El auge de la fotografía química está haciendo que muchos fotógrafos digitales se interesen por los antiguos procesos fotográficos. A raíz de la entrevista a Peter Tunney que os ofrecíamos hace algunos días, o las declaraciones de Quentin Tarantino al preguntárle por el cine digital, lo que me pregunto constantemente es cómo se genera valor con nuestras fotografías y si es posible generarlo igual con fotografía química que con fotografía digital.
El proceso químico
Teniendo en cuenta que la oferta de productos químicos está más vivo que nunca, nadie puede negar el revival por la fotografía química. Lo que reflexionando he querido saber cuál es el motivo por la que los nuevos fotógrafos han querido investigar este tipo de técnicas, y la conclusión a la que he llegado es que los procesos químicos nos ofrecen un valor añadido.
Este valor añadido no es más que un cúmulo de experiencias, sensaciones y descubrimientos que por el avance de la fotografía no hemos llegado a experimentar. Por ejemplo, la producción de fotografías con una cámara digital es muy fácil, y lo fácil te simplifica la vida si tienes otros asuntos que atender (como las luces en una compleja sesión de estudio), pero normalmente la facilidad para capturar y borrar hace que nos volvamos perezosos y entonces aparezcan frases como la clásica "yo también haría buenas fotografías con una cámara como la tuya".
La gratificación de tomar el camino más largo
¿Qué es lo que he descubierto trabajando con la fotografía quimica sobre la digital? Que eliminando automatismos no tienes más que recurrir a tus conocimientos técnicos sobre la luz para conseguir una exposición equilibrada, tienes que cuidar mejor el encuadre y tener paciencia y previsión para capturar el momento perfecto. Cuando se ve así, fotografiar no es tan fácil como parece y conseguir la recompensa de una buena imagen después del trabajo duro es gratificante. Como dirían Led Zeppelin en 'Stairway to Heaven': "Si, siempre hay dos caminos que puedes tomar, pero por el largo siempre tendrás tiempo para cambiarlo".
Estamos hablando de proyectos personales en todo caso, ya que para un proyecto serio no se me ocurriría emplear procesos analógicos a no ser que la temática lo requiriera y tuviera mucha sinergia con el proyecto. Estoy hablando en todo momento de proyectos personales o fotografía artística, en la que no tenemos prisa y podemos tomarnos la fotografía con más calma y dedicación.
El tamaño sí importa
Otro de los aspectos que me han arrastrado hacia la fotografía química ha sido el tamaño.
Las cámaras réflex más asequibles del mercado son de tamaño APS-C con un tamaño de sensor de 2.2x1.4 centímetros aproximadamente. Con la miniaturización de los equipos digitales, es impresionante saber que el menor tamaño al que trabajaremos en película es de full frame. Si además decidimos invertir unos euros en una formato medio, nos encontramos con que estamos fotografiando con un 'sensor' de 6x4 o 6x6 centímetros.
Comparando los tamaños, una formato medio nos ofrece 12cm2 de superficie sensible mientras que una réflex APS-C nos ofrece 3.2cm2, una diferencia de casi el 400%. Esta relación no hace más que incrementar si nos adentramos en la fotografía de gran formato, con negativos que fácilmente llegan a 9x12 centímetros.
Soy consciente de que hablar de tamaño implica que también hablemos de resolución, pero las películas lentas ofrecen un grano muy contenido y una definición excelente consiguiendo buenísimas ampliaciones o al menos esa ha sido mi experiencia ampliando en 20x25 centímetros negativos de 35 milímetros.
El valor de la fotografía contemporánea
La fotografía está pasando por una fase de devaluación del trabajo por la facilidad con la que se elabora el trabajo, sin tener en cuenta el esfuerzo que se ha llevado para interiorizar y agilizar el funcionamiento de un aparato complejísimo. El valor de una fotografía se lo otorga lo que representa, y personalmente, una fotografía digital representa, al margen de lo que esté fotografiado, algo inmaterial que necesito imprimir y de lo que podría imprimir un millón de copias más.
Aquí ya entramos en asuntos de exclusividad. Hace un par de días se anunciaba que un fotógrafo en eBay está vendiendo sus fotografías químicas acompañadas del negativo digital. Al margen de que la fotografía sea buena, ¿estamos enfrentándonos a la problemática de la exclusividad en una era donde se roban e imprimen fotografías sin piedad? Yo creo que la era digital ha traído consigo muchísimas cosas buenas, pero el almacenamiento y conservación de nuestras fotografías aún es un quebradero demasiado grande como para obviarlo.
Si bien pocas veces emplearía la fotografía química para trabajos profesionales, en el plano de los proyectos personales, la fotografía química es un camino muy gratificante e inspirador que seguir, o al menos eso me ha parecido a mí. Quién sabe, hay quien dice que el futuro de la fotografía pasa por convertirnos al gran formato químico.
Fotografía de portada | Holly Lay
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