De nuevo conocemos otro caso que se suma al recientemente conocido de los fotoperiodistas Raúl Capín y Adolfo Luján, en mayo pasado, y que os contamos hace poco bajo el lema de 'fotografiar es peligroso'. Las cosas parece que se están poniendo muy duras para ejercer el fotoperiodismo en nuestro país.
En esta ocasión, desde el periódico Diagonal, denuncian los hechos ocurridos al fotógrafo de su publicación, Olmo Calvo, fotoperiodista freelance y miembro del colectivo editor de Diagonal, cuando cubría ayer una acampada de parados en el barrio madrileño de Vallecas. Uno tiene la impresión de que se quiere silenciar la voz (y la imagen) de determinados medios periodísticos, cuando la diversidad es lo que enriquece esa profesión. Ciertos sectores, sorprendidos, de lo rápido que se difunden imágenes y vídeos gracias a internet y, sobre todo, a las redes sociales parece, presuntamente, están decididos a limitar el derecho a la información gráfica en nuestro país.
Olmo Calvo con su serie 'Víctimas de los Deshaucios', ganó, en diciembre de 2012, el Premio Internacional de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña, organizado por la organización no gubernamental Médicos del Mundo. Dicha serie trata de reflejar la dura realidad de los desalojos hipotecarios de viviendas en España.
Derechos del fotógrafo
Partamos primero de una serie de principios, reconocidos por nuestras leyes, antes de abordar en profundidad los hechos:
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Sí se pueden sacar fotografías a policías (Ley Orgánica 1/82 Artículo 8, punto 2), excepto si el agente considera que va a tener un uso delictivo o denigratorio; se pone en peligro la seguridad del agente; no existe justificación para tomar las fotos.
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Sí pueden requisar la cámara atendiendo a motivos anteriores, pero deben extender un acta y dar cuenta al Juzgado de Instrucción.
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No pueden borrar las fotos. El único que puede hacerlo es un juez, ya que las fotos son una propiedad privada. Recuérdale que esa destrucción de propiedad privada va en contra del artículo 508 del código penal. Dale tus datos, ya que solo puede alegar resistencia a la autoridad. No las borres tú, que sean ellos los que le pulsen al botón y siempre con testigos
El relato de los hechos
Cuestiones éstas que ya hemos tratado en numerosas ocasiones pero que no viene mal nunca tenerlas presentes. Con esa premisa en mente, el propio fotoperiodista, Olmo Calvo, en las páginas del diario Diagonal relata los hechos, cuyas palabras reproducimos íntegramente a continuación para mejor comprensión de los mismos:
Llega un coche de la policía municipal y un coche de policía secreta. Veo que se acercan a la mesa de los parados que están acampados y me acerco a ver qué ocurre. Un policía secreta se aproxima a mí y me dice que no puedo tomar imágenes. Le explico que sí puedo hacerlo, porque soy periodista y estoy trabajando, mientras le entrego mi DNI y el carnet del Sindicato de la Periodistas de Madrid. Accedieron a que pudiera realizar mi trabajo, pero me advirtieron de que no podían verse las caras de los agentes. Empecé a hacer mi trabajo respetando sus indicaciones, con dos policías secretas vigilándome a mis espaldas. Al acabar de hacer fotos y grabar vídeos, los policías secretas me devuelven el carnet de identidad y el de prensa y me informan que han terminado de identificarme. A continuación se me acerca un policía municipal de uniforme que me dice “ahora empiezo yo contigo”, me solicita nuevamente la documentación y me dice “me vas a enseñar todo lo que has grabado”. Ante esto le digo que no puede pedirme eso, que no le puedo enseñar el material porque soy periodista y es mi trabajo profesional. Me responde: “Como quieras, esto me lo vas a enseñar. O me lo enseñas tú o te requisamos las tarjetas, vamos al coche que te voy cachear”, alejándome del grupo de personas hacia la patrulla policial. Me solicita que vacíe mis bolsillos sobre el asiento delantero del conductor y, en lugar de cachearme, revisa mi bolsa y saca todas las tarjetas de memoria que encuentra. “Me vas a mostrar todos los vídeos y fotos que tienes en tus tarjetas (que son 7: 2 de 16 GB, 2 de 8 GB, 2 de 4 GB y 1 de 2 GB). Le digo nuevamente que no puedo mostrarle mi trabajo y le señalo que lo que me pide es ilegal, a lo que me responde agarrando las tarjetas: “tú sabes cuál es la tarjeta donde está el vídeo en el que salimos, si me dices cuál es no vamos a tener que ver todas”. Saco la tarjeta y le reitero que lo que me pide es ilegal, que no le puedo mostrar mi trabajo. Me contesta “no puedes sacarnos las caras, si tú no sabes hacer su trabajo para eso estoy yo, para distinguir lo que está bien de lo que no está bien. Podemos hacer dos cosas: o me lo muestras tú o te requisamos todas las tarjetas”. Ante esa amenaza accedo a enseñarles el contenido de la tarjeta con su intervención, remarcándole que me estaba pidiendo algo ilegal. Con la cámara al cuello, empiezo a enseñarle las imágenes. El agente, afirmando que no veía bien, me quita con sus propias manos la cámara del cuello y se la cuelga él. “Ahora yo voy a borrar donde aparezca mi cara”, dice el agente, a lo que le informo de que sólo un juez puede revisar mis imágenes. Me contesta “si considera que estoy haciendo algo ilegal, denúncieme, que yo le denunciaré a usted”. Al encontrar un vídeo en el que afirma que se le identifica, me pide que lo borre diciéndome “podemos hacer dos cosas, o lo borra usted o lo borramos nosotros”, a lo cual le contesté que era una petición totalmente ilegal, que hiciesen lo que quisieran. El agente de policía municipal procede a borrar el archivo de mi cámara. En ese momento llamo a un compañero para comentarle lo que me estaba pasando y el mismo agente de policía me informa de que no puedo utilizar el teléfono hasta que acabe la intervención y me lo requisa afirmando que “lo había grabado”. Le digo que no me puede quitar el teléfono, que es ilegal, a lo que el me contesta “desbloquéame el móvil, si no lo haces te requisamos el material”. Accedo a desbloquearlo y empieza a revisar el contenido, preguntándome por los supuestos vídeos que había en él. Le informo de que no he grabado nada, que mi teléfono no lo permite porque no tiene tarjeta de memoria, y visiblemente nervioso insiste afirmando “que he sacado la tarjeta”. Le explico que lo saqué para llamar a un compañero y contarle mi situación y en esta ocasión me cree. El policía uniformado me devuelve el teléfono y la cámara y se marcha a hablar con las personas acampadas. Pregunto a los policías secretas que seguían la situación si habían terminado y si podía recoger mi bolsa que estaba en la patrulla policial, a lo que contestaron afirmativamente. A partir de ese momento me quedé observando la situación, pero sin hacer fotos.
Quede a vuestro criterio el juzgar estos hechos que cada vez vienen siendo más habituales. Unos hechos que parecen destinados a limitar el derecho a la información y, sobre todo, a la información gráfica, donde los fotoperiodistas freelance son los más castigados en este asunto.
Estrategias
Tal y como comentaban en el artículo de Diagonal parece que a los fotógrafos de prensa no les va a quedar otra que usar algún sistema, tipo WiFi usando la conexión de datos del teléfono móvil, por ejemplo, que les permita ir subiendo rápidamente, al menos, una versión reducida en JPEG de las fotografías tomadas por si ocurren estas cosas.
O dejar unas fotos malas en una tarjeta e ir cambiando, siendo muy hábiles, de tarjeta y esconderlas de alguna forma. En fin malas soluciones todas cuando las condiciones de trabajo son las que son.
Otro escenario que puede venir
Por otro lado, para rematar el asunto, desde el colectivo Más Voces, denuncian lo siguiente:
Según ha podido conocer la redacción de Más Voces, el Ministerio del Interior español planea elaborar una lista de informadores gráficos y audiovisuales (fotógrafos y cámaras, principalmente) en la cual estén registrados sus datos personales, de forma que sólo aquellos profesionales que estén acreditados en dicha lista podrán obtener el chaleco blanco de prensa. Aquellas personas que acudan a cubrir informaciones en eventos tales como manifestaciones y protestas y no lleven puesto el chaleco no podrán acceder a la grabación o toma de imágenes y podrán ser interpelados por las fuerzas de seguridad. - Más Voces, es un proyecto que surge desde la Unión de Radios Libres y Comunitarias de Madrid (URCM) y con el apoyo de la Red Estatal de Medios Comunitarios. -
Un posible escenario que, de hacerse realidad, limitaría aún mas la labor de los fotoperiodistas a la hora de cubrir los diversos eventos de actualidad.
Conclusiones
Si ya en Mayo os avisábamos de que era peligroso realizar fotografías en determinados escenarios y que la fotografía se encontraba bajo sospecha me sigo preguntando lo mismo a día de hoy. Y cada día tengo más clara la respuesta, pero esa es una opinión personal. Desde Xataka Foto no podemos más que apoyar desde estas líneas el trabajo de los compañeros fotoperiodistas, una labor siempre ingrata y dura, y mucho más en el momento que nos ocupa a día de hoy.
En Xataka Foto | Aviso: Fotografiar es peligroso
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