Llegaron nuevas mirrorless al mercado. Era de esperarse que, entre el anuncio de las Nikon Z7 y Z6, un apartado indicara las capacidades de grabación de ambas cámaras, un pequeño guiño para aquellos que se mueven entre el vídeo y la fotografía. Sin embargo, en la presentación pudimos ver que el enfoque de la japonesa está en la fotografía, no pretenden competir contra Sony en el mundo en movimiento. Con esto en mente, vuelve una pregunta para los fotógrafos de esta generación: ¿Es necesario que aprendamos a grabar vídeos?
¡No! Pero el hacerlo puede beneficiar drásticamente vuestro aprendizaje y vuestro estilo.
Capturando el movimiento
No hay que negar que el mercado cada vez busca personas más híbridas en sus labores. Muchos clientes también piden que los fotógrafos se encarguen del video, en especial en el mundo social y de bodas. Lo que concluye en ser un problema más que el fotógrafo tiene que acomodar. En los mundos de agencia incluso quieren que seas experto en programas de diseño, sepas hacer motion graphics y que prepares una lasaña de restaurante 5 estrellas.
Por un lado, la era digital le ha quitado valor a nuestro trabajo. Es cada vez más difícil ser un fotógrafo especializado en ‘__’ debido a la exigencia de los clientes por verlo a uno en todo. Es difícil a la vez ser parte de un equipo de grabación para una función específica, pues no faltan los clientes que quieren que uno sea productor, director, DP, sonidista y experto en VFX.
Creo que en nuestra profesión deberíamos enfocarnos en aquello que nos llama más la atención y seguir desarrollando ese amor al máximo. El fotógrafo debería ser fotógrafo especializado y el videógrafo debería ser videógrafo; e incluso mejor, debería especializarse en un campo de la producción profesional de vídeo. Sin embargo, con los nuevos avances de las cámaras, sí que nos es posible explorar a fondo ambos mundos. Y creo que hay algo de valor en forzarse a aprender y explorar el mundo en movimiento.
El detalle
Los elementos que más considero importantes en la exploración de vídeo son: La luz contínua y la atención al detalle.
En el vídeo se debe ser muy cauteloso a la hora de grabar, pues eliminar objetos, corregir elementos y las cosas que hacemos nosotros en Photoshop implican muchísimo tiempo, máquinas más poderosas y procesos que requieren mucho dinero. Por este motivo, lo primero que hacen los profesionales es entrenar el ojo para analizar cada fino detalle: desde cómo se ve una textura, cómo está el material, si brilla o no, si hay una luz parásita, si el vestido está en orden o si la mirada está correcta (y por favor que no aparezca el micrófono en toma).
Lo primero que enseña el mundo vídeo es a fijarse en estos elementos. Es un entrenamiento que como fotógrafos deberíamos tener (y que teníamos en la época del analógico), pero que con la facilidad del digital y el “lo arreglo en Photoshop” se ha perdido. Grabad vídeos y veréis que os comenzarán a molestar los elementos que ensucian la composición; veréis que a la hora de hacer un retrato o capturar un paisaje, no estaréis cómodos de disparar hasta que la mayor cantidad de problemas de toma estén fuera de cuadro.
Es una práctica de observar que se ha perdido. Pero que, creo, se puede recuperar y ejercitar a través del vídeo. Ahí es donde está la atención al detalle.
El trabajar con luz contínua mola mucho. Esta es una práctica que sirve más para aquellos que viven encerrados en el estudio con sus flashes. No hablo de aquellos que están acostumbrados a utilizar un fotómetro, medir y planear la luz, sino de aquellos que disparan, ven el monitor de la cámara o del ordenador y se quedan solo con esa impresión inmediata. Por la misma digitalización, las nuevas generaciones se han olvidado de observar la luz, de detenerse antes de capturar el paisaje a recibirlo primero por los ojos y meditar si es la hora correcta, de mirar si para ese retrato el brillo y las sombras están balanceados y en la dirección que es.
Me sorprende sobre todo para los fotógrafos de producto. Ahora vemos tutoriales por YouTube donde en una solo foto está compuesta de 20 o 30 tomas. Entiendo que el producto debe quedar limpio e impecable para nuestros clientes, pero seguro que si os detenéis a pensar más la foto, sacaréis el producto fácilmente en 3-4 tomas: Etiqueta, bordes y brillos, transparencias y fondo.
Este tipo de trabajo de la luz también es una herramienta que se puede practicar de forma constante al grabar vídeos. Los software de corrección de color como el DaVinci Resolve son muy potentes, pero la postproducción en video es algo tedioso (para muchos de nosotros, hay gente que le encanta). Así que nos enfocamos en conseguir la luz desde antes, de observarla y ver si lo que vemos nos convence o cómo trabajarla para pulirla.
No creo que debáis forzaros a ser híbridos si tenéis claro que lo que amáis es hacer solo fotografía. Por el contrario os aliento a especializaros en las ramas que más os guste y que exploréis a través de capturar el instante. Sin embargo, aprovechad que ahora todas las cámaras vienen con funciones de vídeo para entrenar vuestra visión, entrenar la atención al detalle y a entender la luz de las escenas.
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