotografía, una mentira consensuada o ¿no?
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