En el mundo profesional nos encontraremos muchas veces con clientes que piden nuestra cotización de servicios y al cabo de un tiempo nos escriben diciendo : Oye, nos gusta tu trabajo, queremos trabajar contigo… pero hay alguien que está cobrandonos menos. ¿Qué hacer en estas situaciones?
Gracias, pero…
En un reciente vídeo y artículo para FStoppers, Scott Choucino habló sobre su ética de precios, sus tarifas y un ejemplo de un caso de su trabajo. Arranca contando que durante esa semana recibió 25 propuestas de trabajo, de esas, 17 fueron de su interés, por lo que envió 17 correos con su tarifario. De los 17, 16 lo rechazaron y una oferta le dijo que si. Con este inicio, Choucino nos habla de una realidad: no siempre vamos a obtener todos los trabajos.
Luego, el fotógrafo de alimentos continúa con su explicación, habla de uno de los correos en particular. El cliente pedía alrededor de 100 tomas, fotografía editorial, super alta resolución, con licencia libre para distribución e impresión a nivel mundial en impresos y redes. Choucino le da un precio general de alrededor de 24,200 libras que se dividen en 6,000 libras de los días de trabajo del fotógrafo, 2,500 del estilista de alimentos, 1,200 de los asistentes, 1,000 del retoque, 13,500 de las licencias.
Ante el precio, el cliente responde que otra agencia les cobra solo 5,000 libras. Choucino responde al cliente que no es un precio que pueden igualar y que espera puedan trabajar con ellos en una siguiente oportunidad.
El motivo detrás de esto es la imagen que uno le da a las empresas. Él cuenta cómo el bajarse de precio va generando en las empresas una idea de: cuando no tenemos plata, pues este fotógrafo siempre nos va a acomodar el precio. Es el barato.
Y esa es una imagen que no debemos generar sobre nosotros. En especial, porque el día que una compañía tenga plata para hacer una campaña más grande, no van a buscar al barato, buscarán a uno de los fotógrafos que están arriba en el escalafón.
Está claro que no podemos lanzarnos al mercado exigiendo grandes sumas de dinero, y que la reputación de un presupuesto más grande la debemos ganar poco a poco.
Generando valor en nuestro trabajo
En el pasado os hemos hablado sobre formas de vender nuestro trabajo. También hemos mencionado cómo trabajar gratis o a un bajo precio por el solo hecho de conseguir piezas para portfolio daña nuestra industria. Le quita valor a nuestro trabajo y fomenta que cada vez nos exploten más.
Sin embargo, no todos podemos salir a cobrar miles de euros por nuestro trabajo. Es un escalafón de trabajo que vamos ganando con la experiencia.
Lo primero que debemos hacer es crear una tabla de precios y paquetes fotográficos. Esto nos permite tener una propuesta económica, una de rango medio y una de alto presupuesto. Esto nos permite tener base de negociación y darle al cliente opciones para que sean ellos quienes se adapten a nuestro valor, más que nosotros al de ellos.
Al principio, trabajar en proyectos de presupuestos más limitados nos permite adquirir experiencia y desarrollar nuestra creatividad. Nos permite enfocarnos, buscar nuestro nicho y encontrar un estilo. También nos muestra los límites de producción y cómo ordenar nuestros presupuestos para mejores resultados. Trabajar como asistentes y como respaldo es una buena forma de aprender sobre el mercado.
Sin embargo, a medida que aprendamos a controlar, optimizar y mostrar que sacamos el provecho a un presupuesto para obtener el mejor resultado, podremos ir subiendo nuestra tarifa con garantía de ofrecer una buena calidad.
Tenemos una ventana de negociación y esta depende principalmente en bajar la tarifa a cambio de que el cliente se haga responsable de más elementos de la producción general. Sin embargo esto tiene contras, si el cliente no consigue lo necesario, puede dañar la producción del trabajo. Por lo que se debe dejar muy claro todo lo que puede ocurrir y sobre quien cae la responsabilidad en el contrato de trabajo.
¿Vosotros qué opináis sobre ajustar las tarifas para igualar a un fotógrafo más económico?
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