Desde el principio de los tiempos muchos fotógrafos han recomendado una cámara, por su clase o por su marca. Es algo normal, somos seres humanos y siempre es bueno dar una respuesta a los que nos preguntan. Pero realmente qué más da la cámara que usemos ¿No se dice siempre que la fotografía la hacemos nosotros?
Lo más importante dentro de este mundo es hacer fotos. Sin duda alguna. Si encima lo podemos hacer por puro placer, mejor aún. Pero en los tiempos actuales encontramos a gente que recomienda sus cámaras como si fueran las únicas que existen en el mercado. Con ellas dicen, pasarás desapercibido. Si las utilizas lograrás un rango dinámico sin igual, o los colores serán espectaculares. Y el clásico sobre la altísima nitidez...
Todo se centra en la técnica, en la calidad de los píxeles, en la ausencia de filtros de paso bajo o en la disposición de los píxeles para simular la misma estructura que las películas clásicas de blanco y negro. Y mucha gente acude rauda y feliz a las tiendas físicas u online a comprarse esa cámara sin pararse a pensar, en algunos casos, si realmente necesita esa cámara.
La elección muchas veces se basa en el criterio de una página u otra, en los consejos de un bloguero de moda o en el peor de los casos de algún amigo, familiar o cuñado que lo único que tiene es esa cámara que te dice que compres. Y nosotros que no queremos complicaciones en nuestra afición, nos llevamos la mano a la cartera sin rechistar.
La realidad de las cámaras
La mayoría de los mortales, entre los que me incluyo, no necesitamos el último modelo del mercado. Jamás le sacaremos todo el partido. Es como comprar un móvil de última generación para hablar por teléfono y enviar memes por Whatsapp. En la actualidad las fotografías, un gran porcentaje de ellas, terminan colgadas en las redes sociales. Para semejante destino a todos nos bastaría con una buena cámara compacta.
No hace falta más. Que dispare en RAW, que el sensor sea más grande que una pulgada y listo. Con eso y si porta un buen objetivo tenemos todo resuelto. Desde las fotografías de viajes hasta las ruedas de prensa. Con unos 6 o 10 MP bastaría. En serio... en mi habitación tengo una fotografía de un metro y medio de largo y su origen es una cámara de 6 MP... No hace falta más.
Y nos desesperamos por no tener una de 50 MP con objetivos optimizados para sensores de 100 MP y de tamaño estratosférico... Pero dejadme que diga una vez más la cruda realidad: aunque tengamos la mejor cámara del mundo nuestras fotografías seguirán siendo igual de buenas o de malas porque nosotros no nos hemos molestado en cambiar.
Solo mejoraremos en la calidad técnica, pero nada más. Y si alguien cree que con eso basta es que se ha equivocado de afición o de trabajo. No tiene sentido comprarse una cámara de 3000 € si no te has gastado ni un duro en vivir y solo te has limitado a ver y copiar lo que circula por Youtube o te limitas a hacer cursos de postproducción donde te enseñan a simular la luz del sol o cómo hacer infinitas las estelas de los coches.
Y desde luego no te puedes limitar a seguir lo que dice uno porque lleva o maneja la cámara que tienes... Ni la mejor cámara para ti es una cámara de banco ni la de un móvil, por mucho que esté de moda. Esos libros en los que explican cómo hacer fotos con un tipo de cámara u otra no nos toman en serio.
En realidad ninguna cámara es diferente a otra. Un móvil es igual a una réflex o a una compacta. No harás mejores fotografías de calle con un móvil o retratos sorprendentes con una clásica cámara de formato medio. Si alguien piensa así tiene que estudiar historia de la fotografía. Todas las máquinas son igual de buenas para lo que te propongas, siempre y cuando sepas manejarlas y sobre todo, y ante todo, te sientas identificado con semejante aparato entre las manos y en conexión con tu forma de pensar.
La realidad de la fotografía
¿Qué quieres hacer fotografía de reportaje con una cámara de banco? Mira el trabajo de Castro Prieto; ¿qué quieres hacer moda con una compacta? Busca en el catálogo de Helmut Newton; ¿te gustaría hacer fotografía de guerra con móvil? Piérdete por los últimos trabajos de Gilles Clarke... ¿Qué no te das cuenta de que tienes el fotómetro estropeado? Mira 'España oculta' de Cristina García Rodero... y así podríamos seguir hasta el infinito.
No tiene sentido mejorar nuestra forma de fotografiar sin saber hacer fotos. No tiene sentido quedarse en el instrumento, en la mera técnica que deja todo sin mensaje y confunde a los que empiezan, que compran un modelo u otro en función de sus megapíxeles o porque lo dice el fotógrafo famoso de turno.
En estos tiempos de crisis cada vez hay más fotógrafos que publicitan una marca u otra. Está perfecto, pero no debería ser una referencia para nosotros. Quizás si somos un poco fetichistas puede servir. Yo tengo una Rolleiflex porque es la cámara de Richard Avedon o me enamoré aún más de mi Canon EOS 1 original porque la llevaba Nachtwey en su maravilloso documental... Pero nunca lograré disparos como los suyos, porque yo tengo mi vida y ellos sus vivencias.
Es ahí donde se forma el estilo de un fotógrafo. Donde se perfila su forma de mirar, de sentir, de elegir el momento del disparo con un ángulo y una luz determinada. Sinceramente, ¿qué más da la cámara que tengamos ese momento entre las manos? ¿Por qué voy a llevar la que me diga uno u otro? La mejor cámara es la que tenemos entre las manos, la que debemos conocer al dedillo y exprimir hasta sus límites. Y si llegamos a ellos, y solo entonces, debemos cambiar de cámara. Y que nadie piense por nosotros.
La fotografía es una forma de vida que dependerá siempre de nuestra experiencia, nunca del rango dinámico de una cámara.
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