Estamos ante una película que no pasará a la historia del cine. Quedará como una curiosidad para pequeños cinéfilos o para los que aprecien la carrera de la gran estrella que pudo ser Jude Law. Pero hablaremos aquí de ella por las fotografías que hace la protagonista Polly Perkins con su Argus C3.
Es la historia de una ucronía, una realidad alternativa ficticia, donde el mundo es invadido por robots. Menos mal que tenemos al capitán Sky y a la valiente reportera Polly Perkins para salvarnos. Es la típica película de un galán y una periodista de gran personalidad que son capaces de salvar el mundo después de mil aventuras imposibles.
Famosos científicos de todo el mundo están desapareciendo misteriosamente, y la reportera del Chronicle, Polly Perkins (Gwyneth Paltrow) y el experto aviador Sky Captain (Jude Law) lo están investigando. Arriesgando sus vidas, viajan a lugares exóticos, pero ¿podrán detener al malvado doctor Totenkopf, cuyo objetivo es destruir la tierra? Para cumplir su misión cuentan con la ayuda de Franky Cook (Angelina Jolie), comandante de un escuadrón femenino, y de un genio de la tecnología (Giovanni Ribisi)
La película no se puede decir que fuera un éxito. La estética de cómic no convenció a nadie (quedaban años para Sin City o 300). Fue la primera película en la que unos actores reales se movían en un entorno totalmente digital. Fue en cierta manera, un experimento fallido. Yo la vi como aquellas películas de ciencia ficción de los años cincuenta llenas de tópicos que son perfectas para las cálidas noches de verano en las que no te apetece pensar.
Polly Perkins tiene una cámara
El personaje de Gwyneth Paltrow, periodista y fotógrafa, vive aventura tras aventura con una Argus C3, una de las cámaras americanas más feas de todos los tiempos. Fea quizás no es la palabra. Estrafalaria, de belleza difícil, extraña... única al fin y al cabo. Es una máquina llamativa, exactamente igual a como dibujaría un niño una cámara de fotos. Es un ladrillo con objetivo que estuvo en producción desde 1939 hasta 1966. De hecho, es una de las cámaras de 35 mm que más popularizó este formato. No podemos olvidar que era muy económica y que su fin se debió a la aparición de las más baratas máquinas japonesas.
El fotógrafo más famoso que utilizó esta cámara fue el soldado estadounidense Tony Vaccaro, que durante la II Guerra Mundial hizo fotos del frente de guerra y reveló las fotografías en los cascos de sus compañeros.
Según avanza la película, la cámara se convierte en una protagonista más. Precisamente por un motivo que seguramente nos ha pasado a todos. Le quedan pocas fotos, y tiene que elegir cuáles serán sus últimos disparos. Lo mismo que nos pasa ahora cuando no hemos descargado la tarjeta y solo podemos hacer tres disparos o nos quedamos sin batería, como me pasó ayer ante una de las cascadas más bonitas de Navarra.
Es lo que más me gusta de esta película, la tensión que te produce ver que las aventuras se suceden una detrás de otra y la protagonista no puede documentar los ataques de robots gigantes, aviones increíbles y personajes únicos. Tiene que decidir cuál será su mejor disparo, algo que muchos olvidan por la aparente facilidad de las cámaras digitales.
A modo de conclusión
Si te gustan las historias fantásticas, la ciencia ficción y te gusta encontrar pequeñas curiosidades que te hagan olvidar por un momento el mundo en el que vives, esta película te encantará. Se ve muy poco en esas listas que tanto se publican de películas de fotógrafos, pero siempre debería estar entre las primeras. En pocas se ve ese sentimiento de perder una foto tan bien reflejado.
Desde un punto de vista fotográfico la película tiene una estética peculiar, como he dicho más arriba. El director de fotografía Eric Adkins abrió las puertas a una nueva forma de hacer cine. Pero no ha conseguido hacer grandes películas. Espero que algún día se le reconozca su papel en la historia del cine. Como curiosidad diré que el malo de la película está interpretado por Laurence Olivier, que ya llevaba años muerto.
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