En Instagram están de celebración. Y no es para menos. Acaban de superar la barrera de los 200 millones de usuarios, lo que posiciona a esta red social dedicada a la fotografía como una de las más exitosas del ciberespacio.
Que a un servicio on-line, publicación especializada o blog dedicado a la pasión que nos une le vaya bien es una buena noticia. Y lo es porque todos ellos contribuyen a incrementar el interés y la cultura asociados a la pasión que todos compartimos, y que algunos han logrado transformar en su profesión.
Mejor si está al alcance de todos
Conozco a algunos fotógrafos profesionales a los que no les alegra que se produzcan hitos como el que Instagram está celebrando. En vez de contemplar este auge de la fotografía como algo positivo, creen entrever un intrusismo que, en mi opinión, realmente no existe.
Esta forma de verlo es similar a la de un escritor al que no le gusta que sus lectores practiquen escribiendo cuentos o relatos cortos. Cuando, en la mayor parte de los casos, es precisamente la difusión de la cultura fotográfica la que lleva a los aficionados a las exposiciones, les anima a comprar libros de fotografía, provoca que lean blogs y que no duden a la hora de renovar su cámara de fotos.
Estoy convencido de que es muy bueno que la fotografía se popularice, que desaparezca el miedo a hacer fotos. Hoy en día casi todos llevamos una cámara en el bolsillo, aunque esté disfrazada de teléfono móvil, por lo que las redes sociales e Internet se han transformado en vehículos perfectos para compartir y divulgar la cultura de la fotografía, en la que todos nosotros creemos a pies juntillas.
Un inmenso abanico de oportunidades
Sinceramente, estoy convencido de que ningún fotógrafo profesional debe temer el intrusismo. La profesionalidad no surge por generación espontánea. Como sabéis, dominar esta forma de expresión artística requiere formación, práctica, dedicación, una gran capacidad creativa… No nos engañemos; cualquiera no puede ser un fotógrafo profesional. Al menos, uno realmente bueno.
Los mejores profesionales seguirán adelante. Su trabajo no puede ser ensombrecido por las fotografías publicadas por los aficionados en las redes sociales. De hecho, pueden utilizar estos mismos medios para llegar mucho más allá de los límites que nos han impuesto hasta no hace tanto los recursos tradicionales.
Quizás me equivoque, pero no imagino a Sebastião Salgado, Steve McCurry, Michael Nichols, Alberto García-Alix o Chema Madoz disgustados al contemplar a un puñado de aficionados tomando fotografías con sus smartphones o cámaras compactas. Todo lo contrario. Precisamente, me viene a la mente una frase que Chema Madoz pronunció en una entrevista que publicamos en Xataka Foto hace ya unos años: «Ahora es cierto que hay más gente que utiliza la fotografía, pero, por ejemplo, todo el mundo tiene lápiz y papel, y no por ello se complica la situación de los escritores». No puedo estar más de acuerdo. Enhorabuena, Instagram. Seguid así.
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