Si ayer os traía una reflexión sobre la importancia de imprimir nuestras fotos, aunque no lo necesitemos, hoy voy a darle una vuelta de tuerca más. Y es que me viene a la cabeza una historia que me contó el encargado de una tienda de revelado a la que solía ir hace tiempo.
Fue allá por 1995 cuando fui a revelar un carrete de no recuerdo qué. Y me dijo algo que no entendí en un primer momento, pero que con el tiempo he aprendido a apreciar. Fue algo así como:
Que prisa tenéis por revelar y ver las fotos, yo aún no he revelado mis fotos de la Expo`92
¿Cómo?, le dije yo. ¿Tres años y aun no las has revelado?
Hombre, hacer las fotos y revelarlas al momento no tiene gracia, lo bonito es revelarlas cuando ha pasado cierto tiempo y recordar esos momentos mediante la fotografía
La verdad es que es una reflexión que se me quedó grabada y creo que este hombre tenía su parte de razón.
Actualmente esta conversación no tendría sentido, puesto que con la fotografía digital estamos acostumbrados a la inmediatez, al "tiro la foto y la veo al momento" pero a veces olvidamos la magia de recordar un momento gracias a la fotografía.
¿Seríais capaces de guardar una tarjeta de fotos y no verlas hasta pasados un par de años?
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