La tecnología en la fotografía evoluciona a pasos agigantados. Las herramientas con las que contamos cada vez se perfeccionan más, quitando horas de trabajo que solían ocuparse alrededor de los distintos procesos del flujo de trabajo. Sin embargo, estos procesos que cada vez hacen más “sencillo” nuestro trabajo también estandarizan el resultado final de quienes usamos. Esto nos hace preguntar ¿qué nos queda a nosotros como artistas y creadores de imagen?
Todo está hecho y se hace por nosotros
La automatización de la fotografía no es nada nuevo. Este artículo está inspirado en oír a colegas decir que ‘los de ahora la tienen fácil porque…’; lo que me recordó mis épocas de estudiante, cuando entre varios nos quejabamos de los que utilizaban su autofoco, su prioridad de apertura, su automático y demás funciones. Yo solía ser de aquellos que se quejaba de quienes no hacían foco manualmente y ajustaban los parámetros de exposición en su cámara.
Así mismo, la democratización de la fotografía es más amplia el día de hoy. Por tan solo unos euros podemos comprar el paquete de presets para nuestro revelador, podemos comprar software que utiliza inteligencia artificial para conseguir nitidez, hacer stack de fotos, reemplazar cielos, retocar pieles y conseguir colores perfectos con tan solo un click. Los de hoy la tienen muy fácil.
Este crecimiento lo hemos visto a todo nivel. Desde una gran evolución de las cámaras en dispositivos móviles, hasta los avances en inteligencia artificial que llegaron en masa durante 2018 y estos comienzos de 2019. Probablemente, en unos cinco o diez años, los siguientes ‘de ahora’ serán quienes la tienen muy fácil.
Pero es cierto, ahora la facilidad de tomar fotos es impresionante. Tan solo basta con tener un dispositivo para capturar imágenes, mezclarlo con un software que mejore los detalles de la imagen y moverse entre presets y luts en nuestra tableta, móvil u ordenador para tener una imagen impactante que compartir en redes. Ni siquiera tienen que ser los mejores, pues hay muchas soluciones gratuitas de software, hay buenas cámaras y objetivos a precios muy económicos y conseguir publicar nuestro material solo requiere aplicar etiquetas correctas y subir el material a una red social.
Sin embargo, aunque la tecnología y los tiempos cambian, creo que el rol del artista y del fotógrafo no.
¿Qué nos hace fotógrafos?
Lo primero que debemos notar es lo que trae la automatización. Muchos humanos que capturan fotos y comienzan a depender de estas ventajas tecnológicas quedan encerrados en un mísmo círculo. Son todos aquellos que comienzan a entrar en el mismo ciclo de capturar las mismas fotos populares, ir a los mismos sitios alrededor del mundo solo para terminar capturando la misma escena, aplicando los mismos filtros y presets y ser una foto más en el colectivo de imágenes que terminan en una cuenta de Instagram delatando su falta de originalidad.
Con la automatización se pierde visión de innovación. Pero solo aquellos que se adaptan, asimilan y encuentran el potencial de estas herramientas pueden identificar los puntos sobre los cuales encontrar puntos diferenciadores: aquellos que logran experimentar con estas herramientas usandolas de formas para las que no están pensadas; aquellos que aprenden a dominarlas para encontrar dónde todavía no pueden reemplazar nuestras acciones.
Como artistas lo primero que nos diferencia de los fotógrafos automáticos es la exploración. Es la herramienta que más debemos aprender a desarrollar. En el pasado os hemos dado algunos consejos sobre cómo podemos ejercitar nuestra originalidad.
Al igual que los cocineros, quienes queremos ser verdaderos fotógrafos debemos sacarle el provecho a todos los ingredientes: la luz, las escenas, los sujetos, las referencias, el color, el sentimiento y nuestras obsesiones. Mezclar todo lo que encontremos hasta encontrar balance en nuestros platos, que cada imagen que compartamos agrade al paladar de nuestra audiencia y de nosotros mismos.
Ante la automatización, lo que nos queda es el poder de decisión y conciencia. Entender por qué capturamos una imagen, diseñamos una iluminación, creamos una paleta de colores o buscamos cierto tipo de escenas.
Gente tomando imágenes en la calle hay muchos, pero fotógrafos de calle son aquellos que nos enseñan lo oculto dentro de esas sociedades que capturan. Los fotógrafos de producto que enamoran son los que sacan toda la belleza detrás de un producto, así este sea una caja. Los retratistas nos conectan con sus sujetos, al igual que un paisajista nos transporta a un lugar mediante sus imágenes.
El verdadero arte detrás de la fotografía sigue siendo llevar a nuestros espectadores a sentir, a imaginar a observar lo que puede estar oculto para ellos. Los automatizados se olvidan rápido, se confunden con cualquier otro similar y nunca se quedarán en nosotros. Los maestros de antes, de ahora y del futuro son aquellos que logran (y lograrán) penetrar nuestro corazón.
¿A cuál queremos pertenecer?