El verano está siendo implacable durante estos días. La ola de calor no invita a salir a la calle. Pero si te armas de valor puedes ir, de sala de exposiciones en sala de exposiciones, a ver PhotoEspaña, el festival de fotografía que comenzó en Madrid y ahora tiene sedes por todo el territorio nacional que hace imposible ver todo a una persona interesada.
Mi abuela siempre decía que 'quien mucho abarca poco aprieta', un refrán popular que ya se puede leer en 'La celestina'. Es un ejemplo perfecto para explicar qué es la ambición de PhotoEspaña y La Fábrica.
Cada año parece más grande, más inabarcable y más abierta, sin un tema común que ayude a entender el proyecto. Esta edición la presentaron como un diálogo femenino, pero encontramos a Margaret Watkins y Gerardo Vielba, o al gran Alfonso y al increíble Bill Brandt. Me gustaría encontrar la conexión entre ellos, pero no la veo.
A cambio de la cantidad de nuevas sedes, a lo largo y ancho de la Comunidad de Madrid y con presencia en Cantabria, Oporto, Barcelona, Almería... vemos que no hay casi folletos, los catálogos brillan por su ausencia y la información se encuentra brevemente en la página oficial.
Es verdad que todo esto puede estar provocado por la presencia de la covid, pero la impresión es que cada vez cuesta más levantar a un animal demasiado grande que puede terminar devorándose a sí mismo. No destaco por mi visión de futuro, eso sí.
Los festivales de cine, por ejemplo, se celebran en una ciudad. No tendría sentido ir al de Donosti e intentar ver alguna película que solo proyectaran en Almería. No sería ágil... Es verdad que el nombre del festival atravesaría fronteras, pero se perderían muchas cosas.
Perdido por PhotoEspaña
Hoy, por culpa del verano caótico que estoy sufriendo, he estado en Alcalá de Henares... Y de camino al centro nos hemos encontrado por sorpresa con la exposición 'Alberto Schommer. Contemporáneos' en Santa María La Rica.
Y tengo que decir que es una de las que más me han gustado con diferencia de las pocas que he visto en esta edición. Sencilla, con muchas obras y con una cantidad importante de copias de época, lo que aumenta notablemente su valor.
Pero no había nada de información, ni un código QR. Solo las cartelas que explicaban a la perfección las series que estábamos viendo... Entre ellos los famosos retratos psicológicos que tanta fama le dieron y que creo para poder escapar de la censura.
En la de 'Gerardo Vielba, fotógrafo, 1921–1992' en la mejor sala de fotografía de Madrid, el Canal de Isabel II, todo estaba mucho más organizado. El ritual de subir en el ascensor destartalado para solo dos personas y bajar poco a poco por el antiguo depósito te permite comprender el estilo del fotógrafo expuesto.
Es uno de los grandes desconocidos para el gran público, pero ya es hora de que se empiece a valorar como se merece. Y esta exposición seguro que lo descubre a muchos aficionados, que como él, salen a hacer fotos por su ciudad, la mejor forma de aprender a mirar...
La gran decepción de Webb y Norris
He visto alguna más (deseando la de Isabel Muñoz, la de Alfonso y espero no perderme la de Pomés) pero me he llevado la gran decepción de mi vida con la de 'Alex Webb & Rebecca Norris Webb. Rimas de reojo'.
Él es uno de los mejores fotógrafos en color y su mujer destaca por encima de la media. Esta exposición se anuncia como:
Rimas de reojo es una conversación visual entre los fotógrafos Alex Webb y Rebecca Norris Webb, una pareja que ha trabajado alrededor del mundo –juntos y por separado– durante casi treinta años. Rebecca, que se inició como poeta, llama a los dúos de fotografías en esta exposición «rimas de reojo», una definición poética para dos palabras que en inglés suenan parecido, pero no exactamente igual, como «blue» y «moon». Para ambos fotógrafos sus dúos de imágenes actúan como rimas de reojo visuales: fotografías que comparten una paleta, una geometría o una cualidad lumínica parecida, o la predilección por momentos surreales o sorprendentes creando «una suerte de extenso, elíptico e inacabado poema de amor». Como escribe Rebecca en el poema en prosa que acompaña a la exposición: «Una dádiva, esta distancia que hemos recorrido tan lejos».
Además es en una sede invitada, en uno de los muchos hoteles que están abriendo en Madrid para convertirla en una ciudad más amable y abierta sin intención de perder la esencia de la misma. Está cerca de la Puerta de Alcalá.
Ha sido la exposición peor montada que he visto en mi vida con diferencia. Una auténtica pena dentro de un festival de fotografía serio y reconocido. Además utilizan una de las fotografías para promocionar a las Sedes invitadas.
Las pocas fotografías, entre siete y nueve, están en la minúscula recepción del hotel, con sillas y mobiliario por delante de las fotografías. Incluso la barandilla de la escalera te impide acercarte a ver una de las imágenes abandonadas a su suerte.
El personal no sabía nada de la exposición y aunque en la página del festival daban esa dirección, la recepcionista aseguraba que la segunda parte estaba en otro hotel. La ironía es perfecta, un diálogo entre dos fotógrafos en la que el espectador no podía ver nada sin desplazarse.
Me acerqué con tres personas y con las pocas imágenes y mal colocadas fueron incapaces de adivinar la grandeza de estos dos fotógrafos. Es un diálogo entre ellos que por culpa de un pésimo montaje se pierde por completo.
La idea es presentar una imagen enfrentada a otra y el número de imágenes era impar. Seguramente la que faltaba estaba escondida en algún sitio que no encontramos o no nos supieron decir.
Estas son las cosas que un festival de esta envergadura no debería permitir de ninguna manera. Demuestra una falta de cariño y de interés a la fotografía, que preocupa y mucho.
Ojalá tenga tiempo de ver más cosas y pueda pensar que lo de los hoteles One shot es la excepción que confirma la regla. PhotoEspaña no puede ser eso. No puede ser un ejemplo del refranero...
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