Muchos fotógrafos, cuando se compran una cámara, se olvidan del objetivo. En la mayoría de los casos compran el cuerpo de una marca determinada y lo equipan con el objetivo del kit. Le prestan poca o ninguna atención. No podemos olvidar nunca que los objetivos son más importantes que las cámaras para conseguir una imagen de calidad.
Los fabricantes de cámaras, los más populares del mercado, se tiran piedras sobre su propio tejado. Son capaces de vender máquinas con sensores de última generación junto a un sencillo objetivo 18-55 mm poco luminoso y fabricado íntegramente en plástico. Y el usuario se encuentra con imágenes blandas, sin fuerza... muy lejos de lo que prometían los análisis y la publicidad (aunque se les puede sacar mucho partido con un poco de destreza).
Empiezan a dar vueltas al asunto, a preguntarse por qué les pasa eso, y no dudan en echar la culpa a la pobre cámara. Hasta que alguien -el dependiente o un buen amigo o profesor- les dice que lo que hace falta es cambiar de objetivo, ya sea zoom o focal fija. Y la vida cambia (y el bolsillo sufre). Pero la calidad prometida empieza a aflorar en todos y cada uno de los nuevos disparos.
El error de comprar el objetivo del kit
El objetivo del kit es una mala idea habitualmente. Su única función es conseguir un precio atractivo. La calidad óptica no importa en estos conjuntos. He visto cámaras fabulosas ensombrecidas por un triste objetivo que nada podía hacer frente al poderío del sensor. Algunos fotógrafos solo piensan en comprar las últimas novedades del mercado de cámaras para mejorar la calidad técnica (espero que no crean que así harán mejores fotografías).
Pero la realidad es que en la mayoría de las ocasiones lo que hace falta es cambiar de objetivo. Es lo que marca la diferencia. Lo que hace que un sensor saque todo su potencial. Parece una leyenda urbana, trasmitida de generación en generación, pero es cierto. Si quieres exprimir al máximo la calidad de imagen, compra un buen objetivo y listo.
En los tiempos pasados, en los que existían los carretes, cuando comprabas una cámara te la llevabas con un maravilloso 50 mm F1,8. Con lentes de cristal, metálico, sólido... Ahora te dan un 18-55 mm f/3,5-5,6 con lentes de escasa calidad, plástico en todo el cuerpo y muy ligero... Menos mal que al menos las monturas son metálicas.
El mejor consejo que podemos dar es que os compréis solo el cuerpo de la cámara y el objetivo aparte. Os evitareis problemas de aberración cromática, viñeteado y distorsión. ¿Pero por qué recomendamos esto? Simplemente para evitar un doble gasto y una gran decepción desde el principio.
Un caso real
Creo que ya lo he contado en alguna ocasión pero no viene mal recordarlo para este artículo. Mi primera digital fue una Canon EOS 300D con el susodicho objetivo del kit. Para una primera aproximación al mundo digital fue perfecta. Pero pronto reconocí sus problemas ópticos. Pasado el tiempo, me atreví a calzarle mi 28-70 mm de Canon, el primero de una saga.
El cambio fue brutal. Aquellos seis millones de píxeles de repente salieron a la luz, atrapados como estaban por un objetivo (18-55 mm) incapaz de ofrecer la escasa resolución de aquella máquina primeriza. Como muchos autores han detallado, por ejemplo José María Mellado, los objetivos tienen que ser capaces de reproducir todos los píxeles del sensor al que estén dando la luz. Los objetivos más económicos pueden resolver hasta 12 MP, pero sobre una cámara con un sensor con más información desaprovecha totalmente todo su potencial.
El consejo que doy siempre a todos mis alumnos es que se compren un equipo de gama media. Y con el dinero que se ahorren invertirlo en el mejor objetivo que se puedan permitir. El resultado será espectacular. Y cuando os olvidéis de los objetivos zoom, que muchas veces se utilizan por comodidad, y os compréis objetivos fijos, os daréis cuenta de que tenéis que repetir todas vuestras fotografías pasadas.
La cruda realidad
Todo este artículo puede ser útil para mucha gente. Y algunos puede que den el paso decisivo para ir a la tienda este fin de semana o por la tarde al salir de trabajar. Pero como siempre, hay que pensar con la cabeza fría. Y hacerse dos preguntas:
- ¿Hago ampliaciones?
- ¿Dónde veo mis fotografías?
Depende de las respuestas hará falta que nos compremos un objetivo mejor o no. Desde luego, si no amplias tus disparos y no tienes la sana intención de pasarlas a papel a tamaños mayores de 20x30; y además solo las compartes por las redes sociales y sueles hacerlo desde el teléfono móvil o la tableta, no tiene ningún sentido cambiar de objetivo.
Los problemas que hemos comentado se notan en las grandes ampliaciones y los problemas de nitidez se pueden camuflar perfectamente con alguna que otra máscara de enfoque bien hecha. Muchas veces compramos grandes equipos porque pensamos que haremos grandes fotos, pero estoy convencido de que la mayoría de nosotros estaríamos perfectamente cubiertos con una buena cámara compacta.
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