El mercado actual de la fotografía está siguiendo un camino que despista a todos. No se parece en nada a la era predigital y muchos grandes fabricantes han caído porque no supieron adaptarse a los nuevos tiempos. En este año que empieza parece que no va a desaparecer ninguna otra marca, sino un tipo de cámara: las réflex.
La técnica fotográfica ha cambiado tanto durante el siglo XXI que no se parece en nada a lo que conocíamos en el siglo XX. El paso de los años ha hecho mella en una manifestación artística que parece depender tanto de la tecnología.
La pintura, la escritura o la escultura mantienen las mismas herramientas que utilizaron los primeros artistas. Pero la fotografía, mucho más reciente, ha cambiado tanto que Niepce sería incapaz de hacer un solo disparo hoy en día.
El cambio ha sido tan radical que muchos fotógrafos de principios de 2000 nos encontramos con las manos atadas ante las novedades que se nos venían encima. Algunos (como yo, que siempre he sido un visionario) pensamos que sería una moda pasajera. Y nos aferrábamos a nuestras EOS 1 como si nos fuera la vida en ello.
Las cámaras han evolucionado a pasos agigantados. Y cuando antes tenías una cámara para toda la vida, ahora resulta que la tenemos que cambiar en menos de tres años si no queremos quedarnos obsoletos.
Y en este año que empieza es el fin de las cámaras que han dominado el mundo de la fotografía profesional durante más tiempo que las mismísimas telemétricas. Canon anunció hace pocos días que la EOS 1 Dx Mark III sería la última réflex profesional de la casa. Sony hace tiempo que no las presenta en su catálogo y Nikon ha dado un golpe en la mesa con la Z9.
¿Por qué desaparecen las réflex?
Una buena cámara réflex es muy difícil de fabricar. La calidad del vidrio del pentaprisma tiene que ser altísima, con un tallado y colocación perfectos. Pero sobre todo hay que vigilar toda la parte mecánica del obturador.
Cuando apretamos el disparador de una cámara réflex se suelta el espejo a toda velocidad para dejar pasar la imagen al sensor. Se queda sujeto con un pistón mientras entran en marcha las cortinillas del obturador que, con una precisión milimétrica disparo tras disparo, vuelven a su sitio con una precisión asegurada en más de 200.000 disparos. Finalmente el pistón libera el espejo y todo vuelve a empezar. Y todo gracias a muelles, engranajes y una tecnología que llegaba a alcanzar una precisión de 1/8000...
Como podéis imaginar, fabricar algo semejante encarece notablemente el producto. Así que desde que presentaron la primera cámara sin espejo Lumix DMC-G1, el 5 de agosto de 2008, donde la electrónica empezaba a tener todo el protagonismo, estaba claro que el futuro sería distinto:
... esta nueva cámara inaugura el Sistema Micro Cuatro Tercios, que al prescindir de espejo y visor óptico, permite disminuir el tamaño de la cámara y de los objetivos.
Algunos empezamos a soñar con cámaras más económicas, pero no es así. Mantienen los mismos precios o son cada vez más caras. Y lo peor de todo, pierden su precio en el mercado de segunda mano. Cada vez se parecen más a un coche, que pierde gran parte de su valor cuando sale del concesionario. Y más todavía desde que son eléctricos.
Ahora tenemos máquinas más rápidas, con una precisión increíble a la hora de enfocar. Pero que se parecen bien poco a lo que nos prometieron hace tiempo. Ni son más pequeñas, ni son mucho más ligeras y encima se parecen sospechosamente a las cámaras réflex. Sobre todo los últimos modelos.
Por lo que sospecho que las réflex desaparecen porque los fabricantes así lo han decidido. Y los fotógrafos nos hemos dejado arrastrar. De verdad que no veo otra explicación.
Las réflex ya no están de moda
Todavía recuerdo a muchos youtubers riéndose en sus podcasts de las cámaras sin espejo mientras esgrimían sus réflex. Ahora esos mismos youtubers presumen de sus últimos modelos como la panacea de la fotografía actual.
Recuerdo también la publicidad en la que demostraban que las sin espejos eran las más ligeras del mercado y no te hacían ir doblado por el peso... Todo eso ha desaparecido.
Ahora mismo las cámaras sin espejo son más grandes, pesadas y ergonómicas que las primeras que salieron. En el mundo profesional necesitamos equipos voluminosos para sujetarlos con firmeza y para soportar los grandes objetivos. Las empuñaduras vuelven a ser grandes y se han olvidado, por fortuna, de la miniaturización.
No hay motivo para no comprar una réflex como la Nikon D850, la Canon EOS 1DX Mark III o algunas más sencillas como la Nikon D7500 o la EOS 90D. Ahora nos parecen antiguas y obsoletas. Y seguro que no las quieres ni regaladas (y las dos primeras sería absurdo rechazarlas).
Pero el mercado ha escrito sentencia. Y lo mejor, lo más moderno y lo que se lleva ahora en la nueva temporada son las cámaras sin espejo ¿Por qué? Enfocan mejor, de acuerdo... Son más pequeñas, ya no... Son más económicas, desde luego que no... Tienen una vida más larga, me temo que tampoco...
Las sin espejo que tenemos hoy entre manos: EOS R3, A1, Z9... se parecen más a una ergonómica réflex que a otra cosa. Y son máquinas excelentes, no nos equivoquemos. Pero están lejos de lo que muchos nos imaginamos cuando los buenos profesores nos decían que las réflex iban a desaparecer única y exclusivamente porque a los fotógrafos les parecía que tenían un diseño horrible.
Hemos cambiado de sistema porque nos lo han dicho. Es verdad que son cámaras magníficas, pero las réflex no eran malas. Solo permiten obtener menos beneficios por su construcción. Y este ha sido, mucho me temo, su sentencia de muerte.
Y nunca debemos olvidar que la fotografía no depende de la máquina, que es una herramienta que nos permite una técnica mejor, pero nunca hará un disparo mejor que nosotros. Lo más triste es que a esta afirmación le queda muy poco tiempo para seguir siendo vigente, me temo.
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