Generalmente cuando adquirimos nuestra primera cámara reflex, empezamos con lo puesto, un cuerpo más objetivo, y a partir de ahí comienza nuestra aventura. Pero poco a poco vamos comprando nuevos objetivos, nuevos accesorios y al final nuestro equipo al completo pasa a ser imprescindible.
Antes de dar ese paso lo más lógico es que hayamos venido de una compacta y por lo tanto contemos con una cámara de repuesto, aunque con sus limitaciones. Pero va pasando el tiempo y esa compacta no nos sirve en el caso de una avería, y entonces es cuando nos planteamos si merece la pena tener otro cuerpo de repuesto.
Yo soy de los que se acostumbra a la bueno y luego le cuesta volver a dar un paso para atrás (como seguro le pasa a muchos de vosotros), y cuando no he podido usar mi reflex, he sido bastante reticente a coger la compacta, con lo que al final durante ese tiempo no he hecho fotos.
Foto Laszlo
Una vez llegamos a ese punto de comodidad y pensamos en la compra de un nuevo modelo, aparecerá nuestra oportunidad para tener un segundo cuerpo de recambio, pero que en la mayoría de las ocasiones nunca terminará de esa forma, ya que solemos usar nuestra vieja cámara en el mercado de segunda mano para ahorrarnos un dinerito en la compra de nuestro flamante nuevo modelo.
Doy por hecho de que será un cuerpo de la misma marca y compatible con los objetivos que tengamos. Porque no hay nada peor que disponer de un buen equipo, y por el capricho del momento u otros motivos, acabar vendiéndolo todo para empezar de cero con otra marca.
Y ahora viene la pregunta ¿merece la pena vender nuestra antigua cámara para ahorrarnos unos billetes en la nueva? o ¿merece la pena invertir todo el dinero en la nueva cámara y dejar la antigua de reserva?
Yo en este aspecto lo tengo claro,
un cuerpo de reserva puede ser nuestro gran aliado por varios motivos:
1. En algún momento de la vida de nuestra cámara, es muy posible que esta termine fallando y necesite ir al SAT o necesite algún tipo de reparación de varias semanas. Con lo que durante ese tiempo podremos seguir practicando nuestro hobby.
2. Si no disponemos de un segundo cuerpo y nuestra cámara comienza a hacer algunas cosas raras, es muy probable que nos aguantemos con tal de no quedarnos sin cámara unos días o para evitar simplemente las molestias de llevarla al SAT. Con lo que un cuerpo de respuesto nos ayudará a enviar lo antes posible nuestra cámara a reparación con sus primeros “síntomas” y así evitar algo peor.
3. En el uso profesional esto ya es incuestionable, no te puedes permitir cubrir un acto importante por el que has cobrado un dinero, y quedarte sin equipo.
4. Posponer el llevar la cámara al SAT por no tener un cuerpo puede hacer que agotemos la garantía. De esta forma, a la larga, estaremos gastando más dinero.
5. Porque nunca se sabe. Es posible que, después de vender nuestra vieja cámara y comprar la nueva, nos hayamos equivocado. ¿Y si te das cuenta tarde de que era mejor tu cámara anterior?
Esto son sólo cinco motivos por los que reservaría mi segundo cuerpo cuando decidiera comprar una nueva cámara, pero seguro que a vosotros se os ocurren muchos más.
Foto Manu Pombrol
Yo estoy pasando mi primer mes sin cámara después de que empezara a fallar su sistema de enfoque, y dado que no tenía un cuerpo de reserva, intenté esperar todo lo que pude, hasta que no aguanté más y decidí enviarla al SAT. Después de eso me he dado cuenta de que me aburro con una compacta, no me apetece salir a hacer fotos con las limitaciones de mi Canon IXUS 860 IS, que aunque está claro que es una cámara decente, no tiene muchas de las opciones a las que me había acostumbrado en mi vieja reflex, y eso ya sin hablar el uso de los diferentes objetivos.
Eso me ha hecho pensar que un segundo cuerpo no sólo sirve para el trabajo profesional, sino que es también algo fundamental para los que amamos nuestra afición. Y después de esta experiencia, me ha quedado más que claro.
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