A menudo, como fotógrafo aficionado, aparecen oportunidades de hacer algún trabajo o reportaje de forma gratuita, ya sea por ser para un amigo o familiar, o por considerar la fotografía una afición de la que no se quiere obtener lucro. Desde la perspectiva del profesional, también pueden surgir a veces oportunidades de trabajar gratis por ser un proyecto de especial interés, para ganar experiencia, o por otras razones.
Sin duda, dependiendo de la situación y trayectoria de cada fotógrafo, habrá quien considere que trabajar gratis es una práctica tan legítima como cualquier otra, o quien considere que trabajando gratis no sólo se perjudica a sí mismo, sino a toda la profesión y a sus compañeros. ¿En qué quedamos?
El tema es sumamente complicado. Por un lado están los aficionados y aquellos que pretenden hacerse un hueco en el mercado profesional. Por otro, aquellos profesionales con experiencia que miran con temor el posible intrusismo o competencia desleal de los primeros. Por último, aquellos profesionales que tal vez quieren abrirse paso en disciplinas o temáticas en las que aún no están suficientemente experimentados.
Para el aficionado, hacer un reportaje gratis para el negocio de un amigo o la boda de un familiar puede ser una experiencia divertida, un reto para superarse, o una forma de hacerle un favor a otros. Probablemente piense que, por tratarse de un hecho aislado, no hace daño a nadie, y que no se puede considerar intrusismo. Sin embargo, desde la perspectiva del profesional de la fotografía, muchos actos aislados como ese pueden echar abajo su medio de sustento. Una gran parte de esos aficionados probablemente no hace buenas fotos y no conseguirá hacer un buen reportaje, aunque él crea que tiene un talento innato (Tanto flickr como algunos foros son capaces de elevar el ego de cualquiera a lo más alto, gracias a comentarios vacíos que buscan idéntica respuesta).
Aunque a veces no lo veamos, aceptar un encargo gratis puede ayudar a desprestigiar la profesión, o hacer creer al cliente que la fotografía es algo que hace la cámara y no el fotógrafo ni su experiencia, y que por tanto pagar por ella es de idiotas. ¿Pero no es cierto que algunos aficionados hacen mejores fotografías que algunos profesionales? Pues en algún caso puede ser, pero en mi opinión ésta es una de las grandes mentiras de este mundillo y, desde luego, no puede ser la excusa generalizada que nos avale. No es lo mismo hacer veinte fotos, editar la mejor de ellas con llamativos filtros de Photoshop, subirla a flickr y recibir cientos de halagos, que salir airoso de un reportaje que exige horas de dedicación, un equipo fotográfico capaz de trabajar en condiciones complicadas, experiencia, o la capacidad de garantizar, sí o sí, un resultado.
¡Pero todo el mundo hace favores a quien puede, ya sea en su trabajo o con algo que sabe hacer! Cierto. Y negarlo sería negar el sentido común. Sólo digo que puede ser una buena práctica cuestionarse lo ético de cada situación concreta, hacer estos reportajes sólo de manera excepcional y no como norma con cualquier conocido, dejar bien claro que el resultado no será profesional y que no se ha recibido formación reglada en fotografía, y cobrar siempre que se pueda, aunque sea una cantidad simbólica, para así no contagiar la idea de que sólo los tontos pagan por la fotografía.
Ojo. Muchos pensarán que sólo estoy haciendo referencia a reportajes de boda, bautizos, o similares, pero no es sólamente eso. En muchos casos trabajamos gratis sin darnos cuenta, al participar en concursos cuyas bases dejan claro que con nuestras imágenes, cedidas sin coste, se crearán bancos de imágenes abiertos a cualquier uso y cesión a terceros. También trabajamos gratis cuando cedemos una fotografía a un periódico o publicación, tan sólo a cambio de que nos citen como autores, para así poder presumir entre los amigos.
¿Y en cuanto a los profesionales?
No debe ser nada fácil moverse en la cuerda floja, entre huir de la etiqueta de “fotógrafo gratis” que hace competencia desleal con los compañeros, y la necesidad de ganar experiencia y reputación, participar en proyectos interesantes que te den a conocer, o construir poco a poco un portfolio que capte la atención entre potenciales clientes. Comenzar a abrirse paso en un campo como este es duro, pero puede ser que al aceptar trabajos gratis hasta poder cobrar por ese trabajo soñado, luego sea otro el que se ofrezca para hacer gratis tu trabajo soñado, para así poder cobrar luego por el suyo. Un círculo vicioso del que es difícil salir.
Pero esto no sólo ocurre con los recién llegados. Es interesante ver el caso de Vincent Laforet, un fotógrafo profesional del que posiblemente has oído hablar, por ser quien grabó los primeros videos con la Canon EOS 5D Mark II. Canon no le pagó por grabar estos vídeos. Fué él mismo quien pagó de su bolsillo los equipos, y todo lo necesario para grabar estos vídeos. Sin embargo, una vez grabados, Canon se ofreció a comprárselos. En palabras de Laforet: trabaja gratis sólo si el proyecto es realmente impresionante, pero hazlo como máximo una vez por año, sin dejar que se convierta en hábito.
Más información | Vincent Laforet, Strobist
Fotos | Jeff Belmonte, Nesta Vázquez
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