Este es un tema que he tratado en muchas ocasiones en las clases. ¿Es necesario llevar todos los objetivos y varias cámaras en un viaje? ¿Es más cómodo ir con un único objetivo? ¿Cuáles son los pros y los contras de llevar peso a la hora de hacer fotos?.
Hace más de 20 años, cuando todavía peinaba mi larga coleta, llevaba una mochila enorme, con varios compartimentos para guardar objetivos, cámaras y carretes, además de la carta gris y todos los cachivaches que os podáis imaginar de la época química.
Tenía entonces la Canon EOS 1, con un 28-70 f2,8, un 80-200 f2,8, un 50 mm, un 35 mm y un 20 mm. Con esa cámara solo hacia diapositivas. Luego llevaba una pequeña Minox 35 cargada siempre con un carrete de blanco y negro de 400 ISO. Y en algunas ocasiones seguía llevando la T90 con un 28, un 50 y un 135 por si se estropeaba la EOS.
En uno de los viajes a África que hice por aquella época la báscula del aeropuerto marcaba 15 kg (o más) en total. No hay que olvidar todos los carretes, el flash, sus pilas, el trípode... Una auténtica barbaridad. No iba siempre así, desde luego. Pero me acercaba mucho.
Siempre llevaba todo encima por si acaso. Nunca sabía lo que iba a encontrar en mi lugar de destino. A lo mejor necesitaba el flash para una de las mejores fotografías nocturnas de la historia, o el tele con el duplicador por si acaso veía un lince en la sierra; o el angular más extremo por si me encontraba delante de una construcción mítica...
Yo era una víctima del famoso 'por si acaso' de los fotógrafos más precavidos. En el día a día llevaba una cámara réflex con todos los objetivos que tenía más una cámara compacta cargada siempre de blanco y negro...
El cambio a un equipo más lógico
Todo cambió a raíz de un curso con José Manuel Navia. Allí los compañeros y el propio Navia me hicieron ver lo equivocado que estaba. Las razones y los planteamientos me ayudaron a superar la neura que tenía y desde entonces soy más feliz viajando ligero con mi cámara.
Así que ahora para mi trabajo personal solo llevo tres objetivos fijos. Ni siquiera luminosos. Me basta con un 35, un 50 y un 90 mm. Y si puedo soy capaz de ir tan solo con mi querido 35... Eso sí, el trípode siempre viaja en el maletero del coche. Al menos hasta que pueda hacerme con uno más ligero.
Aguanto mucho más a la hora de viajar y no llego con la espalda destrozada a la cama. Llego cansando de andar y buscar el mejor resultado, pero no con la espalda dolorida. A la hora de hacer trabajos profesionales sigo cargando con dos objetivos zoom, por supuesto. Ahí no puedes arriesgar y la ayuda de un buen par de zoom es fundamental.
Pero en el día a día, en mis viajes cada vez más escasos y cercanos, he llegado a ir solo con una X100 y nunca he sido tan feliz... Mi sueño y mi promesa es hacer el camino de Santiago solo con un 35 durante un mes de vacaciones....
Los pros y los contras del exceso o no de material
Conozco a muchos que tienen la neura del 'por si acaso' y os prometo que se puede salir del pozo. No hace falta llevar una tienda encima. Nunca te asegurará que vas a hacer mejores fotografías. Y se es más proclive en caer en todo lo contrario, que es terminar con el teléfono móvil, una cámara excelente si te da todo lo que necesitas.
No hace falta llevar una tienda encima. Nunca te asegurará que vas a hacer mejores fotografías. Y se es más proclive en caer en todo lo contrario, que es terminar con el teléfono móvil, una cámara excelente si te da todo lo que necesitas.
Lo importante es tener claro qué vas a necesitar. Y seguro que en un viaje familiar no necesitas más de un objetivo. Solo por lograr la mejor convivencia posible ya merece la pena. Hay que separar el trabajo profesional del trabajo propio.
Y saber de antemano que vas a hacer y los sitios que vas a visitar. Lo que se conoce vulgarmente como planificación. Cada uno es libre de hacer lo que quiera, por supuesto. Pero ya he tenido más de 10 conversaciones sobre el tema en apenas un curso, así que vamos a ver qué podemos aportar en Xataka Foto.
Viajar con poco peso
Es lo más cómodo y lo menos cansado. El cuello y la espalda no sufren. Y nunca más tendrás que oír quejas de tus acompañantes por el exceso de peso que llevas, total para nada porque nunca sacas nada de la mochila...
Elegir solo un objetivo te ayuda a pensar más tu propio estilo. Consigues dar más unidad a tu trabajo y te permite seguir un camino. No hay que pensar sobre cómo hacer la foto. La haces con lo que llevas encima y punto.
Así encuentras retos como ir a Cabarceno y fotografiar todo con un 35 mm. O subir a la laguna de Curavacas y encontrar que puedes hacer una buena fotografía de un zorro con una cámara pequeña.
Y gracias a la fotografía digital y a la escalada de número de píxeles con un 35 mm puedes recortar hasta llegar a un 90 mm como poco. Y no quiero decir nada si tu cámara tiene más de 50 Mp. Solo hay que acudir a una herramienta de recorte, respetar una distancia respecto al objeto y listo.
Fotografiar con mucho peso a la espalda
Es el otro extremo, el lado oscuro, el yang de la fotografía. Muchos viajan con un exceso de peso, aunque sea una excursión de un día para estar seguros de no perder la fotografía de sus vidas.
Muchas veces no queda más remedio porque el trabajo lo exige. No puedes fotografiar un águila con un pequeño teleobjetivo (a lo mejor sí) ni ir a un congreso solo con un 14 mm. Estás obligado a ofrecer varios puntos de vista con distintas distancias focales.
Así que si tienes la mochila llena solo tienes que abrir, elegir, quitar el objetivo que llevas, poner el que necesitas, cerrar la mochila y lamentarte porque ha pasado ya todo.
Es verdad que en cualquier momento puedes presenciar un hecho insólito que solo puedes fotografiar con el objetivo que te has dejado en casa. Así que si tienes la mochila llena solo tienes que abrir, elegir, quitar el objetivo que llevas, poner el que necesitas, cerrar la mochila y lamentarte porque ha pasado ya todo.
Y de paso todos los que van contigo se han alejado más de un kilómetro y cuando los alcanzas te enseñan la foto que han hecho con el móvil de última generación.
La solución al problema
Yo al final encontré la solución. La comparto por si os sirve. Nunca utilicé todos los objetivos que llevaba a mis viajes por el ancho mundo. Al final terminaba tan harto que siempre acababa con el mismo puesto todos los días.
Así que después de escuchar y ver que no iba a ninguna parte de semejante forma me senté delante del ordenador y con mis mejores fotografías clasificadas con cinco estrellas (pocas, muy pocas) busqué el objetivo con el que estaban hechas.
Me di cuenta de cuáles eran las focales que más usaba y que me permitían sacar las fotos que yo quería. Al final caí en la cuenta de que soy más de angular que de tele. Así que aposté por el 35, el 50 y el 90.
Y ahora viajo con una mochila pequeña en la que me caben otras cosas, como un libro, una tablet o el bocadillo y la chaqueta. El fisio ya no se cabrea conmigo por el peso que llevo y encima puedo concentrarme más en lo que tengo delante.
¿Qué haces tú? ¿Cuánto peso llevas en la mochila? ¿Utilizas siempre todo lo que llevas? ¿Alguna vez te ha permitido sacar la foto soñada cargar con más de cinco objetivos? ¿ O eres feliz solo con tu móvil?... Al final todo consiste en saber elegir lo que necesitas.
Ver 9 comentarios