La fotografía es una herramienta de expresión perfecta. Tiene cientos de especializaciones y cada uno se puede enfrentar a la cámara como quiera. Unos serán más técnicos, otros más teóricos y algunos más creativos. Pero como toda manifestación, la fotografía tiene la facultad de contar historias.
Una fotografía no vale más que mil palabras. Es una frase hecha que se utiliza muchas veces y que a más de uno se nos ha podido escapar en busca de una explicación sencilla de la fuerza de la fotografía. Son dos formas de expresión totalmente distintas que algunas veces pueden apoyarse y otras caminar libres sin presión.
La fotografía lo que necesita, lo que precisa para ser entendida, es un contexto. Sin el apoyo de más fotografías, sin un texto, puede que no lleguemos a entender qué es lo que nos quiere contar el fotógrafo. Perderemos mucha información y el poder valorar correctamente el resultado final.
Hay veces que las fotografías se entienden por sí solas y no necesitan un apoyo. Las buenas fotografías de paisaje, las imágenes familiares y las obras de algunos grandes maestros son el ejemplo más claro. Por supuesto que la fotografía de producto no tiene por qué trasmitir nada. Pero es el argumento de algunos para negar esta virtud de la imagen.
Fotografías que cuentan historias
En mis clases siempre digo que una buena fotografía es aquella que cuenta una historia. Aquella que, con la complicidad del espectador, le lleva a imaginar lo que está pasando en ese tiempo detenido. Puede que nos equivoquemos. Seguro que nos dejaremos llevar por nuestra imaginación, nuestras convicciones sociales e incluso nuestras ideas políticas.
En mis clases siempre digo que una buena fotografía es aquella que cuenta una historia
El retrato de Che Guevara de Alberto Korda, una de las fotografías más reproducidas, será diferente según quien la mire. A los de un lado les parecerá una aberración esa mirada. A uno del otro lado puede que le encanté. A un fotógrafo simplemente le llamará la atención la mirada tan intensa de una persona y el acierto del fotógrafo a la hora de disparar en ese momento.
Si además tiene cultura -qué importante es- seguro que puede llegar a sentir esa emoción que tuvo el argentino al mirar a una muchedumbre desde lo alto de un escenario. La misma sensación que puede tener un cantante en un concierto o un futbolista cuando pisa por primera vez el estadio de sus sueños.
Siempre que miro el trabajo de Richard Avedon me pasa lo mismo. No sé si es porque me gusta el cine o me encanta leer o simplemente amo la fotografía. Pero siempre que miro los rostros de sus modelos, la expresión de sus cuerpos, me siento capaz de escribir un relato sobre lo que les pasa por la cabeza en ese momento.
Siempre se habla de la foto de Marilyn Monroe o la de los duques de Windsor. Pero vale cualquier disparo suyo. Siempre he imaginado que el niño de la serpiente no entendía por qué ese señor le hacía posar con el cadáver. El señor de las moscas se sentía en ese momento superior al fotógrafo que le miraba. No le veía como igual. La fisioterapeuta solo quería llorar después de la sesión. O quizás dormir después de noches en vela...
La fotografía es una forma de comunicación
Decir que la fotografía no comunica es como fijarse solo en el uso correcto de la gramática en un libro. O quedarse únicamente con la textura del trazo del pincel al ver un cuadro. Todas las manifestaciones artísticas dependen de la técnica. Hay que saber dominarla.
Decir que la fotografía no comunica es como fijarse solo en el uso correcto de la gramática en un libro
Pero cuando te sueltas y te olvidas del modelo de cámara, del diafragma y de la ley de Scheimpflug es cuando puedes empezar a comunicar cosas. Y eres capaz hasta de darle vida a un pimiento en blanco y negro. Todo tiene un sentido. Si no es así el fotógrafo será un mero hombre gris que repite todos los gestos hasta conseguir imitar lo que ha visto.
La fotografía está para ayudarnos a contar cómo vemos el mundo. Es verdad que algunas veces nos tenemos que limitar a hacer fotos carnet o fotografiar los productos para un frío catálogo. Pero si vemos, en contexto, los retratos de Thomas Ruff junto con toda la historia que tienen detrás, podremos leerlas como si fuera 'Moby Dick'.
Si por algún motivo consideras que tu fotografía no cuenta nada, que solo destaca por la calidad técnica, te estás perdiendo una parte importante. No será mejor ni peor, desde luego, pero te olvidas de la capacidad de contar cómo eres, cómo ves el mundo. Y una cámara de fotos es un instrumento perfecto para comunicarse, no es solo tecnología.
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