La fotografía es un constante ejercicio de observar, de entender el momento y de capturar el instante. Esto requiere que nuestros sentidos se despierten y reaccionen al momento justo para obtener una toma única. Sin embargo, algunas veces es necesario parar, respirar, observar y luego sí obturar.
El rio en movimiento
Uno de los principales problemas en la era digital es su inmediatez. Queremos capturar el instante, editarlo en nuestro móvil y subirlo lo más rápido a nuestras redes porque sí. Esa inmediatez acelera nuestra visión, nos pide que pasemos rápidamente las localizaciones que visitamos y que los sujetos dentro de ellas sean un relleno más.
Este ritmo de trabajo acelerado nos mantiene buscando toma tras toma. Entre 100 de ellas encontramos una o dos que nos gustan lo suficiente, pero que no nos satisface del todo. Vemos las fotografías y pensamos que hubiéramos quitado aquello, o esperado hasta que la luz o movido para capturar este ángulo.
Pero por estar en la carrera de capturar imágenes, nos olvidamos de parar a tomar una fotografía.
La piedra bajo el agua
Es aquí donde tenemos que parar, encontrar momentos de respirar y aprovechar al máximo el espacio donde nos ponemos para capturar. Lo más importante de una fotografía es la visión que hay detrás de ella. De poder sentir que quien capturó una imagen tuvo un momento de curiosidad por la escena que lo lleva a capturarla.
Esta curiosidad se transmite cuando cuidamos lo que capturamos, cuando la imagen es capaz de mantener el sentimiento y transmitir la misma curiosidad al espectador.
Para lograrlo, tan solo basta parar, respirar, observar y luego sí obturar. Solo un ejercicio de contar hasta cinco antes de disparar puede ayudar a cambiar todo el enfoque de la imagen, a centrar la atención sobre un sujeto o entender que hay que esperar a que la escena llegue a sus condiciones perfectas antes de fotografiar la escena.
Esa momentánea o larga espera nos permite ajustar la toma para que un solo click sea 100% satisfactorio.
Si bien hay situaciones en las que la inmediatez manda (como en la fotorreportería, los deportes o la naturaleza), cada oportunidad que tengamos de parar y observar el espacio y sus elementos será una oportunidad de afinar nuestras imágenes. Cada oportunidad que tengamos de trabajar nuestras imágenes posteriores a la captura será una forma de sacar su máximo potencial.
Así que, paciencia, tomate el tiempo de tomar tu toma.