Estoy harto. La fotografía se ha convertido en una serie de normas que debemos cumplir sí o sí para conseguir el beneplácito de las redes. Como no sigas el camino señalado corres serio peligro de quedarte olvidado en el fondo del cajón de sastre de los que no siguen el camino marcado.
La fotografía es un acto de documentación y de creación. Sin embargo, en los últimos tiempos he visto cómo han cambiando las tornas. La gente no va a hacer sus propias fotos. Solo quieren documentar y ni oír hablar de la creación. Creen que la fotografía es como una receta. Solo quieren conseguir lo mismo que ha hecho el gurú del momento y que ha tenido gran éxito en los foros. Justo en ese momento, los fabricantes se frotan las manos si resulta que dicha imagen está hecha con sus equipos. Saben que durante un tiempo se van a forrar vendiendo tal cámara, objetivo o accesorio.
Siempre ha pasado lo mismo. Si un atleta triunfa, todo el mundo quiere sus zapatillas. Si un cantante lleva un gorro de lana en verano, todos los jóvenes le imitan. Estos comportamientos adolescentes se han trasladado al mundo de la fotografía como nunca se ha visto. Resulta que ahora no vas a escribir tu propio diario en imágenes, lo que tienes que hacer es lo que han hecho otros. ¿Por qué? Es un reto, casi una obligación que muchos se autoimponen, nadie sabe por qué motivo.
La filosofía del imitador
Viajar es una experiencia maravillosa. Si encima te gusta hacer fotos se convierte en algo único. La única forma de mejorar es sacando la cámara todos los días para que cuando te vayas de vacaciones no tengas dudas a la hora de disparar. Es así de sencillo y enriquecedor. Aprendes a mirar aunque vivas en un barrio como Moratalaz o Santa Eugenia. Y aprendes algo básico: todo es fotografiable si sabes cómo.
Sin embargo, desde el inicio de los tiempos digitales, ha surgido una nueva forma de hacer fotos, más básica y sencilla. Pero parece, para quien la practica, igual de enriquecedora. Me gustaría entenderla, pero me cuesta. No veo qué sentido tiene hacer el mismo encuadre que otro ya ha hecho. Te pierdes muchas cosas, de entrada la experimentación y el placer de equivocarse.
Cada vez hay más fotógrafos que lo que quieren conseguir son exactamente los mismos disparos que han hecho aquellos a quien admiran. No van a la playa de Las catedrales a conocerlas. Van a hacer el mismo disparo que han visto en tal libro o en aquel foro. Es importante hacerlo incluso con la misma cámara y objetivo. Y por supuesto con un gran arsenal de filtros de densidad neutra con grandes parasoles... ¿Sabéis que si vais sin filtros en algunos sitios os miran mal?
Son los mismos que siguen la regla de los tercios sin pensar, o colocan un elemento en el primer plano para la triangulación perfecta de la composición, o consultan una y otra vez las tablas de la ley, digo de la hiperfocal... Está muy bien hacerlo, pero resta naturalidad al resultado final.
En los viajes fotográficos ya no recomiendan lugares fotogénicos, sino coordenadas exactas para lograr la misma fotografía que ha hecho alguien. La filosofía del fotógrafo imitador parece ser que se basa en la idea de que no hay tiempo para investigar, así que me den todo hecho y así puedo presumir ante la familia y los allegados.
En algunos casos he visto cómo el mismo instructor ajusta velocidad de obturación y diafragma para que todo sea perfecto. No vaya a ser que después de viajar, a Islandia por ejemplo, las cosas no salgan como esperamos... Se ha perdido la sorpresa, la frustración, la libertad del fotógrafo a cambio de conseguir como sea un atardecer mítico en las playas del norte. Quiero parecer buen fotógrafo desde el principio, y no quiero rodeos.
Los lugares que hay que fotografiar
Siempre se han recomendado sitios bonitos y espectaculares. Siempre. En las carreteras españolas tenemos los lugares pintorescos señalados con una cámara de fuelle. Pero ya no sirve. Tiene que ser idéntico. Por este motivo estamos empezando a ver (y cuando vuelva de las vacaciones os lo confirmaré) a gente portando, porque han leído que es lo mejor, el 14-24 de Nikon para las fotografías de paisaje, los filtros de Lucroit con toda su parafernalia, y un gps en el móvil para encontrar ese punto de vista tan original... Espera, que hay lista de espera para ocupar tan preciado lugar... Ya no puedo hacer la foto de mis sueños.
Ya he hablado de las playa de las Catedrales, pero no se nos puede olvidar el punto exacto a la hora precisa para fotografiar el arrecife de Las Sirenas, o San Juan de Gaztelugatxe, o la sempiterna playa de Barrika con sus imprescindibles reflejos, o los campos de lavanda de Brihuega con su árbol estratégico, o las cuatro torres de Madrid desde ese punto en el que la luna llena sale justo en medio... mil sitios maravillosos que están sobreexplotados y que es necesario renovar de una vez.
Todos queremos hacer fotos de portada, pero es hora de mirar menos en el ordenador y lanzarse a buscar gastando zapatilla. Basta de fotografías postaleras. Puede ser un buen camino para empezar pero al final solo genera frustración. Si queremos mejorar no podemos sacar la cámara con el único objetivo de imitar a los demás. No podemos caer en semejante engaño. Muchos fotógrafos nacen pero la mayoría nos tenemos que hacer con el trabajo de mil disparos antes de conseguir uno medianamente bueno. Y si no podemos ir a los lugares señalados por los gurús, seguro que lograremos disparos más personales.
Una posible solución
Lo primero es olvidarte de comprar los mismos equipos que los que hacen esas fotos que te gustan. Si te los puedes permitir genial. Cada uno es libre de hacer lo que quiera. Pero una cámara mejor no te hace mejor fotógrafo. Esto es de primero de Imagen, pero a mucha gente se le olvida. El reto es hacer fotografías estupendas con el equipo que tengas, no con el que deseas.
Y desde luego no confundir la inspiración con la copia. Es fácil hacer una búsqueda en internet y encontrar mil fotos con el mismo encuadre. Exactamente lo mismo que pasa con las fotografías que hacen los turistas en lugares como los Campos Elíseos, o la misma puerta de Alcalá de Madrid. Si no variamos nada, nos estamos limitando a ser meros visitantes que siguen los patrones marcados. No es malo, desde luego, pero es aburrido.
Desde un punto de vista técnico seguro que no nos acercaremos ni a la suela del zapato de aquel que tenga el último trípode Gitzo de fibra de carbono, la mejor Nikon en décadas y el objetivo sin aberraciones del momento. Pero seremos originales, haremos las cosas según nuestro instinto y solo nos inspiraremos en aquellas cosas que nos permitan desarrollar un estilo propio. ¿Qué pensáis sobre este tema?
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