Estamos al comienzo de una nueva Semana Santa lo que, aparte de procesiones, torrijas, películas de romanos y demás, suele implicar tiempo libre y viajes, y para los que amamos la fotografía esto viene casi inevitablemente unido a hacer fotos. Si es tu caso, y estás conociendo algún lugar (sea lejano o no), puede que estés haciendo fotos en sitios preciosos pero ¿no te has planteado nunca si la foto que estás haciendo es interesante por sí sola o solamente te limitas a captar lo que hay?
La foto que os he puesto en portada está hecha por mí allá por el año 2010 cuando visité por primera vez la ciudad de Nueva York. Fue mi primer día en esta ciudad, un auténtico paraiso para el fotógrafo callejero (aunque por entonces aún no me había llamado la atención mucho esta disciplina) y un lugar donde la arquitectura y el urbanismo desborda a cualquiera. Por eso, a la hora de hacer fotos uno se tiene que plantear si se va a limitar a hacer una buena foto de lo que hay o a poner su sello personal en la imagen.
Evidentemente se puede intentar hacer las dos cosas, pero si se quieren retratar sitios mil veces fotografiados, como la Estatua de la Libertad, estaréis de acuerdo conmigo en que es complicado lograrlo. Revisando mi blog de fotografía (que empecé bastante antes de trabajar para Xataka Foto y ahora tengo medio abandonado), me he encontrado la entrada donde colgué la foto de portada y me ha hecho gracia lo que decía:
Fue tomada mi primera tarde en la ciudad, desde un crucero de esos que te dan una vuelta alrededor de Manhattan, en este caso a la hora del atardecer lo que le da una magia especial por la luz y porque vas viendo como se van encendiendo las luces de la ciudad. En este caso, tras pasar por los puentes de Brooklyn (al fondo) y Manhattan (en primer término), hice esta foto e, inmediatamente, baje la cámara y pensé: quédate con esta imagen porque ahora sí que puedes decir ¡estás en Nueva York!
Por cierto, la foto es un HDR a partir de una sola toma en RAW, aunque está hecha así por la gran diferencia entre las zonas de luz y sombra y tratada para que parezca lo más real posible. Eso sí, como suele pasar en estos casos, aunque la foto no está mal, no hace justicia al sitio real.
Esta última frase es a lo que me refería al principio. Hay sitios que son tan bellos o impresionantes que hay que verlos en persona. Aunque uno no se resista a hacer la típica foto de recuerdo, como fotógrafos supongo que deberíamos limitarnos a tratar de captar su belleza interviniendo lo mínimo en ello. Luego ya podemos hacer otro tipo de tomas donde busquemos un enfoque diferente, más original y donde tratemos de demostrar nuestro talento y creatividad.
En este sentido me gusta mucho más esta otra foto del Puente de Brooklyn que veis aquí arriba y que ya puse de ejemplo en este artículo. Muestra un monumento que ha sido fotografiado millones de veces pero con un toque de originalidad que a mí me gusta mucho, incluso aunque reconozca que la hice sin saber el resultado que iba a dar (la foto original en color es bastante insulsa pero virada a sepia…).
En fin, toda esta reflexión no tiene ningún fin, si acaso recordaros que, cuando estéis haciendo fotos, penséis en qué es lo que queréis conseguir realmente con la toma que estéis realizando. Hacer fotos de postal no tiene porqué ser malo, pero conseguir una buena foto, donde se demuestre vuestra creatividad, ¡es la leche! Disfrutad de la Semana Santa y haced muchas fotos.
En Xataka Foto | No soy profesional... ¡Pero esa foto ya la había hecho yo!
Fotografías de Óscar Condés
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